Linchamientos: cuando la muchedumbre mata

Redacción

Por Redacción

La muerte de un inocente a manos de una turba indignada por la violación de un niño en Comodoro plantea una vez más el debate sobre las reacciones aberrantes ante hechos de inseguridad. El rol de las redes sociales. El análisis de dos académicos sobre el fenómeno.

La muerte de José Oviedo a manos de una turba en un barrio de Comodoro Rivadavia cuando salió a defender a su hijo, acusado falsamente de un crimen, todavía conmueve a Chubut, en un caso que combina un hecho grave de inseguridad, circulación falsa de información por las redes sociales y medios, el accionar violento y tumultuario de vecinos del barrio contra una persona que nada había tenido que ver con el hecho y tardías respuestas por parte de la policía y de la Justicia.

Hace unos días, al menos cinco personas fueron imputadas con prisión preventiva por la Justicia a raíz de su participación del crimen de Oviedo y se preveían nuevos arrestos a los ocho ya efectuados.

Y los detalles que surgen sobre los hechos no dejan de inquietar a la opinión pública local, que teme nuevos estallidos de violencia en el barrio Fracción 14, donde el caso ha dividido a los vecinos y generado nuevos conflictos.

Según pudo establecer la investigación judicial, los hechos comenzaron pasado el mediodía del 25 de marzo, en el barrio Fracción 14, uno de los más pobres de Comodoro.

Un nene había salido de su escuela antes del horario habitual y debido a la demora de los colectivos decidió caminar a su casa. En el trayecto, fue capturado por otro joven, quien lo llevó a un descampado y abusó de él.

Cuando llegó a su casa, cerca de las 14:30, contó lo sucedido a su hermano y luego a su mamá. La información y los rumores comenzaron a circular por la barriada y la gente comenzó a congregarse.

Según informó el fiscal Martín Cárcamo, “el niño realizó una primera descripción de su agresor” y en función de esos datos algunos vecinos sacaron la conclusión de que el autor había sido el joven Matías Oviedo, que tenía antecedentes penales y varios conflictos con sus vecinos.

La familia de la víctima había convocado a la policía, pero cerca de las 17, viendo que aún no aparecía ningún patrullero, llevaron por su cuenta al chico al hospital local. Mientras tanto, a través de mensajes de Whatsapp, varios vecinos compartían fotos del supuesto culpable y convocaban a reunirse frente a la casa de los Oviedo “para hacer justicia”.

Matías Oviedo logró escapar del barrio, previo a refugiarse en una casa vecina, que fue apedreada. Furiosos por no poder encontrarlo, los vecinos regresaron a la vivienda familiar y comenzaron a insultar al padre de Matías, José Oviedo. “Salí que te vamos a matar”, le gritaban para luego destrozar la vivienda con piedras, palos y golpes, e incendiándola.

Oviedo escapó por la parte trasera de la vivienda, mientras era perseguido por más de 15 personas. Logró recorrer unos 550 metros en medio de golpes con piedras, palos y puños, hasta que fue cercado por un Renault Sandero.

En ese momento, llegaron al lugar un comisario y un agente de policía, que intentaron alejar al pobre hombre de la multitud enardecida, pero aseguraron que también fueron agredidos y nada pudieron hacer. Hoy enfrentan un sumario y una causa judicial. Finalmente, Oviedo falleció a causa de los traumatismos.

Horas después se supo que el niño víctima de la violación había negado que el joven Matías Oviedo hubiera sido su abusador. Y que a la hora del crimen estaba a varios kilómetros del barrio.

Mientras tanto, los investigadores determinaron que el verdadero autor de la violación había sido otro adolescente de 15 años, que había participado incluso de la agresión colectiva a los Oviedo. “Este sujeto no solo realizó el abuso, sino que fue a su casa, se cambió la prenda de vestir, participó de la rotura de vidrios y también del incendio y del linchamiento”, señaló el ministro de Gobierno de Chubut, Federico Massoni.

A pedido de la fiscalía, la jueza penal Mariel Suárez dictó la prisión preventiva por tres meses de cinco de los ocho detenidos por el hecho, mientras que a otros dos les dictó prisión domiciliaria, mientras se realiza una investigación penal por “homicidio doblemente agravado por el concurso premeditado de dos o más personas y ensañamiento”.

La situación en el barrio es tensa. Matías Oviedo se oculta en otro sector de Comodoro, ya que fue amenazado. La vecina que lo refugió temporalmente tampoco pudo regresar a su casa, con serios daños, ya que fue advertida de que no la aceptarían en la cuadra. Mientras tanto, el adolescente acusado de la violación fue liberado por ser inimputable, aunque bajo supervisión judicial.

Aunque en los últimos años hubo casos de linchamientos en nuestro país, el ocurrido en Comodoro tiene características particulares. Según el sitio Chequeado.com, el hecho de que las falsas acusaciones y la convocatoria al linchamiento se hayan efectuado por Whatsapp no registra antecedentes en el país, aunque sí en otros países de Latinoamérica y La India. No hay en la causa aun certeza de quién fue el primero que denunció falsamente al hijo del fallecido José Oviedo, pero sí que los mensajes existieron, al punto que Matías tuvo ayuda de la policía para escapar del lugar, antes de que llegara la turba y linchara a su padre.

El hecho de que las falsas acusaciones y la convocatoria al linchamiento se hayan efectuado por Whatsapp no tiene antecedentes en el país.

“Debates” consultó a dos académicos sobre el trágico fenómeno de Chubut, el sociólogo e historiador Carlos Vilas y la doctora en Comunicación Lila Luchessi.

Vilas ha realizado varios estudios sobre el fenómeno del linchamiento en toda América Latina. Define al hecho como “una acción colectiva de carácter privado e ilegal, que ejerce castigo físico sobre la víctima al punto de poder causar su muerte, en respuesta a actos o conductas de éste, quien se halla en inferioridad numérica abrumadora frente a los linchadores”.

Para Vilas en estos hechos de carácter tumultuario “el grupo borra las identidades particulares de sus integrantes y, aunque puede apoyarse en una organización previa, es muy poco orgánico”, orientado al hecho específico del linchamiento y que desaparece tras él. Los de los linchamientos “son escenarios donde el Estado no llega, llega tarde o llega mal. Es decir, no cumple con lo que de él se espera en cualquier sociedad: garantizar la vida, la libertad, el patrimonio y la seguridad de las personas” agrega.

Es poco frecuente el uso de armas. El castigo brutal se realiza usualmente con golpes de puño, patadas y piedras o palos, “una extensión del cuerpo de los linchadores” y a menudo incluye prenderle fuego a la víctima o su vivienda, como forma de concretar “su desaparición de la faz de la tierra”. Sucede en sectores urbanos o rurales muy pobres, donde “la situación de inseguridad y la inoperancia de las autoridades crean la oportunidad para enmascarar con argumentos justificatorios la resolución brutal y colectiva de conflictos personales”, que termina siendo “un acto de extrema perversidad e injusticia”, señala el sociólogo.

Por su parte Lila Luchessi, doctora en Ciencias Políticas y licenciada en Comunicación, señala que hechos como el de Comodoro obligan a replantear aspectos como el manejo de la información, tanto del periodismo como desde las distintas agencias del Estado, donde a menudo se contribuye a la difusión de rumores y noticias falsas. También a la forma en que se construye comunidad en las redes sociales, ya que “hay una verdadera cultura de la intolerancia” que se refleja en este tipo de hechos. “Estamos retro, volviendo a la ley de Talión, a cosas que la gente había desestimado y ahora vuelven como novedades, como los escraches y estos casos de linchamiento”, agrega.


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