“La trágica Ruta 22: qué distinto hubiese sido su emplazamiento por la barda”

Una vez más, la mira sobre la emblemática e inevitable Ruta 22. En particular, sobre su tramo Chichinales-Senillosa. Recopilando la cantidad de notas, comentarios y propuestas a través del tiempo de la cuestionada ampliación de la ruta en el tramo mencionado, no podemos menos que lamentar, en primer término, la cantidad de muertes y otras víctimas seriamente lesionadas por los frecuentes accidentes que se producen a raíz del intenso, obligado y desordenado tránsito impuesto por la indiferencia, desinterés e incapacidad de las autoridades nacionales. En estos 18 años transcurridos con distintos gobiernos en el orden nacional se ha demostrado la participación y la responsabilidad de la Dirección Nacional de Vialidad y de las autoridades jerárquicamente superiores (presidentes, ministros, secretarios de obras públicas, etc.) que no han tenido en cuenta la elemental problemática de la infraestructura vial en la región del Comahue, principalmente en el tramo de estos 100 kilómetros de intenso tránsito mencionados más arriba, hoy en deplorable estado y con trabajos de ampliación muy demorados y hasta paralizados, en una suerte de cruel abandono de los distintos conductores que circulan cautivos de este peligroso engendro. Los formales, sensatos y suficientes estudios de competentes técnicos y profesionales de ambas provincias que comenzaron a pronosticar desde el año 1997 sobre la necesidad de una nueva ruta por la barda norte, sumado al rechazo a la ampliación de la Ruta 22 por un grupo de personas entre empresarios, fruticultores, etc., que integraran una comisión ad hoc que recomendara con suficiente anticipación esta necesaria nueva vía de circulación avalada por el Colegio de Arquitectos de Río Negro, que se manifestó en tal sentido en un comunicado de prensa en agosto del mismo año –si, hace ya 18 años– adhiriendo a la reubicación de la Ruta 22 en la zona de bardas, al norte de las ciudades del Alto Valle, no resultó suficiente para que los artífices de esta deplorable y peligrosa situación de circulación. También fueron indiferentes a los angustiosos reclamos de familiares de las víctimas de los accidentes fatales que enlutaron a la región y lo siguen haciendo a diario. Pese a los estudios realizados y las recomendaciones apoyadas en los mismos y ante el incontrastable hecho de verificarse tan cruel siniestralidad, en un acto de mayúscula irresponsabilidad en el 2007 los señores Miguel Saiz (exgobernador), Miguel Pichetto (actual senador nacional) y el contador Miguel Pedranti (expresidente de Viarse), todos de la provincia de Río Negro, consumaron políticamente, con la participación del administrador de Vialidad Nacional, ingeniero Néstor Periotti, la aprobación de la remodelación que en la actualidad se está llevando adelante a los ponchazos, consistente en la construcción de una multitrocha sobre el tramo existente desde Chichinales a Cipolletti. Tan aguda falta de visión de estos improvisados arquitectos de la multitrocha (“multitrucha”) no tuvo en cuenta los grandes emprendimientos que se avecinaban en el Valle, como la explotación del potasio, la expansión de Vaca Muerta y la eventual ejecución de Chihuido, con una proyección de utilización de equipos de transporte pesado para transitar hacia los puertos de Bahía Blanca, San Antonio o hasta Buenos Aires. Desoyeron a los que saben, a la inteligencia de los profesionales, al sentido común de gente de bien, a las recomendaciones de entidades sin fines de lucro, etc., avanzando sobre la sangre de las víctimas pasadas y futuras bajo el paraguas populista de los Kirchner, tan cortoplacista que luego de tantos años la infraestructura realizada es una auténtica calamidad. No podemos concentrarnos solamente en este formidable desacierto que sufrimos los habitantes de la región en el diario transitar por el tramo que nos ocupa sin mencionar otros factores que forman parte del problema, como por ejemplo la carencia de educación vial, las imprudencias, que si bien suman a la ocurrencia de accidentes, no lo harían en la escala existente de tener una necesaria autopista como ocurre en otras provincias, como por ejemplo San Luis y Mendoza, entre