La foto que es una lección para padres

Spencer Elden fue fotografiado cuando era un bebé para la portada del mega exitoso disco de Nirvana de 1991, Nevermind, y ahora demanda a la banda y al fotógrafo alegando que la imagen es pornografía infantil. Más allá de él, ¿qué pasa con las fotos de los niños?

¿Cómo te sentirías si la foto de tu bebé desnudo terminara en decenas de millones de hogares? Eso es lo que le sucedió a Spencer Elden, quien fue fotografiado cuando era un bebé para la portada del mega exitoso disco de Nirvana de 1991, Nevermind, y que ahora está demandando a la banda y al fotógrafo alegando que la imagen es pornografía infantil.


Aunque la demanda parezca o no una estrategia cínica para ganar dinero fácil -una con remotas posibilidades- la foto presagió una pregunta importante para los padres contemporáneos. ¿Deberíamos abstenernos de generar imágenes públicas de niños que son demasiado pequeños como para entender el significado de “público”? Y si nos convencemos de que podemos controlar lo que publicamos en Facebook e Instagram, ¿estaremos engañándonos a nosotros mismos?

El año en que Elden fue fotografiado para la portada de Nevermind, las madres y padres comunes no tenían la capacidad de lograr que sus hijos o hijas se hicieran virales, ni siquiera por accidente. El primer proveedor de servicio de internet comercial tenía menos de dos años. Las redes sociales ni siquiera eran un destello en los ojos de un niño de siete años llamado Mark Zuckerberg. A menos de que fueras Demi Moore, quien posó desnuda y embarazada para la portada de Vanity Fair de agosto de 1991, no había manera de hacer público todos los detalles de un embarazo y la vida temprana de un niño.

Incluso el éxito de Nevermind fue sorpresivo. Eso -y tal vez algo de confusión acerca de la finalidad de la sesión fotográfica- pudo haber sido la razón por la que los padres de Elden no analizaron mucho la propuesta cuando el fotógrafo Kirk Weddle, un amigo de la familia, les ofreció 200 dólares para participar en el proyecto (la demanda alega: “Ni Spencer ni sus tutores legales firmaron algún documento que autorizara el uso de cualquier fotografía de Spencer o de su imagen”).

Pero lo que alguna vez estuvo por encima de las capacidades logísticas de la mayoría de los estadounidenses, hoy es algo que incluso un tecnófobo realiza en un instante. Quita menos de 30 segundos tomar una foto desde el teléfono y subirla a las innumerables plataformas en las que muchas personas ahora documentamos nuestras vidas, con demasiado detalle. Las niñas y niños son bienes valiosos en la economía de influencers. Los hijos e hijas del clan Kardashian-Jenner y de estrellas como Chrissy Teigen toman su lugar en las narrativas públicas de sus familias desde su nacimiento. Así que, ¿por qué no deberían tener todos los bebés una cuenta en Instagram?

Más allá de que las fotografías de menores de edad estén sujetas a la manipulación, publicarlas en línea sigue siendo un acto sin el consemiento de los niños.


No hace falta tener un amigo fotógrafo con conexiones en la industria de la música para que una fotografía viaje mucho más allá de su contexto original. Con un clic derecho o una captura de pantalla, cualquier imagen puede ser republicada o reutilizada para usos mucho más personales o perversos que la portada de Nevermind.

Independientemente del hecho de que las fotografías de menores de edad estén sujetas al robo o la manipulación, publicarlas en línea sigue siendo un acto de creación de imágenes, uno que a menudo ocurre sin su consentimiento, y que por lo general no tiene tanto que ver con la imagen pública de los niños o niñas como con la imagen que los padres están tratando de proyectar de sí mismos.

Es posible objetar muchos de los argumentos de los abogados de Elden, entre ellos la insinuación de que el fotógrafo “activó el ‘reflejo nauseoso’ de Spencer antes de lanzarlo al agua” porque quería “asegurarse de que la portada del álbum detonara una respuesta sexual visceral del espectador”, o que la intención era que Elden posara “como un trabajador sexual” en busca de dinero. Los reflejos nauseosos de los bebés los protegen de inhalar cosas que no deberían, como grandes cantidades de agua de una piscina. Y hay un argumento sólido acerca de que la imagen trata sobre el capitalismo en vez de sexo, o de la combinación de esas dos fuerzas.

La gente también podría decidir cuestionar las motivaciones de Elden para presentar esta demanda, considerando que como adulto ha participado en la recreación de la portada del álbum, y ha posado para fotografías mostrando la misma imagen que supuestamente le causó un “daño permanente”.

¿Por qué publicamos fotos de ellos? ¿Para satisfacer nuestros egos?, se pregunta la autora.


Sin embargo debemos concederle, y a los niños y niñas de todas partes del mundo, lo siguiente: la manera en que nos sentimos acerca de cómo los demás nos perciben puede cambiar con el tiempo, en especial a medida que crecemos y las normas culturales se transforman. Lo que pudo haber comenzado como la fuente de una anécdota divertida podría volverse una situación claustrofóbica, en especial si esa imagen es muy poderosa y popular como para ser desafiada por otra imagen. Pornografía infantil o no, ¿quién quiere ser visto como un bebé para siempre?

Esa, más que cualquier otra cosa, es la lección que nos deja la demanda de Elden. Quizás los padres de Elden fueron ingenuos cuando dejaron que su amigo le hiciera esa foto a su hijo hace 30 años. Pero nosotros, los que estamos criando niños hoy, no tenemos esa excusa.

A la larga, debemos tener el sentido común de preguntarnos qué es más importante: publicar imágenes en las redes sociales para satisfacer nuestros propios egos o dejar un espacio para que nuestros hijas e hijos cuenten sus propias historias sobre sí mismos.

Por Galyssa Rosenberg; The Washington Post.-


Un poco de contexto: La demanda



A 30 años del lanzamiento del icónico álbum “Nevermind”, de Nirvana, caracterizado por la figura de un bebé en su portada, la persona retratada demandó a la banda por “pornografía infantil”.

El hombre que fue el bebé de tapa y que hoy va a la justicia.


El hombre reclama al menos 150 mil dólares de resarcimiento de cada uno de los involucrados, entre los que aparecen los integrantes vivos del grupo, Dave Grohl y Krist Novoselic; Courtney Love, viuda de Kurt Cobain; el fotógrafo Kirk Weddle; el director de arte Robert Fisher; y las compañías discográficas.


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