Los desafíos que plantea la pandemia en la zona cordillerana

Bariloche, San Martín de los Andes, El Bolsón y Villa La Angostura conforma un único corredor turístico, con curvas de evolución de los contagios diferentes del resto de Río Negro y Neuquén.

El desgaste de lidiar con una pandemia que va ya por su segundo año es algo nuevo para los agentes de salud y las autoridades políticas y sanitarias encargadas de definir las medidas de control. Pero también lo es para la población, impactada a diario por las malas noticias, y cada vez más impaciente por volver a la ansiada “normalidad”.

En la región andina los picos de contagio se sucedieron con distinto ritmo desde abril/mayo de 2020, en una evolución que estuvo condicionada por la particularidad climática y también por la actividad turística, que es el principal sostén de la economía en toda la zona.

Ya desde fines del año anterior los datos de la región empezaron a llamar la atención porque la pandemia mostraba una aceleración distinta que en el resto de Neuquén y Río Negro. Bariloche es ya el caso más evidente de desproporción entre la cantidad de contagios Covid y su población estable. Alberga alrededor de un 20% de los habitantes de toda la provincia pero hace meses que acapara un 60% de los casos declarados de Covid.

El director del hospital Ramón Carrillo de Bariloche, Leonardo Gil, dijo que en las últimas dos semanas “se ve es un aumento explosivo” de la pandemia en esta ciudad y lo atribuyó a “un cambio de comportamiento del virus, más allá de los comportamientos sociales”. Dijo que “cada semana los casos se duplican” y es algo que no había pasado desde el inicio del brote.

Para Gil, el impacto en Bariloche es tan alto (a diferencia de otras ciudades equivalentes como Roca o Cipolletti) por razones vinculadas con el movimiento humano, los viajes permanentes (no solo por turismo), el tránsito aéreo, los intercambios familiares que son más altos que en otras localidades -aunque no estén medidos en detalle- y que habrían facilitado incluso el ingreso de otras cepas.

Acá tenemos sin duda un crisol de cepas -dijo Gil-. Es algo que hay que estudiarlo, se mandó a secuenciar el virus. Pero es lo que podría explicar el comportamiento explosivo”.

En la región pasan cosas que no se ven en otras . Hay migración y aparece gente nueva que no está en los listados”.

Myrna Lamberto, El Bolsón.


En términos parecidos, el titular de la Cuarta Zona Sanitaria de Neuquén con epicentro en San Martín de los Andes, Juan Cabrera, relacionó la recurrencia de contagios en esa localidad con la “idiosincracia local”, caracterizada por un bajo índice de población nativa y gente “que viaja mucho” por el país y al exterior.

Dijo que “en el verano fue notable la cantidad de personas que viajaron al extranjero, no solo por turismo, es una proporción mucho mayor que en otras partes y éso tiene una incidencia”. Aseguró que, por ejemplo, en Zapala o Chos Malal, donde la situación está más controlada “y la idiosincracia es otra”.

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Consideró de todos modos que tanto en San Martín como en La Angostura, la protesta con cortes de ruta durante las últimas semanas impactó en una merma de los contagios. Aseguró que esa variable tuvo un efecto no buscado y que los guarismos podrían haber sido más graves con libre circulación.

Progresión que se repite

En El Bolsón, el panorama preocupa porque la localidad también registra una incidencia de la pandemia superior a otras ciudades del mismo tamaño. En coincidencia con sus pares la directora del hospital local, Myrna Lamberto, lo atribuyó a la movilidad de la población por “visitas” a parientes o amigos, que es alta porque hay muchas radicaciones recientes. “El turista no es el problema, se cuida y cumple todos los protocolos”, observó.

Lamberto agregó también otro elemento: “en El Bolsón la gente es muy reacia con las medidas sanitarias, hay poco uso de barbijo”. Aseguró que conoce bien el Alto Valle porque su familia es de allá y en esas localidades “se usa mucho más”. Lo relacionó con una rebeldía particular de los bolsonenses y una alta proporción de “gente que no cree en nada, hay mucho antivacunas y anticuarentena”.

La atención de las autoridades y también de la opinión pública con el correr de los meses fue mudando del número de contagios y muertes, que también preocupan, a la disponibilidad de camas en terapia intensiva, que en Bariloche esta semana llegó al límite de saturación. Lamberto admitió que es el principal motivo de alarma, porque su hospital es de baja complejidad y debe derivar a todos los casos críticos.

Se puede hablar mucho, pero para bajar el riesgo lo más útil es el tapabocas y los dos metros”.

Mercedes Ibero.

Pero más allá de la selva de números que ilustran día a día sobre la gravedad del panorama epidemiológico, la mirada está puesta cada vez más en las conductas sociales y la evidencia creciente de que hay un hastío difícil de manejar.

