La inversión turística como motor para generar empleo

Cada vecino o vecina se pregunta si en la ciudad en la que vive habrá oportunidades de trabajo para ellos, para sus hijos y también para sus nietos. Nos corresponde desde los gobiernos pensar nuestros planes para por lo menos tres generaciones, asegurando así las condiciones de vida de nuestros ciudadanos.

Decimos comúnmente que el turismo es un gran generador de mano de obra. Eso es cierto en términos de servicios turísticos directos, pero lo es también en aquella mano de obra indirecta que se despliega alrededor del turismo. Los servicios turísticos y la infraestructura turística pública y privada de una ciudad internacional como Bariloche, compiten con las ciudades del resto del mundo. Por eso es necesario que el sector esté atento y se renueve permanentemente, o se realicen propuestas nuevas en base a cómo va cambiando la oferta turística. Esto significa inversiones locales, nacionales y extranjeras.

Bariloche es el tercer destino turístico del país, y eso lo sustentan miles de trabajadores y trabajadoras, directos e indirectos. La relación es sinérgica y simbiótica: el turismo no puede sostenerse sin ellos, y ellos no podrían sobrevivir sin el turismo. Ese vínculo de supervivencia ha quedado más que demostrado con esta pandemia, que obligó primero al cierre y luego a la limitación de toda actividad turística.

Según las cifras oficiales de 2020, solamente en alojamientos turísticos trabajaban más de 4000 barilochenses, pero a eso se suman locales gastronómicos, guías de turismo, agencias de viaje, comercios, transporte, emprendedores y otros servicios asociados, y también toda una economía que gira en torno al crecimiento de la infraestructura turística, y que genera empleo en otros rubros muy diversos: el albañil que construye una cabaña turística, el mecánico que hace mantenimiento a un catamarán, el ingeniero que diseña la entrada de un gran hotel, el playero que carga combustible. Teniendo eso en cuenta, la cifra de empleo generado por el turismo se multiplica por 10: se estima que por cada turista que llega a la ciudad se generan en total, directa e indirectamente, alrededor de 42.000 puestos de trabajo. En una ciudad que ronda los 150.000 habitantes, ese número es más que significativo.

No me queda duda que superada la pandemia el turismo se reactivará y promoverá una importante actividad económica. Debemos estar preparados como ciudad para recibir inversiones que de hecho ya están sucediendo. Como municipio hemos trabajado y lo continuamos haciendo para dotar a la ciudad de sistemas más ágiles y de aliento a la inversión privada. En el ámbito de los grandes proyectos hemos desarrollado el proceso que denominamos Acciones Urbanísticas, que permite analizar rápidamente la viabilidad de las propuestas de manera de agilizar las respuestas que permitan tomar decisiones. Desde hace ya un año, el sistema de análisis de obras particulares se ha digitalizado, lo que permite una revisión más rápida y un control online por parte de los interesados.

El sistema de Código Único de Habilitaciones permite que aquellos que quieran desarrollar una actividad comercial vean facilitados sus trámites y además responde al concepto de habilitar por riesgos y no por rubros, acorde a lo que se ha postulado como la norma del arte a seguir.

Es decir que desarrollamos herramientas para ser receptivos a los inversores que dentro del marco normativo quieran crecer en Bariloche. No es menor entonces nuestra decisión de trabajar en los planes estratégicos de Desarrollo Urbano y Ambiental de la ciudad. Hemos impulsado en forma participativa el Plan del Oeste de la ciudad y en este momento estamos trabajando sobre los que denominamos Centro-Sur y Este. De esta manera, alentamos el crecimiento ordenado y ambientalmente sustentable de la ciudad.

Pensar una ciudad que reciba y aliente las inversiones exige de mucha responsabilidad, pero pone de manifiesto nuestra línea estratégica de trabajo en pos de que se genere trabajo genuino en Bariloche.