Locos por el cine, enhorabuena

A pesar de todo, estas dos salas siguen abiertas.

LAS SALAS GAMA Y GARIBALDI

La historia del cine Gama en Viedma comenzó en la década del setenta. Luego de muchas vicisitudes y a raíz de los conflictos económicos del país, cuando muchas salas de cine cerraron, la capital rionegrina no fue la excepción. Pasaron muchos años, más de una década, hasta que un grupo de empresarios -como Adrián Tubio- pudo reabrir la única sala de cine. Un lugar donde los viedmenses disfrutan y al que regresan solos, con amigos o en familia. Lugares como las salas de cine requieren de gente apasionada para sostenerse en el tiempo y seguir recibiendo al público. Viedma comenzó y sostiene una fructífera sociedad. Tubio recordó que el tradicional cine viedmense aguantó hasta 1990 pero luego cerró durante catorce años. Existieron varios intentos de alquilarlo y de reabrirlo. “En el ínterin, por esa necesidad de un cine en la ciudad, hicimos un primer intento de instalarlo en el Centro Cultural. Luego obtuvimos la concesión y así estuvimos seis años dando cine, en una sala a la que llamamos Amarcord, en homenaje a Fellini. Cuando terminó esa concesión se dio la posibilidad de venir acá y desde 2004 reabrimos las puertas del Gama”. Patagones también logró la reapertura de su sala del tradicional Garibaldi. Supo imponerse a las adversidades y, actualmente, persiste abierto. Siempre el cine, como empresa, equivale a una aventura cultural pero, a la vez, conlleva las reglas rígidas del negocio. El comercial no tiene otro secreto que la necesidad de que la gente vaya a las salas y pague la entrada para ver películas, una decisión nada fácil frente a la competencia que significa estar en el living de casa frente a una considerable pantalla con un DVD y el acceso rápido a títulos recientes. Por cada entrada a los cines se retiene un alto porcentaje (el 55%) para las distribuidoras y los sellos. De esto se deriva que si una sala no presenta cierta ganancia mensual para los que distribuyen, las películas tardan en llegar porque prefieren enviarlas a otros cines con más afluencia de público. El Gama tiene una característica adicional. No sólo es el único cine de Viedma sino que también es un espacio para la realización de recitales solidarios, ferias alternativas de diseño y exposiciones periódicas de arte. El cine viedmense está en un buen momento con el paulatino regreso del público a la sala, un hábito que se había perdido por los años que la sala estuvo cerrada. Así, hubo que esperar que las nuevas generaciones de potenciales cinéfilos hagan del cine una salida posible. Según Tubio, el ranking de asistentes tiene a los más pequeños en el primer puesto. Los niños enloquecen no bien traspasan las puertas, fascinados por la gran pantalla acompañado de pochoclo y la gaseosa. Continúa después la franja de adolescente y jóvenes. El público femenino aparece en el tercer puesto. El futuro está por verse, por lo menos, en salas como la del Gama. El avance del cine digital, con los nuevos requerimientos de las películas 3D, propone desafíos que implican una inversión que alcanza altos valores. Por ejemplo, instalar una sala para proyectar 3D implica contar con 140 mil dólares, un monto importante para una plaza como Viedma. Se trata de un desafío de futuro, hoy la gente sigue asistiendo y disfrutando del cine de la capital rionegrina.

EN PATAGONES.-

Resistir cambios de hábitos y tecnológicos fortalece aún más a las salas. Con sacrificio siguen abiertas, necesitando más presencia de gente.

EN VIEDMA.-

No sólo películas en el Gama. También se organizan allí recitales solidarios y ferias. “Un cine es un centro cultural”, dicen sus asistentes.


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