“La gente siente

La diputada Bullrich advierte –con cierto temor– una descomposición, licuación, del poder del gobierno. Y que la sociedad comienza a expresar malestar cuando sale de la abstracción y enfrenta la realidad.

Redacción

Por Redacción

CARLOS TORRENGO

carlostorrengo@hotmail.com

¿Cómo define la situación política, su trámite?

– Yo estoy un poco asustada …

…no parece tener la personalidad que uno infiera de que puede asustarse. Al menos en clave a la política…

– Pero lo estoy en relación a que el trámite político viene muy rápido, muy apresurado. Hay una descomposición acentuada del poder del gobierno y aproximación a una fuerte crisis. El modelo del gobierno muestra su inconsistencia, algo que se evidencia en la pérdida de aliados, en las voces desde adentro que se escuchan y que buscan tomar distancia. El malestar, desde lo institucional, tomará cuerpo en las provincias, que -hasta hoy acalladas con recursos para obras, etcétera-, bueno… comienzan a tomar nota de que los recursos van a escasear.

– Si ese es el curso de la historia por venir o que se está acariciando, en situaciones de esta naturaleza a lo largo de mucho de nuestra historia, siempre surge la conjetura de cómo explicará el poder los problemas. ¿Cómo cree que lo hará el kirchnerismo?

– Estoy convencida de que lo hará sacando las culpas afuera.

– ¿Cuál sería el infierno?

– Seguramente que explicarán que todo es producto de las acciones de corporaciones que quieren trabar el desarrollo del modelo nacional y popular, pero la sociedad no les creerá. Porque este es un dato interesante en relación a la situación política: la sociedad está palpando en carne propia y en términos crecientes, la inflación, las restricciones que se le imponen para sus manejos económicos o contra sus recursos y la debilidad y sometimiento de nuestras instituciones ante el kirchnerismo y las implicancias que tiene esa debilidad y sometimiento de cara a los propios problemas de la sociedad. La gente comienza a estar cabos…

– ¿De qué relación, vínculo, está saliendo la gente en relación al poder?

– Está dejando lo que le parecía abstracto o lejano en materia de problemas, de la potencialidad que durante mucho tiempo arrastraron esos problemas… también sale de la abstracción y la lejanía con que miró, pensó, la relación que tenían esos problemas con formas y estilos del kirchnerismo en el ejercicio de poder. Ahora se está verificando en lo concreto, lo palmario, que aquello que era abstracto y lejano –la eventualidad de crisis ya no lo es– es la realidad. Este cambio de relación de la gente con la gestión del gobierno se palpa crecientemente. El jueves, nosotros tuvimos una experiencia directa sobre todo esto…

– ¿La mesa que ustedes pusieron en Florida y Lavalle?

– Sí, sí; la organizamos para explicar los alcances negativos que tiene la Resolución 3333b de la Afip en el marco de un mundo que está globalizado, interrelacionado intensamente… comunicado, informado al instante. Y ahí nos encontramos de cara, en tiempo real, con los daños que provoca esta resolución. Un trabajador boliviano –por caso– que le manda 200 dólares por mes a su familia en Bolivia para que sus hijos estudien y ahora no se los puede enviar. Una señora que tiene una hija realizando una maestría en Bolonia y que está enferma, y ella no le puede enviar dólares… Y se acercaban a la mesa aquellos que si bien no les había sucedido nada en relación a esta resolución, sentían que les podía suceder en cualquier momento.

– Reflexionado desde lo político, ¿qué cree que se encarna en la gente a partir de este tipo de procesos?

– Creo que se encarna la idea de que al gobierno comienza a licuársele el poder.

– Usted comenzó a militar en política, en el peronismo concretamente, a los 16 años. Militancia que la llevó incluso a, digamos, vivir peligrosamente en años crueles para el país. Conoce muy bien la interioridad peronista. ¿Qué cree que, desde la percepción del poder, lleva al kirchnerismo a creer que el poder se reproduce siempre desde lo extremo, la radicalidad como sistema de decisión?

