La lucha de una niña que inspiró a una escuela

El 29 de mayo de 2009 inauguraron la sala de informática en la Escuela 320, con el nombre de Gimena Pilchuman, que fue alumna de esa institución hasta 2008 cuando murió. Diez años después, su recuerdo sigue vigente.

“Todo es posible si ponemos un granito de arena”, decía Gimena Pilchuman a sus padres con bastante frecuencia. Era como una frase que la inspiraba. Su madre recordó que su hija estaba convencida de que si alguien necesitaba ayuda, había que estar dispuesto a colaborar. “Me decía; mamá, a mi compañera la falta una cartuchera, ¿se la puedo llevar?”, rememoró Gabriela Latorre.

Pasaron 9 años y medio desde la muerte de Gimena, que asistió desde primero hasta séptimo grado a la Escuela 320 del barrio Boris Furman. Hoy, tal vez pocos niños que son alumnos de esa escuela saben quién fue Gimena.

La Escuela 320 está en el corazón del barrio Boris Furman. (Foto:Marcelo Martínez)

Pero es un nombre que forma parte de la escuela. La sala de informática lleva el nombre de la niña. Y aunque Gimena nunca usó una computadora, docentes y directivos eligieron hace 10 años ponerle su nombre a ese espacio como un reconocimiento a la lucha de la niña contra una enfermedad.

Gimena simbolizó el esfuerzo que demandó a la comunidad educativa abrir la primera sala de informática para los chicos de la Escuela 320.

Para muchos alumnos de esos años fue la oportunidad de acceder a una computadora.

La niña murió un 27 de noviembre de 2008 como consecuencia de una artrosis reumatoidea, que la mortificó durante toda la vida.

Gimena peleó hasta los 14 años cuando su cuerpo dijo basta. Pero su sonrisa y ganas de vivir quedaron para siempre en la memoria de aquellos docentes y compañeros que compartieron esos años en la Escuela 320.

Su madre recordó que Gimena siempre quiso asistir a clases a pesar de los serios problemas que tenía para desplazarse. Todo ese esfuerzo quedó grabado en una placa que identificó a la sala de informática de la Escuela 320.

“En esos años no había nada y era como que los chicos de la escuela no iban a tener posibilidades”, recordó Nélida Cayún, que hace una década era la directora.

Silvia Blanco, Nieves Montecino, Gabriela Latorre y Nélida Cayún (Gentileza)

Dijo que la idea de tener una sala de informática tuvo el apoyo de los padres desde el primer momento. Comenzaron a juntar fondos con eventos, venta de empanadas, peñas.

Cayún aseguró que hace 10 años casi ningún chico de la escuela tenía acceso a una computadora. Después de mucho trabajo, pudieron lograr el sueño de la sala de informática.

“Fue una experiencia magnífica, porque el proyecto caló hondo entre los padres, que venían a las reuniones, aportaban ideas, su tiempo y hasta ponían dinero, cuando muchos no tenían recursos suficientes”, contó la exdirectora.

“Mirándo a la distancia lo que se hizo, me sorprende”, señaló la mujer que hoy está jubilada. Dijo que la sala se inauguró el 29 de mayo de 2009. “Creo que teníamos doce computadoras que pudimos comprar”, rememoró.

Un aporte que recibieron de provincia por una reparación atrasada fue importante para terminar de reunir el dinero necesario.

Dijo que la docente Silvia Blanco propuso que la sala lleve el nombre de Gimena, que había fallecido en noviembre de 2008. Era una forma de homenajear a la niña que luchó contra una enfermedad durísima.

Hace 10 años le pusieron el nombre de la nena a la sala. (Gentileza)

“La recuerdo a Gimena como una nena que tratamos de hacerla feliz en la escuela”, sostuvo la exdirectora.

Recordó que en 2007 la escuela estuvo sin calefacción porque sufrían robos reiterados de piezas de los calefactores. “Y ese año pasamos mucho frío y Gimena era la que más sufría el frío, pero tenía un empuje impresionante. Enferma siempre estaba con una sonrisa. Nunca la vimos triste”, destacó Cayún.

“Ella siempre estaba contenta a pesar de su problema motriz”, indicó. Recordó que cuando la enfermedad había avanzado demasiado, la nena no podía copiar los deberes y sus compañeros se turnaban para que pudiera tenerlos. “La idea era que ella pudiera explorar otro mundo”, relató.

Pero Gimena no pudo conocer la sala de informática, ni usar una de las computadoras. Sin embargo, su coraje y ganas de vivir forman parte de esta pequeña historia

Ponen a punto la salita

Padres, madres y docentes trabajaron en las mejoras que necesitaba la sala de informática para tenerla en condiciones para el miércoles cuando festejarán 10 años de funcionamiento.

Padres, madres y docentes trabajan en la sala de informática para su reinauguración el miércoles. (Foto: Marcelo Martínez)

Será un momento especial para Gabriela Latorre, que volvió a reencontrarse con la comunidad educativa de la Escuela 320 después de un prolongado duelo tras la muerte de su hija, Gimena.

Gabriela contó que le costó mucho tiempo regresar a la Escuela 320. Admite que es un problema que ella tenía. Los recuerdos eran demasiados dolorosos. Pero su hija, que nació al año siguiente de la muerte de Gimena, ayudó a dejar atrás esa parte de la historia.

La nena asistía a otra escuela de Bariloche, pero pidió que la cambiaran a la escuela donde asistía su hermana. Hoy, la nena es alumna de cuarto grado y es feliz en esa institución educativa.

Gabriela valoró todo lo que hicieron por Gimena y el acompañamiento que tuvieron hace una década de toda la comunidad educativa. “Una maestra se enteraba que teníamos que viajar a Buenos Aires para la atención de Gime y organizaba una alcancía y los chicos colaboraran con moneditas”, recordó Gabriela.

“Recuerdos muy valiosos y una gran ayuda para nosotros”, destacó hoy después de diez años y medio.

“Cuando me llamó en 2009 Neli, que era la directora, para avisarme que los alumnos y los padres querían ponerle el nombre de Gimena, para mí fue muy emocionante”, señaló. “Fue como que mi hija había dejado una huella y esa idea de la solidaridad, del compañerismo y el esfuerzo”, resumió la madre.


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