Libertad de opinión
Una opinión puede desagradar y hasta ofender, puede ser más o menos sincera, espontánea, interesada o persuasiva; pero precisa el poder ser para originar otra en respuesta. No siempre ésta comparte el lenguaje, el carácter o la intención de la que le diera origen; alguna vez mejora el vínculo entre los interlocutores, otras lo rompe irreparablemente. Cuando la respuesta a las palabras es su prohibición no solo se quiebra toda comunicación, sino que además se cancela el derecho garantido de todo individuo a expresarse libremente en democracia.
El respeto y la tolerancia escudan a las palabras ayudándolas a transitar en tiempos difíciles, pero convengamos que la forma es solo una convención, un pasaporte ajeno a lo que porta.
Hoy enoja en sobremanera y preocupa tanta intolerancia hacia las palabras en casa.
Karina Zerillo Cazzaro
DNI 21.653.863
Mar del Plata
Comentarios