Perpetua para el acusado de matar y mutilar a un abuelo de Oro
Para dictar sentencia se apoyaron en prueba testimonial y científica. El arma, un martillo, contenía material genético de la víctima y del condenado.
La Cámara Primera condenó ayer a prisión perpetua a quien fue juzgado de haber asesinado y mutilado a Juan Antonio Martínez Parra, en su casa de Fernández Oro. A la lectura de la sentencia sólo asistieron familiares de la víctima ya que el acusado se encuentra detenido en Viedma. Al conocer la pena se quebraron en llanto. Sintieron que se hizo justicia.
Carlos Andrés Carrasco fue encontrado responsable del delito de “homicidio doblemente agravado (alevosía, y criminis causa) y robo en concurso real”. Es justamente la calificación que había pedido el fiscal Marcelo Gómez en la audiencia de alegatos contra el imputado.
En la sentencia, el tribunal integrado por Julio Sueldo, Alejandra Berenguer y Álvaro Meynet desestimó además los planteos de nulidad e inimputabilidad esgrimidos por la defensa del imputado.
Juan Antonio Martínez Parra había sido visto por última vez el 30 de septiembre de 2015. En ese momento, Carrasco era su inquilino. Hacía cuatro meses que le estaba alquilando una habitación en el fondo del terreno y siempre se sospechó de él. Se cree que lo mató para cobrar un plazo fijo de la víctima.
Los jueces se apoyaron en dos clases de prueba para condenarlo: la testimonial y la científica. En cuanto a la primera sostuvieron que todos los testigos coincidieron en que “después que desapareció Parra, el acusado limpió por completo la propiedad y hasta se lo vio lavando ropa un día que llovía”. Este comportamiento llamó la atención de todos los allegados de la víctima debido a que todos sabían que Carrasco “no limpiaba nunca” y que “quien se encargaba de hacerlo era Parra”. Reafirmaron sus sospechas en el momento en que declararon que sintieron un olor muy fuerte cuando fueron a buscar a la víctima y que creyeron que era un líquido similar a “fluido Manchester”.
En relación a la evidencia científica, los magistrados argumentaron que el martillo con el que golpearon y mataron a la víctima fue encontrado en la habitación donde vivía Carrasco. A esto se sumó que se le hallaron restos genéticos de Parra y del imputado. Además, subrayaron que el hacha con la que fue desmembrado se la halló “detrás de unos ladrillos frente a la habitación del acusado”. Esta herramienta también tenía material genético de la víctima. Agregaron que durante la investigación se logró secuestrar una mochila que contenía el DNI de Parra y una carpeta con cuatro certificados de depósitos de plazo fijos por un total de 341.393 pesos, que fue secuestrada en la casa de una conocida del acusado. Carrasco le había pedido que “no la revisara” y que “después iba a pasar a buscarla”. Ante la abundante pruebe es que fallaron en contra del acusado.
Un gran alivio
La familia de Carrasco sintió ayer un gran alivio cuando escucharon que quien lo había matado iba a pasar gran parte de su vida encerrado. Todos se quebraron en llanto y luego se fundieron en un sentido abrazo.
Uno de los hijo de Parra, Miguel Eduardo, accedió a hablar con este diario después de la lectura de la sentencia. Entre lágrimas confesó que el dolor que siente por la pérdida de su padre es irreparable, pero que pese a esto sintió que se hizo Justicia por él.
“Estamos muy conformes y tranquilos porque todo se paga en esta vida. Agradecemos mucho a las autoridades que hicieron esto posible (por la sentencia). Lo único que lamentamos es que el dolor queda porque ese vacío nadie lo ocupa”, indicó Miguel Martínez.
El Tribunal que juzgó a Carrasco desestimó además los planteos de nulidad e inimputabilidad que había realizado la defensa del acusado.
“Estamos muy conformes con la sentencia porque sentimos que se hizo Justicia. Lo único que lamentamos es que ese vacío nadie lo ocupa”.
Miguel Eduardo Martínez, hijo de la víctima.
El caso
El cuerpo de Juan Antonio Martínez Parra fue hallado el 3 de octubre del año pasado en su casa de Fernández Oro. Estaba irreconocible ya que había sido mutilado y le habían arrojado cal. Hacía dos días que su familia no sabía nada de él.
Las sospechas de que Carlos Carrasco había tenido algo que ver con su desaparición fueron instantáneas. Se debió a su comportamiento y a que la familia sabía que la víctima y el acusado no tenían una buena relación. Los investigadores creen que lo mató para cobrar
el dinero que tenía en un plazo fijo. Se estima que la víctima había ahorrado cerca de un millón de pesos.
La clave de la condena estuvo en la prueba que se logró hallar.
Datos
- El Tribunal que juzgó a Carrasco desestimó además los planteos de nulidad e inimputabilidad que había realizado la defensa del acusado.
- “Estamos muy conformes con la sentencia porque sentimos que se hizo Justicia. Lo único que lamentamos es que ese vacío nadie lo ocupa”.
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