Los juegos Parapanamericanos y la vida inclusiva

Fernando Burgos*


Desde el 23 de agosto al 1 de septiembre, se desarrollan en Lima los VI Juegos Parapanamericanos, el certamen deportivo que tiene lugar tras los Juegos Panamericanos, con el objetivo de incluir a los atletas con discapacidades en una competencia a nivel continental.

La “discapacidad” puede definirse como un término genérico que abarca deficiencias, limitaciones de la actividad y restricciones a la participación. En cualquier caso, supone la interacción entre personas que padecen alguna enfermedad -como parálisis cerebral, síndrome de Down, depresión, entre otras- y factores personales y ambientales, como actitudes negativas del entorno, inaccesibilidad a transportes y/o edificios públicos y apoyo social limitado.

Lo constatamos a diario en todos los ámbitos: muchos de los planes de autonomía personal se enfrentan en lo cotidiano a barreras que privan a la discapacidad de la oportunidad de un cambio que pueda favorecernos verdaderamente a todos.

Observando datos de la Organización Mundial de la Salud, un 15% de la población mundial -más de mil millones de personas- está afectada en alguna forma por la discapacidad. En el crecimiento de este porcentaje influye el envejecimiento de la población y el aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas, que se suman a los casos de discapacidad al nacer, debida a factores biológicos como los factores genéticos.

Y es respecto a este último grupo que durante los últimos años nos enfrentamos a una gran paradoja como humanidad.

Por un lado, celebramos la inclusión que logran los Juegos Parapanamericanos, nos llenaremos de orgullo por los atletas argentinos y aplaudiremos con igual y auténtica admiración a los de otras nacionalidades.

Pero al mismo tiempo convivimos con un período de nuestra historia, en la que también se excluye a la persona con discapacidad, inclusive desde la concepción y antes de su nacimiento, cuando se detectan situaciones genéticas defectuosas.

Todos somos un poco discapacitados; tarde o temprano se pone más en evidencia. Estos chicos nos pueden enseñar a vivirlo con más naturalidad.

En España, en el 2012 nacieron 306 personas con síndrome de Down, mientras en el 2015 nacieron 269. Las estadísticas de asociaciones relacionadas a este síndrome estiman en 150 los nacimientos por año en la actualidad. Una de las principales causas del descenso de nacimientos de estos niños ha sido el consejo genético del aborto.

De hecho, el director de Down España, Agustín Matía, explicaba recientemente que gran parte de esos nacimientos corresponde a personas que deciden no realizarse ninguna prueba y a diagnósticos médicos erróneos en los que no se identifica la posible mutación.

Sin pretender erigirnos en jueces del bien y el mal, ante esta realidad paradójica que nos atraviesa como humanidad, deberíamos atrevernos a reflexionar sobre cuántas medallas de oro, plata y bronce no llegan a largar su carrera. O simplemente cuántas personas con discapacidades se pierden llegar al “podio” que siempre significa la vida.

La vida en sí misma, con las oportunidades que brinda, incluyendo a todos y cada uno. Cada discapacitado merece la oportunidad de una vida única, singular y original. Celebramos que pueda correr su carrera desde el principio hasta el final, con el aliento y apoyo de quienes lo rodean. Además, después de todo, todos somos un poco discapacitados; tarde o temprano se pone más en evidencia. Estos chicos nos pueden enseñar a vivirlo con más naturalidad.

Los Juegos Parapanamericanos son una oportunidad de disfrutar muchas de estas carreras, alentar a nuestros atletas y renovar nuestro compromiso con una verdadera inclusión de todo ser humano. ¡Todos los éxitos a nuestros deportistas!

*Jefe de Pediatría Ambulatoria del Hospital Austral, coordinador de la clínica interdisciplinaria de niños con síndrome de Down


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