La política de la pose

PANORAMA NEUQUINO

Hay un aspecto de la actuación pública que devela a los políticos de cabotaje neuquino: entender que la política es el campo de la pose. No vista en su concepción hipócrita de saciar la curiosidad lujuriosa que tiene en internet el vehículo más barato y eficiente, sino en la manera de avanzar hacia el triunfo de las posiciones, es decir intentar el convencimiento.


Hubo cuatro momentos en la política neuquina que permitieron ver, sin el lustre de la imagen retocada, que existe una grieta entre la pose y el convencimiento. Uno: el obediente bloque del MPN en la Legislatura rechazó el pliego de una candidata judicial porque, en pose de convencimiento, dijo que era feminista. Pero avaló a otro candidato que, en el extremo opuesto, desacreditó posturas sociales que ubicaron en la moda al feminismo, es decir algo pasajero. Hasta ahí se podría anotar la decisión en una cuestión política que tiene dosis de discrecionalidad.

La pose que se adoptó para justificar la postura fue desmedida: se comparó un título de este diario con la inquisición y el nazismo. Quedó al desnudo que causó molestia la forma y no el fondo en un juego en el que, desde que se reformó la Constitución provincial, hay reglas que tienen grises y escamotean justificaciones.


Dos: en los márgenes subjetivos de maniobra que tiene el gobernador Omar Gutiérrez hubo una pose que buscó convencimiento en un estilo muy particular. Llegó tarde a una reunión donde se capacitaba sobre género y, sin mediar amortiguación, vomitó que era necesario rediscutir ese término porque se preguntó qué pasaba cuando una mujer mata a un hombre (es un homicidio y, como el caso de Plaza Huincul, la victimaria está presa).

En esta ocasión, tal vez por el margen de maniobra, se apuntó al mensajero y al mensaje se lo digirió edulcorado. Tuvo impacto nacional mediante su divulgación a través de una red social de una modelo devenida en agorera política.


Tres. La pose sin palabras fue la que se adoptó en la Legislatura cuando sus integrantes fueron receptores de una carísima joya y solo uno (¿desempolvó su pose demagógica?) anunció que la donará a una escuela. No hubo defensa verbal aunque se hizo mención a que en otros finales de mandato también hubo entrega de presentes, como si eso justificara la innecesariedad del gesto.

El gasto fue ínfimo en comparación con los grandes números de la provincia pero grosero con partidas que tienen dependencias públicas que están en la trinchera de la escasez social.


Esconder o mostrar reacciones configuran en la política neuquina un dilema que aún no sedimenta en las razones sociales que se pretende solucionar.



Cuatro. Los once titulares del equipo de Omar Gutiérrez (en rigor son trece pero hay dos vacantes) están con cierta dosis de nerviosismo no por la finitud del período que se esperaba sino por el hermético juego de no saber qué pasará desde el 12. La pose que adoptó el titular del Ejecutivo fue enviar mensajes vinculados (se supone) a premios y castigos. Creó un ministerio y le puso nombre y apellido.

Vanina Merlo, hoy a cargo de Ciudadanía, tendrá bajo su órbita a Seguridad, Gobierno y Trabajo. Dicen que quien ocupa uno de esos ministerios se enteró por el diario que su cartera dejará de existir, aunque en la pose formal dijeron que ya sabía. En una inocultable pose de mostrar apertura hacia la equidad de género nominó (como el Gran Hermano hacia el misterioso confesionario) a la intendenta de Piedra del Águila, pero aún sin cartera.


Con la formación de un nuevo gabinete en el gobierno provincial comenzó una etapa de (in)madurez con gestos que buscan los premios y los castigos.



El profesor de Filosofía Hugo Herrero escribió un artículo en la revista Capital de Chile donde aborda el tema de la pose en la política. Concluye que si la política utiliza la pose para llegar a la emancipación humana vía el acuerdo mediante la deliberación se pierde la autenticidad del político.
Ergo, no está mal la pose, porque en definitiva hay que serlo y parecerlo, sino pretender que solo así se logran objetivos de convencimiento. Tampoco es útil la grieta entre el nosotros y ellos que resulta ser el refugio más cómodo cuando es limitada la existencia de argumentos. Una cosa es el consenso y otra el acuerdo total.


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