Lecturas: Eduardo Halfon, historias desde Guatemala

Es uno de los autores más originales de la literatura latinoamericana actual. Todos sus libros son una suerte de autobiografia, protagoniazada por un tal Eduardo Halfon que no siempre es él, y que se van alimentando uno a otros.

¿Por dónde empezar? ¿Por el primer libro del escritor guatemalteco Eduardo Halfon? ¿Por “El boxeador polaco”, en el que el abuelo le cuenta al narrador cómo salvó su vida en Auschwitz? ¿O por el último, “Canción”? ¿O mejor diciendo que es un escritor que construye, libro a libro, todos pequeños, y de pocas páginas, una obra literaria sólida y original, que no se parece a ninguna otra?


No importa por dónde se empiece a leer a Eduardo Halfon. Cualquiera de sus libros es una maravillosa puerta de entrada; cada una es una muestra de una historia tan bien escrita como atrapante. Eduardo Halfon maneja el tiempo narrativo y transforma cada párrafo en un acto de sorpresa, de asombro, y en algo que tiene el germen para inevitablemente querer seguir leyendo.

Ninguno de sus libros es largo. Y todos podrían leerse como parte del mismo proyecto literario, una suerte de autobiografía en la que bucea en la historia de sus ancestros judíos, europeos y árabes. Una historia que incluye campos de concentración y finales trágicos.

Su obra literaria está conformada por textos breves e hipnóticos de géneros diversos, falsas autobiografías, ensayos y crónicas. Pero hay que saberlo: sus libros están unido por un narrador que se llama Eduardo Halfon, que no necesariamente es él.

Su aventura literaria comenzó en 2008 cuando publicó los cuentos de “El boxeador polaco”. Cuenta allí la historia de su abuelo León Tenenbaum, que llegó a finales de 1945 a Guatemala. León fue el único de su familia que sobrevivió y estuvo prisionero en distintos campos de concentración. En su brazo tenía tatuada la marca de su paso por Auschwitz: 69752. “Que era su número de teléfono. Que lo tenía tatuado allí, sobre su antebrazo izquierdo, para no olvidarlo. Eso me decía mi abuelo. Y eso creí mientras crecía. En los años setenta, los números telefónicos del país eran de cinco dígitos”, recuerda el narrador del relato en el que un abuelo le cuenta a su nieto, sesenta años después, cómo le salvó la vida un boxeador polaco al que los nazis lo mantenían vivo para pelear todas las noches.


Ahí también está “Duelo”, un libro que no tiene más de cien páginas en la que narra un enigma, una tragedia de la que nadie habla: la muerte de Salomón, el hermano mayor del padre, que aparentemente murió ahogado en el lago de la casa en la que veranean. Halfon, ya grande vuelve a esa casa reconstruir el hecho, a encontrar respuestas, a buscar la verdad, a mirar ese lago en el que de chico siempre esperaba, con miedo, que apareciera flotando el cuerpo que nunca apareció. O “Canción”, cuya primera oración dice así: “Llegué a Tokio disfrazado de árabe”.

Halfon cuenta un poco con humor ese viaje que acepta para dar una charla como escritor árabe que no es. Pero lo que sigue es un viaje temporal a una fría mañana de enero de 1967, cuando en plena guerra civil, la guerrilla guatemalteca secuestra a su abuelo, llamado también Eduardo Halfon, un empresario libanés que tampoco era libanés (había nacido legalmente en territorio sirio, aunque se decía a sí mismo libanés).

El modo en que Halfon nos lleva de ese viaje a Tokio a aquella mañana en Guatemala es como esas cintas en las que nos paramos y nos dejamos llevar, cómodos, advirtiendo que alrededor las cosas cambian a un ritmo lento, pero inevitable.

Toda la escena en la que los militares irrumpen en la enorme casa del abuelo, mientras el tío Salomón (otro tío Salomón) lee la borra de café a una parienta argentina, mientras el entonces pequeño Eduardo Halfon no sabe pero intuye cierto horror en lo que pasa, es estremecedora.


Pero el libro nunca va hacia donde uno espera . El abuelo de Halfon estuvo 35 días prisionero de la guerrilla y durante ese tiempo establece una suerte de amistad con su captor que se mantiene a lo largo del tiempo. A este captor, Percy Amílcar Jacobs Fernández, le dicen Canción.

Con la distancia que le dan años, Halfon no hace ni una denuncia antisecuestro, ni una victimización. Lo que hace es adentrarse en la compleja historia de su país donde es difícil distinguir quién es víctima y quién es verdugo.

En Halfon no es sólo lo que cuenta (y no importa cuánto es ficción y cuánto biografía), sino cómo lo cuenta. Hay que abrir el libro, cualquiera de ellos, y dejarse llevar en su cinta transportadora.


Datos sobre el autor. Eduardo Halfon



Halfon nació en Guatemala pero creció en Estados Unidos, donde estudió y se recibió de ingeniero Industrial en la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

A los 26 años, en plena crisis profesional y de regreso en su país, comenzó a leer de manera desaforada y poco después a dictar clases en la universidad y a escribir.

Ha publicado Esto no es una pipa, Saturno, De cabo roto, El ángel literario; Siete minutos de desasosiego; Clases de hebreo, El boxeador polaco, La pirueta; Mañana nunca lo hablamos; Elocuencias de un tartamudo. Ahora vive en Berlín.


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