Lecturas recomendadas: «Villa» de Luis Gusmán

Se cumplen 25 años de la publicación de esta gran novela argentina y el sello Edhasa vuelve a editarla. Con esa excusa, Cecilia Boggio nos acerca este libro imperdible de un autor imprescindible.

Cecilia Boggio

Decidí volver a un autor argentino que admiro. Me refiero a Luis Gusmán, a quien escuchamos en General Roca, en el año 77, en las Jornadas de Narrativa que organizó la Casa de la Cultura.
Allí participaron escritores de la talles de Héctor Tizón, Andrés Rivera y Silvia Iparraguirre y un escritor que había presentado su primera novela al concurso de la fundación Fortabat, consagrado ganador por un jurado compuesto por conocidos y valiosos escritores argentinos, libro al que la dueña de la Fundación decidió no publicar, pero el jurado se impuso en medio de un escándalo mediático. Me refiero a la novela “El anatomista” de Federico Andahazi. También asistieron autores residentes en Río Negro como Diego Angelino y Luisa Peluffo. Fueron tres días intensos, con muchísimo público de toda la Patagonia.


Gusmán había publicado su primera novela, “El frasquito”, en 1973. Los censores del 77 la prohibieron por inmoral. A todos los que llegamos a leerla nos sorprendió y supimos que estábamos frente a una nueva forma de narrar.
Hoy quiero comentarles “Villa”, una novela relativamente breve que fue escrita en 1995 y que acaba de reeditar Edhasa al cumplirse los veinticinco años de su aparición.
Se la puede leer desde varios puntos de vista, fundamentalmente se la han analizado desde lo político (los hechos suceden en Argentina, entre los años 74 y 76), y también desde los kafkiano de la máquina burocrática. Yo prefiero centrarme en lo literario.


Villa nació en Avellaneda, vivió en el Barrio Los Olímpicos, complejo de monobloques que se construyeron durante la primera presidencia de Perón.Allí está también Delfo Cabrera, el legendario maratonista que ganó el Wimbledon. No será el primer deportista que se mencionarán en la novela, muchos parte de su infancia, otros que conocerá en su vida adulta.
Habrá referencias a la epidemia de poliomielitis de año 56 y varios hechos más que caracterizan breve, pero detalladamente una década de Argentina.
A los dieciochos años, Villa entra a trabajar en la entonces Dirección de Sanidad como asistente de su Director, el doctor Firpo quien lo va guiando en su maduración y hasta logra que se reciba de médico.


Cuando muere el presidente Perón la Dirección que, hasta ese momento era la encargada de los transportes sanitarios tanto por ambulancias como por aviones para las emergencias de todo el país, irá cambiando de funciones que tienen otras finalidades, especialmente cuando pasa a ser parte del Ministerio de Bienestar Social bajo las órdenes López Rega.

Firpo es desplazado de su cargo, se lo relega, lo cambian a un despacho miserable y al poco tiempo se suicida. Villa no sabe qué hacer. Aconsejado por su mujer repite una conducta acomodaticia. Así se convierte en un testigo amoral de lo que ocurre y de lo que él también participa.
He resumido parte del argumento en forma cronológica. Sin embargo, el libro comienza en julio de 1974, ante la inminente muerte del presidente. Va y viene desde los recuerdos de las épocas pasadas hasta los posibles caminos a seguir en una situación confusa.
La historia está contada en primera persona por el protagonista. El lector accede así a sus miedos, sus agachadas, como solemos decir informalmente.
El primer oficio que aprendió Villa fue el de mosca, en Avellaneda. “Mosca es un ser que revolotea alrededor de un grande, El mosca siempre trabaja para sí mismo”.


Primero revoloteaba sobre los grandes apostadores en el juego y se encargaba de sus pedidos. Esa actitud será la constante de su vida: que los otros resuelvan por él, cumplir las órdenes del que está arriba, así se cree inocente, solo cumple órdenes aunque estas sean aberrantes.
Por otro lado, su memoria es un archivo de lo que va sucediendo, lo escribe, lo entrega… y no sigo más.
En alguna de las muchas reseñas que se han hecho sobre la novela, se caracteriza su prosa como de una parquedad literaria ejemplar. Lo he comprobado como lectora. En solo 280 páginas, las tres partes en que se divide narran solo lo necesario y como lectores vamos completando los huecos. Hay muchos personajes que entran, salen, permanecen y reaparecen. Todos cumplen una función, nos dan pistas sobre atmósferas, lugares, ambientes. Lenguaje claro, cuidado, argentino.
La novela muestra cómo se mueve la burocracia kafkiana que aún puede servir a la muerte. Beatriz Sarlo en 1996 señaló: “Villa no trata de los grandes criminales, sino de las escorias de los requechos”. Todo dicho.
Los invito a leer esta obra, a mi parecer insoslayable.


Más sobre el autor

Luis Gusmán nació en Buenos Aires en 1944, es médico psicoanalista, escritor de por lo menos catorce novelas entre las que se cuentan “El Frasquito”, “Cuerpo Velado”, “En el corazón de junio”; “La música de Franky”, “Tenesse” (llevada al cine como Sotto Voce), “La rueda de Virgilio” (autobiográfica), “La casa del Dios oculto”. También escribió cuentos,y ensayos, y fue cofundador de las Revistas Literal y Sino. Premio Konex de Oro en la categoría literatura, Luis Gusmán es considerado el más destacado escritor argentino de su generación.


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