Las voces del silencio

El periodista Nicolás Cassese se mete en una historia de abusos, en uno de los colegios más tradicionales del Gran Buenos Aires. De su libro, “El secreto de San Isidro”, habló con “Río Negro”.

Peter Malenchini, un maestro de plástica adorado por sus alumnos, abusó de al menos nueve niños –entre ellos, dos hermanos– en el San Juan el Precursor, uno de los colegios más tradicionales del acomodado barrio de San Isidro, en la zona norte del Gran Buenos Aires. Sucedió a principio de los años 70 pero recién tomó estado público en 2004, cuando las víctimas asistieron a un programa de televisión. Durante más de tres décadas reinó el silencio, la intriga y el ocultamiento. En parte, eso motivó al periodista Nicolás Cassese a volver sobre los hechos con el libro “El secreto de San Isidro”, una crónica atrapante en la que reconstruye el encubrimiento que tuvo como cómplices a las autoridades y los padres. El autor se metió en las entrañas de una historia que sucedió en un lugar que conoce muy bien: su abuelo es uno de los fundadores del San Juan, institución de la que egresó Cassese, casi todos sus numerosos primos y varios amigos con los que aún juega al fútbol. “Los escollos más grandes fueron emocionales, de animarme, y también técnicos, de escritura. Fue difícil encarar a algunos protagonistas que tenían esta historia muy enterrada y les costaba hablar”, cuenta el periodista en una entrevista con “Río Negro”. El libro generó revuelo en el colegio, que a fines de octubre realizó una misa especial para pedir perdón por “las omisiones y los silencios” de los abusos nunca condenados. Cassese se sorprendió por la repercusión: “Escribir es un ejercicio muy solitario. Te pasás horas solo pensando. Me imaginé que podía haber una reacción pero nunca tan importante como la que hubo. Mi miedo era que quedase como una historia muy local pero por suerte no ocurrió, se enganchó gente que no es del barrio”. –¿Qué tan relevante es que los abusos hayan sido en un colegio de clase alta? –La verdad es que no sé cómo se hubiese manejado el caso en otro lado. Abusos de menores hay en los ambientes más diversos. Lo que sí sé es cómo se manejó este caso en particular: ocultando y haciendo como si nada hubiese ocurrido. La conducta fue típica de cierta manera de actuar de San Isidro, pero me cuesta especular sobre qué hubiese ocurrido en otro lugar. –Uno de los protagonistas dice que en San Isidro todo se oculta, ¿creés que es así? –En algún punto coincido. En ciertos sectores de esa sociedad muy conservadora hay una atención excesiva a las formas, al que dirán. Muchas veces se prefiere ocultar y seguir manteniendo la apariencia antes que enfrentar los problemas. –¿Qué te hizo volver sobre la historia, que ya había sido revelada en televisión? –Más que el abuso en sí, lo que me interesaba investigar era cómo se había armado la cadena de silencios y ocultamientos, el daño que eso había causado y cómo el mismo grupo social se sanaba con la palabra. El abuso en algún punto me sirvió para reflexionar sobre ciertas características de la sociedad donde me había criado. –No hablaste con Malenchini, ¿no? –Me hubiese encantado hablar con él. Admito que me daba un poco de temor, pero hubiese sido genial. Lo intenté, pero no lo logré. Igual, el enfoque siempre fue más sobre sus víctimas y el silencio, con lo cual su testimonio y su historia hubiesen estado buenos, pero no eran una condición indispensable para el proyecto. –La noticia salió en 2004 y el libro se publicó a fines de 2013, ¿por qué tanto tiempo? –En ese momento yo estaba con otro proyecto, el libro de los Di Tella, y además fue un libro complejo de escribir. Tuve desafíos de escritura, pero sobre todo emocionales. Significaba entablar conversaciones complejas con gente muy cercana. –¿Qué pasó cuando viste la noticia en 2004? –Me quede anonadado, no conocía ni me imaginaba la historia, pero conocía bien el ambiente donde había ocurrido y podía entender cómo se había gestado ese silencio. –¿Qué diferencia hubo entre escribir tu primer libro –sobre vidas ajenas– frente a uno que sucedió en tu patio trasero? –Muchas. Este fue muy complejo en términos emocionales. La parte de la investigación fue mucho más simple. Esta es una historia más corta y contenida, pero la escritura fue más difícil. Me tuve que exponer más. –¿Qué es lo que más te sorprendió al investigar esta historia? –Lo persistente del silencio, como habían pasado décadas pero seguía siendo muy presente y pesado. –¿Cómo fue la reacción de tu entorno ante el libro? –Tuve discusiones importante con amigos y familia, pero antes de la publicación. Surgieron luego de que publicase una columna en la revista Noticias, apenas salió el programa que reveló los abusos. Las reacciones tan viscerales a esa columna fueron lo que me indicó que ahí había un tema y me impulsaron a meterme. Después del libro fue todo lo contrario, mis amigos y familia reaccionaron con apoyo y felicitaciones. Incluso creo que el libro sirvió para entablar conversaciones que eran necesarias. Hubo otros que no estuvieron tan contentos. Pero suele ser gente del barrio que no me conoce y, en muchos casos, ni siquiera leyó el libro.

Juan Ignacio Pereyra pereyrajuanignacio@gmail.com


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