La importancia de la lectura en la Revolución de Mayo

María Sáenz Quesada subrayó la variedad de textos que circulaban

La historiadora María Sáenz Quesada resaltó la importancia e influencia de los libros y la lectura en el proceso histórico que desembocó en la Revolución de Mayo 1810. En el marco de la charla Todo es Historia. Diálogo: “El Bicentenario en América Latina” que la ex secretaria de Cultura porteña brindó junto a Juan Ruibal y organizada por la Revista “Todo es Historia” en la Sala Domingo Faustino Sarmiento, Quesada indicó que “hacia 1800 la circulación de ideas, el libro, tienen una gran importancia en el mundo europeo donde la industria editorial, los autores y la cantidad de gente alfabetizada comienza a aumentar y los autores, los libros circulan mucho”. “Hay gabinetes de lectura en las grandes ciudades y en las ciudades menores hay gacetas, hay publicaciones, hay un movimiento cultural que llega a América”, explicó Quesada. “Porque en la misma medida que se multiplicaban los intercambios comerciales no controlados, sino por contrabando porque eran necesarios e indispensables porque las guerras habían quitado a España la potencia de controlar que fueran sus barcos los que traían las cosas a América, hacen que haya mucha circulación de libros en forma clandestina”. “En cuanto a lecturas es fascinante el universo que abre el libro a distintos personajes. Por ejemplo, un esclavo de Haití que aprendió a leer y llegó a sus manos un libro que estaría en la biblioteca de sus amos que describía el tema de la esclavitud en las sociedades americanas y pronosticaba que quizás algún día un nuevo Espartaco negro les daría las libertad a sus pueblos. Ese Espartaco negro fue finalmente él mismo que se sintió llamado a llevar ese mensaje”, contó Quesada. También citó el caso de Manuel Belgrano: “El cambia sus ideas; el va como hijo de un comerciante rico, él llega a los 16 años a España y ahí son las lecturas variadas que hace las que le hacen ver que hay cantidad de tiranos y tener la idea de que hay que terminar con ellos pero también fundar un orden nuevo basado en la ética del ciudadano”. También ejemplificó con la figura de Antonio Nariño, el precursor de la independencia de Colombia, quien “tenía la mejor biblioteca de Bogotá”: “Había un lugar llamado el Arcado de la filantropía y ahí el tradujo La Declaración de Derechos del Hombre y la publicó clandestinamente de forma que empezó su carrera política”. Quesada explicó que no sólo los libros fomentaron nuevas ideas sino que otro tema clásico del siglo XVIII fue la traducción y el deseo de “ir conociendo a los autores de otros países”. “En síntesis, había literatura de viajeros, de historia, lectura eclesiástica, ciencias, erotismo, había una variedad realmente amplísima”, concluyó. (Télam)

La historiadora participó de la charla “El Bicentenario en América Latina”.


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