otras, o como ocurre en países vecinos que han reducido considerablemente los accidentes viales con programas de infraestructura insertos en el marco de políticas de Estado. Y si de desidia estamos hablando, cómo no traer a colación el estado de cosas existente con relación al tercer puente sobre el río Neuquén, levantado hace diez años y que a la fecha no puede ser utilizado debido a la oceánica indiferencia e inacción del Occovi, otro organismo nacional que ejerce como comitente en los trabajos de comunicación entre las rutas 151 (en Río Negro) y 7 (en Neuquén). Dicho puente ya ha quedado chico ante el intenso tránsito actual de camiones que abastecen a la industria petrolera, por lo que debemos esperar otros 10 ó 15 años para que se haga uno nuevo, y otro tanto más para que se pueda utilizar. ¿Cómo adjetivar ya tantas falencias en la planificación de las vías de comunicación y de las ingratas consecuencias que ello produce? Cabe recordar que el especialista en logística de energía Alex Fleming, de la consultora de Estados Unidos Ernst & Young, en una nota del 25 de junio pasado advirtió asombrado y preocupado sobre Vaca Muerta que Neuquén tiene entre uno y dos años para planificar su futuro, luego será demasiado tarde. Además el experto trazó un complejo panorama vial al que calificó como un “embudo”, agregando que las rutas locales, las comunes, no aguantarán la intensidad del tránsito, por lo que hay que hacer una inmediata inversión en esta materia. Sirva este ampliado comentario referido a las falencias viales, las imprevisiones y costosos errores, el estado maltrecho de las rutas, su inseguridad, el tufillo a corrupción que permite colegirse ante tanta insensatez, como un mal ejemplo a tener en cuenta en emprendimientos actuales y los que se avecinan, para que nuestros gobernantes se sientan comprometidos a demostrar un serio y honesto interés ante la necesaria participación, y que junto a los sectores privados dé soluciones de integración regional, para que les resulte distinto a nuestros cercanos descendientes transitar por la Barda Norte. Máximo Diez, DNI 5.450.466 Neuquén

Máximo Diez, DNI 5.450.466 Neuquén


Una vez más, la mira sobre la emblemática e inevitable Ruta 22. En particular, sobre su tramo Chichinales-Senillosa. Recopilando la cantidad de notas, comentarios y propuestas a través del tiempo de la cuestionada ampliación de la ruta en el tramo mencionado, no podemos menos que lamentar, en primer término, la cantidad de muertes y otras víctimas seriamente lesionadas por los frecuentes accidentes que se producen a raíz del intenso, obligado y desordenado tránsito impuesto por la indiferencia, desinterés e incapacidad de las autoridades nacionales. En estos 18 años transcurridos con distintos gobiernos en el orden nacional se ha demostrado la participación y la responsabilidad de la Dirección Nacional de Vialidad y de las autoridades jerárquicamente superiores (presidentes, ministros, secretarios de obras públicas, etc.) que no han tenido en cuenta la elemental problemática de la infraestructura vial en la región del Comahue, principalmente en el tramo de estos 100 kilómetros de intenso tránsito mencionados más arriba, hoy en deplorable estado y con trabajos de ampliación muy demorados y hasta paralizados, en una suerte de cruel abandono de los distintos conductores que circulan cautivos de este peligroso engendro. Los formales, sensatos y suficientes estudios de competentes técnicos y profesionales de ambas provincias que comenzaron a pronosticar desde el año 1997 sobre la necesidad de una nueva ruta por la barda norte, sumado al rechazo a la ampliación de la Ruta 22 por un grupo de personas entre empresarios, fruticultores, etc., que integraran una comisión ad hoc que recomendara con suficiente anticipación esta necesaria nueva vía de circulación avalada por el Colegio de Arquitectos de Río Negro, que se manifestó en tal sentido en un comunicado de prensa en agosto del mismo año –si, hace ya 18 años– adhiriendo a la reubicación de la Ruta 22 en la zona de bardas, al norte de las ciudades del Alto Valle, no resultó suficiente para que los artífices de esta deplorable y peligrosa situación de circulación. También fueron indiferentes a los angustiosos