Cabrera dijo que el turismo no generó ninguna dificultad pero sí “la concentración grande de gente en lugares públicos, playas y otros puntos”, lo cual explicaría el pico de contagios que San Martín vivió en pleno enero, y que no se volvió a repetir. Para el médico, no hacen falta medidas de encierro “si todos usan las medidas de seguridad”, pero admitió que vigilar la vida privada “es muy difícil”.

Poco cumplimiento

Como en otros lugares del país, las reuniones sociales y familiares son señaladas como un factor decisivo en la espiral de contagios y los controles fallan de manera notoria en ese punto. Lamberto lo reconoció abiertamente: “los lugares nocturnos se han convertido en locales bailables, sin protocolos ni el distanciamiento que se fijó como regla para la apertura -observó-. Yo lo denuncié más de una vez y terminé denunciada. Es un tema sensible y es difícil ir contra la reunión clandestina, contra los encuentros masivos”

Que la región cordillerana tiene su dinámica propia, desde lo económico y social, es algo de lo que también tomaron nota en el gobierno central. Nación dispuso hace seis meses la instalación de dos centros sanitarios modulares para atención Covid en Bariloche y en San Martín de los Andes, a un costo millonario. Iban a estar activos el último verano, pero en ambos casos la apertura se demoró y no tiene fecha. Es imposible saber si hubieran contribuido a mitigar el actual rebrote.

Gil dijo que en Bariloche y Dina Huapi es necesario bajar con urgencia el índice de contagios y por eso esta semana se dispuso el primer retroceso fuerte en las medidas de apertura, incluida la suspensión de las clases presenciales. Señaló que hoy la enfermedad avanza en la ciudad a un ritmo de 1.000 casos semanales “y de esos mil el 2,5% terminan en terapia intensiva. Es insostenible para cualquier sistema.

Implicancias económicas

Entre los malos presagios que sobrevuelan en la ciudad y la región está la posible pérdida total o parcial de la temporada turística de invierno. “Cerrar ahora para bajar los casos y tener un invierno en plena actividad” es lo que pregonan los empresarios del sector y que adoptaron como consigna propia el intendente Gustavo Gennuso y la gobernadora Arabela Carreras.

Saben que cerrar fuentes de empleo en este momento sería devastador, porque ya no existen los paliativos que el año pasado emparcharon en parte el daño económico vía IFE y ATP. El mismo panorama (aunque sin la aceleración de casos de Bariloche) mantiene en alerta a las comunidades de El Bolsón, de La Angostura y sobre todo de San Martín, donde es muy alta la dependencia del turismo invernal.

Los planificadores en materia sanitaria reconocen que surfear sobre el humor social es la materia más difícil, y que cada vez cuesta más establecer controles efectivos.

Myrna Lamberto dijo que hay “una crisis del autocuidado” y opinó que es contraproducente sumar reglas y restricciones si después no se pueden fiscalizar. Es lo que ocurre con las reuniones privadas y con el transporte.
Tenemos un gran problema con la responsabilidad individual”, apuntó Lamberto. Dijo que “sigue habiendo gente que cree que no se va a contagiar y debería saber que existen personas con una y hasta con dos dosis de la vacuna que dieron positivo. Claro que son cuadros leves, pero confirma la contagiosidad del virus”.

Lamberto quisiera ser optimista pero no puede. Para ella “lo peor todavía no pasó, se vienen meses difíciles, porque el coronavirus no para y ahora se empiezan a agregar las enfermedades respiratorias propias de esta época, que el año pasado habían disminuido mucho por las escuelas cerradas y la menor circulación. Esos factores que hoy desaparecieron”.

Las razones pueden estar relacionadas con el carácter cosmopolita de las ciudades o con otras variables no identificadas, pero lo cierto es que el corredor de Los Lagos exhibe una incidencia del coronavirus que no se replica en regiones vecinas, con Bariloche como caso emblema.

En esta ciudad, lo singular es que la curva no para de ascender y el pico de contagios se produjo esta semana, con registros de más de 250 contagios en solo 24 horas, como ocurrió el último martes. Hasta ese día Bariloche tenía 8.274 casos de Covid acumulados (casi un 13% de la población total), con 1.695 activos simultáneos.

Las ciudades del corredor también presentan números alarmantes, pero con una diferencia no menor. En esos casos los momentos más críticos se vivieron entre enero y febrero y hoy atraviesan situaciones de mayor alivio. San Martín de los Andes tiene esta semana unos 200 activos y llegó a tener 1.300 en enero. Villa La Angostura registró picos de 800 pero hoy fluctúa en el orden de los 120 a 130. Y El Bolsón también llegó a tener 330 y hoy se maneja entre los 60 y los 80 activos simultáneos.

En la cuenta de muertes también Bariloche muestra cifras alarmantes. Desde el inicio de la pandemia llevaba hasta el martes 273, cuando las otras tres localidades sumadas rondan las 110.


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