– Creo que eso tiene que ver con que el sistema político argentino se ha constituido, ha devenido, en un espacio donde hay un solo partido con capacidad de gobierno, de gestión. El peronismo siente que no puede ser reemplazado por nadie con capacidad de gobierno. Porque de hecho el radicalismo tiene problemas muy serios a la hora de gobernar, o sea problemas de gobernabilidad. Miremos los mandatos radicales y miremos cómo terminaron…

– ¿Cómo define esta dialéctica del sistema político?

– Existencia de alternancia electoral, ausencia de alternancia de gestión.

– Ricardo Sidicaro y Juan Carlos Torres -tal vez los dos más rigurosos investigadores del peronismo- sostienen que el peronismo es un sistema político en sí mismo: gobierna y se genera su propia oposición desde su propio interior. ¿Está de acuerdo?

– Sucede que esa ausencia de alternancia de gestión le brinda seguridad al peronismo. Y entonces funcionan, sí, como un sistema político en sí mismo. Por eso en Argentina tiene que surgir el verdadero segundo partido. Sí, ya se: la UCR es el segundo partido nacional desde lo estructural, pero no lo es en cuanto a recambio del poder con disposición a tener capacidad de gestión.

– Esa contradicción de la UCR es muy seductora para la historia…

– Es que el radicalismo sabe pelear por el poder pero tiene déficit para ejercerlo.

– Desde esta perspectiva del funcionamiento del radicalismo, ¿qué extrae de lo sucedido en el 2001, un tiempo “muy acontecido” como suelen señalar los americanos a los tiempos intensos?

– Desde esa perspectiva, por ejemplo, a nadie –ni siquiera al mismo radicalismo– se le ocurrió que la crisis se manejara desde el propio radicalismo, se crearan instancias desde ahí. No, nada de eso. Pareció natural que el que manejara la crisis fuera el peronismo. En ese curso, el peronismo volvió a construir hacia adentro y hacia su afuera, la convicción de que al fin y al cabo es la seguridad de gobernabilidad. Y así no puede funcionar bien un sistema político como lo estamos comprobando.

– ¿A qué se reduce -por así definirlo- el dilema de la alternancia?

– A construir un poder que demuestre que Argentina puede ser administrada, gestionada con poder sin que sea un poder igual que el que se quiere reemplazar. Ese es el desafío. Distinto en formas, prácticas, estilos de ejercer el poder, pero que sea poder. Porque también hay que computar que la creación de una alternativa de esta naturaleza debe apuntar a… no sé cómo decirlo… a destrabar las culturas que se forjan al ver funcionar al sistema político desde una única centralidad: el peronismo.

– ¿Se refiere al clientelismo, el “punterismo”?

– Hace a eso, sí. Pero hablo fundamentalmente del convencimiento que puede ganar en gran parte de la sociedad de que el cambio de un gobierno está dentro del mismo sistema de ejercicio de poder que define a ese poder. Concretamente: el caso Scioli. Ha sido consustancial al kirchnerismo. Como tal, una pieza importante en la producción y reproducción de poder arbitrario y excluyente que signa al kirchnerismo. Pero puede haber mucha gente convencida de que, porque Scioli marca alguna diferencia con el poder K o dice que le gustaría ser candidato en el 2015, bueno… esa gente crea que no tiene nada que ver con el poder K y busque una alternativa electoral por ese lado.

– Los “otros” que no son “otros”, escribió Lisandro de La Torre cuando se distanció de aquello a lo cual le había hecho una guiñada: el golpe del ´30…

– Claro, ese “otro” que no es tal. Yo no creo que vaya a suceder, pero sí es posible que gran parte de la sociedad, acostumbrada a que el peronismo se asuma como lo único posible de gobernar, crea que el cambio del sistema en el poder está en el mismo sistema. No puede ser que el futuro político de Argentina esté siempre en manos de un peronismo que cuando está en la oposición, la corre, la aprieta con el sindicalismo o con lo que sea…

Martín Heer

entrevista: A Patricia Bullrich, diputada nacional de Unión por Todos


CARLOS TORRENGO

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