reclamos de familiares de las víctimas de los accidentes fatales que enlutaron a la región y lo siguen haciendo a diario. Pese a los estudios realizados y las recomendaciones apoyadas en los mismos y ante el incontrastable hecho de verificarse tan cruel siniestralidad, en un acto de mayúscula irresponsabilidad en el 2007 los señores Miguel Saiz (exgobernador), Miguel Pichetto (actual senador nacional) y el contador Miguel Pedranti (expresidente de Viarse), todos de la provincia de Río Negro, consumaron políticamente, con la participación del administrador de Vialidad Nacional, ingeniero Néstor Periotti, la aprobación de la remodelación que en la actualidad se está llevando adelante a los ponchazos, consistente en la construcción de una multitrocha sobre el tramo existente desde Chichinales a Cipolletti. Tan aguda falta de visión de estos improvisados arquitectos de la multitrocha (“multitrucha”) no tuvo en cuenta los grandes emprendimientos que se avecinaban en el Valle, como la explotación del potasio, la expansión de Vaca Muerta y la eventual ejecución de Chihuido, con una proyección de utilización de equipos de transporte pesado para transitar hacia los puertos de Bahía Blanca, San Antonio o hasta Buenos Aires. Desoyeron a los que saben, a la inteligencia de los profesionales, al sentido común de gente de bien, a las recomendaciones de entidades sin fines de lucro, etc., avanzando sobre la sangre de las víctimas pasadas y futuras bajo el paraguas populista de los Kirchner, tan cortoplacista que luego de tantos años la infraestructura realizada es una auténtica calamidad. No podemos concentrarnos solamente en este formidable desacierto que sufrimos los habitantes de la región en el diario transitar por el tramo que nos ocupa sin mencionar otros factores que forman parte del problema, como por ejemplo la carencia de educación vial, las imprudencias, que si bien suman a la ocurrencia de accidentes, no lo harían en la escala existente de tener una necesaria autopista como ocurre en otras provincias, como por ejemplo San Luis y Mendoza, entre otras, o como ocurre en países vecinos que han reducido considerablemente los accidentes viales con programas de infraestructura insertos en el marco de políticas de Estado. Y si de desidia estamos hablando, cómo no traer a colación el estado de cosas existente con relación al tercer puente sobre el río Neuquén, levantado hace diez años y que a la fecha no puede ser utilizado debido a la oceánica indiferencia e inacción del Occovi, otro organismo nacional que ejerce como comitente en los trabajos de comunicación entre las rutas 151 (en Río Negro) y 7 (en Neuquén). Dicho puente ya ha quedado chico ante el intenso tránsito actual de camiones que abastecen a la industria petrolera, por lo que debemos esperar otros 10 ó 15 años para que se haga uno nuevo, y otro tanto más para que se pueda utilizar. ¿Cómo adjetivar ya tantas falencias en la planificación de las vías de comunicación y de las ingratas consecuencias que ello produce? Cabe recordar que el especialista en logística de energía Alex Fleming, de la consultora de Estados Unidos Ernst & Young, en una nota del 25 de junio pasado advirtió asombrado y preocupado sobre Vaca Muerta que Neuquén tiene entre uno y dos años para planificar su futuro, luego será demasiado tarde. Además el experto trazó un complejo panorama vial al que calificó como un “embudo”, agregando que las rutas locales, las comunes, no aguantarán la intensidad del tránsito, por lo que hay que hacer una inmediata inversión en esta materia. Sirva este ampliado comentario referido a las falencias viales, las imprevisiones y costosos errores, el estado maltrecho de las rutas, su inseguridad, el tufillo a corrupción que permite colegirse ante tanta insensatez, como un mal ejemplo a tener en cuenta en emprendimientos actuales y los que se avecinan, para que nuestros gobernantes se sientan comprometidos a demostrar un serio y honesto interés ante la necesaria participación, y que junto a los sectores privados dé soluciones de integración regional, para que les resulte distinto a nuestros cercanos descendientes transitar por la Barda Norte. Máximo Diez, DNI 5.450.466 Neuquén

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