Las «quintas» del gobierno

Por Gerardo Bilardo

La interna dentro del gabinete de Jorge Sobisch quedó esta semana al descubierto con el llamado del gobernador a poner fin a las «quintas» que anidaron en el poder en los últimos años. El funcionario aludió indirectamente a colaboradores de su equipo que intentan ejercer influencia sobre áreas de gobierno ajenas a las propias para aumentar su peso político.

Un caso conocido a partir de una información publicada por este diario es el de Luis Manganaro, actual ministro de Seguridad y Trabajo y ex titular del Banco de la Provincia de Neuquén (BPN). De acuerdo con información obtenida en fuentes oficiales, el funcionario mantiene sólidos lazos con la institución bancaria, ejerce control sobre cuadros intermedios y su todavía influyente presencia complica a la gestión de Félix Racco, el nuevo titular del banco, un hombre que no pertenece al círculo de confianza del joven y ambicioso ministro.

Queda planteada la duda de si Manganaro actúa entre bambalinas motivado por una ambición de poder, o detrás de sus silenciosas maniobras pretende borrar huellas del pasado, teniendo en cuenta que su gestión al frente de la institución bancaria ha sido de las más herméticas.

En medio de este escenario, es llamativa la coincidencia del discurso que pronunció Sobisch en el lanzamiento de un nuevo plan social para retar a todos sus funcionarios en público. En ese acto pidió a su gente que abandone los escritorios, que salga a la calle y que elimine las quintas. Sin aludir específicamente a nadie en particular, habló de los «quinteros», tal el caso de Manganaro.

Lo que olvidó mencionar el mandatario es que los nichos de poder crecieron al amparo de su gobierno, pese a que ahora intente ponerle freno, tarea que, por otra parte, le será difícil de encarar con una campaña política en marcha dirigida a colocarse en algún sitio impreciso de la política nacional.

El complejo frente interno se explica en la actitud de un gobernador que está muy preocupado por figurar en la agenda de temas nacionales y en el ciclo de renovación de su puesto que ya comenzó a rodar.

La robusta máquina que ha creado el sobischismo funcionó, sin fisuras, mientras no se generaron expectativas de recambio. Pero como Sobisch anunció, con oceánica anticipación, que pretende transformarse en candidato a presidente y prometió abandonar cualquier intento re-reeleccionista, un objetivo que de no cumplirlo irritaría no sólo a extraños sino también a dirigentes de su propio entorno, los cuadros del sector que lidera ya comenzaron a moverse.

Pero Sobisch necesita mostrar, el mayor tiempo posible, un sano clima de convivencia interna.

La estrategia de campaña comprende la imagen de una provincia sin conflictos, segura, con liderazgo y en crecimiento. Sería un grave problema para el candidato la existencia de una inesperada disputa palaciega.

Hacia adelante, el partido gobernante tiene el desafío de cruzar un campo de espinas. Faltan más de tres años y medio de gestión y este gobierno no está inmunizado contra el natural proceso de desgaste de cualquier gestión. En el medio habrá internas del Movimiento Popular Neuquino y la primera será para la elección de diputados nacionales del 2005, una prueba en la que su propia gente comenzará a medir fuerzas de cara a la lucha del 2007.

Si el gobernador no logra avanzar en su carrera presidencial y no impone autoridad en el frente interno, el grupo que lo acompaña probablemente comience a mostrar cada vez más fisuras. Habrá, en consecuencia, un escenario de fuertes peleas, algunas de las cuales podrán ser disimuladas y otras permanecerán con alta exposición pública.

Por el contrario, si el gobernador se coloca como referente de la centroderecha del país, la tarea de disciplinar la política doméstica será más sencilla porque la expectativa de manejar poder con alcance nacional actuará como un tranquilizante en su entorno más próximo.

El que ha perdido tranquilidad es el intendente de Neuquén Horacio Quiroga, luego de que el gobernador mostrara sus nuevas cartas en materia de política de asistencia social.

Sobisch desembarcó esta semana en la Cuenca XV, un sector del humilde oeste, y puso en acción el nuevo plan social.

El mensaje hacia el intendente de la ciudad de mayor peso electoral fue claro: Sobisch no le dejará vía libre en los barrios a un intendente que quiere ser gobernador, y no le interesa si Quiroga mantuvo hasta aquí una política de aproximación hacia el oficialismo, estrategia resistida por sectores del radicalismo y criticada desde otros sectores de la oposición.

Quiroga reaccionó sobre el fin de semana con una novedad: apurará los pasos para reformar la Carta Orgánica. El jefe comunal dijo que en un mes quiere llamar a elecciones, por lo que resulta claro que está dispuesto a medir fuerzas con el partido provincial.

Aunque se trate de una elección de menor jerarquía que otras, la de convencionales constituyentes para redactar la Carta Orgánica de la ciudad no deja de ser un desafío para los oficialismos que gobiernan a nivel municipal y provincial.

¿Será éste el principio del fin del romance entre Sobisch y Quiroga? Hoy se puede decir que es sólo una posibilidad.


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