Los líderes del motín tenían armas de fuego
Los relatos del sangriento motín de Sierra Chica siguen asombrando. Los líderes de la revuelta tenían poderosas armas de fuego. Se habría coordinado con otro motín en Olmos. No declaró uno de los presos que está entre los acusados.
LA PLATA (DyN).- Varios testigos ratificaron ayer en el juicio por el terrible motín de Sierra Chica que los líderes del alzamiento tenían armas antes de comenzar la rebelión, y que los hechos estuvieron coordinados con otro levantamiento en la cárcel platense de Olmos y sirvieron para que los cabecillas destruyeran sanguinariamente a la banda de Agapito Lencina, el preso cremado que presuntamente fue dado de comer a otros internos.
Durante la jornada de ayer no se produjo la esperada declaración del preso «arrepentido» Daniel Ocanto Ramírez, quien recién cuando se lo aconseje su defensa testimoniaría ante el tribunal en el llamado «telejuicio» que se desarrolla en la cárcel de Melchor Romero, cercana a esta capital.
Sin embargo, las declaraciones de varios de los testigos escuchadas ayer alcanzaron para ratificar una vez más los terribles episodios ocurridos en la prisión, por los que son juzgadas 24 personas, entre ellas los delincuentes conocidos como «Los Doce Apóstoles».
Por ejemplo, un ex director de una dependencia de Sierra Chica, Julio Barroso, contó que el alzamiento de ese penal estaba coordinado con otro en Olmos y que el Viejo Rolo -un compinche de Lencina- fue decapitado, igual que éste último, y sus ojos fueron sacados de sus cuencas y clavados en su pecho.
El terrible relato de Barroso incluyó el «detalle» de una comunicación entre Sierra Chica y Olmos, en la que un preso rebelde le dijo a otro: «He cumplido, el Agapo (Lencina) va al horno con fritas».
En la jornada de ayer hubo lugar también para otras acciones judiciales, como la del defensor de parte de los imputados, Juan Sebastián Galarreta, quien recusó a los fiscales porque, sostuvo, «mantuvieron reuniones con varios de los testigos, ya sean detenidos o empleados del servicio penitenciario bonaerense, entrevistas con las cuales se ha infringido el principio de igualdad entre las partes y se han violado artículos del Código Procesal».
Galarreta aseguró que «las reuniones hacen sospechar a la defensa de la imparcialidad de la fiscalía».
Pero el fiscal Gustavo Echeverría replicó que «resulta obvio que estamos frente a una maniobra dilatoria de una defensa que se ha puesto nerviosa por los testimonios que se han volcado ante este tribunal».
Al presentarse en el estrado, el subjefe de vigilancia del penal de Sierra Chica, Diego Schmall, confirmó haber secuestrado en la celda de uno de los internos, Héctor Cóccaro Retamar, «un arma calibre 11.25 envuelta en un nylon negro».
Dijo que la pistola estaba «junto a un tarro de polvo pédico con proyectiles 45 milímetros, ubicados en el costado de una construcción de madera con tablas, dentro de un parche de hormigón que aún estaba fresco». Schmall agregó que tras el motín las instalaciones del penal «quedaron destruidas, salvo la panadería, que estaba bandeada y únicamente habían roto el dispositivo de seguridad de uno de los hornos».
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