La solidaridad que llena el alma de una familia

Organiza campañas en Bariloche para asistir a vecinos de la ciudad con ropa y alimentos. La ayuda también llega a pueblos y parajes de la Línea Sur.

gentileza

La energía que transmite Daira Sosa sorprende a primera vista. Sus ganas de ayudar a los demás, contagia a las personas que la rodean. Su madre, María Durán, lo sabe y la acompaña siempre. Desde mediados del año pasado, Dai, como la conocen sus amigas y amigos, junto a su familia, se dedicó a organizar campañas solidarias. Gestos que arrancaron sonrisas a niños y contribuyeron a paliar un poco la crítica situación que viven familias de Bariloche y de parajes de la Línea Sur de Río Negro.

La joven de 19 años contó a “Río Negro” que una noticia de familias que buscaban comida en el vertedero municipal el invierno pasado la conmovió. Resolvió empezar una campaña por redes sociales para juntar ropa, alimentos y calzado. La respuesta de amigos y conocidos fue increíble.

En el camión de su padre fueron a dejar las donaciones. La primera entrega se hizo sin problemas. La segunda ya hubo que sortear obstáculos burocráticos.

Dai nunca imaginó que la sencilla campaña se extendería después hasta las familias de Clemente Onelli, Anecón Chico y Anecón Grande.

Contó que les había quedado mucha ropa donada y no sabían qué hacer. Su abuelo les recomendó contactarse con Hugo Carriqueo, que tiene una radio en esta ciudad, y que hace campañas solidarias en la Línea Sur. El conductor les ofreció llevar las cosas en una camioneta porque iban a festejar el Día del Niño a Clemente Onelli.

Dai no dudó y con su madre, una prima y su hermana emprendieron el primer viaje solidario. En Clemente Onelli conocieron a Alfredo Pérez, que hace un trabajo solidario enorme, destaca la joven.

Fue una experiencia inolvidable. Dai conoció un mundo diferente. Regresó a Bariloche con su madre dispuesta a iniciar otra campaña. Volvieron a Clemente Onelli para el Día de la Madre. Llevaron todos los alimentos que habían recolectado una noche en el boliche Lelac.

Dai contactó al dueño del local nocturno, que le permitió hacer la campaña. “Los chicos que entraban antes de las 2 de la madrugada no pagaban la entrada si llevaban un alimento no perecedero –relató–. Juntamos cinco changos de supermercado. Fue increíble”.

Después golpearon puertas de chocolaterías. Algunas se abrieron. Reunieron presentes para las 53 madres de Clemente Onelli y los parajes de los alrededores, que tenían en una lista. Retornaron antes de Navidad con regalos para los chicos. Recorrieron casa por casa entregando los juguetes y donaciones.

En las campañas colabora toda la familia. Son jornadas extensas de trabajo porque hay que preparar todo, salir a pedir las donaciones o ir a buscarlas.

Están agradecidas de Parques Nacionales y del Splif, que facilitaron el traslado hasta esos lugares alejados por caminos destrozados. Agradecidas de todos los pequeños comercios, como la verdulería El Entrerriano, que colaboraron y de muchas personas que ayudaron como Juan de Dios y Carriqueo.

Dai estudia Ingeniería Ambiental en la Universidad de Río Negro. Vive en el barrio Omega y asegura que las campañas solidarias le “llenan el alma”. Este año tienen nuevos desafíos. “Cuando ves tanta necesidad, no te podés quedar con los brazos cruzados”, sostiene.


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