Los vericuetos de la pasión
Carlos, el tachero que sufre por el Rojo.
BUENOS AIRES (Sebastián Busader).- Carlos Alberto se enciende antes que su auto. Lee un diario deportivo, masca bronca, balbucea, insulta bajo. Tiene 36 años y a los cinco meses de vida su padre lo llevó a la cancha de Independiente de Avellaneda por primera vez. Desde ese día todo cambió. Su madre se indignó y se separó, pero él no volvió a alejarse jamás de la camiseta roja. Declarado “enfermo hincha de Independiente”, el viernes fue a la cancha de All Boys y regresó con un ataque de presión. Habla de la pasión. Entiende la pasión sólo en términos futbolísticos. “En el tenis son todos de guita, no lloran cuando pierden sus jugadores, no sufren. Después se van a casa y se olvidan. Yo no dormí, me levanté a las 4 de la mañana y le escribí una carta al Rolfi Montenegro. Son millonarios viejos, hablan de presión y son millonarios. Presión tenía ese albañil al que levanté cuando se desmayó en la cancha”. No comprende las cosas de otra forma. La pasión tiene que ver, desde su óptica, con el sufrimiento. Cuando más sufrís, más hincha sos. Con el descenso al acecho, Carlos Alberto es consumido por las malas energías. El disfrute queda para otros ámbitos. Aquí en Parque Roca la cuestión es diferente. El tenis, sin bien muy popular desde hace años en términos coperos, culturalmente maneja otros conceptos. La gente padeció la caída de la primera jornada de Carlos Berlocq ante Tsonga, sobre todo por la hidalguía de Charly, y más la derrota sin atenuantes de Pico Mónaco frente al hijo de congoleño. Pero también hubo reconocimiento para el ‘Alí’ del deporte blanco. “Mi viejo se quiere morir, literalmente. Tiene 74 años y me dice que antes de ver a Independiente en la `B´, prefiere irse al cajón”, lamenta el taxista de nombre novelesco. En el deporte blanco no suceden ese tipo de “tragedias”. La Davis se siente, se palpita. La bronca por la deserción de Del Potro se mide para muchos en términos de traición, hay una pequeña ‘barra’ de hinchas que meten lindo ruido (llegan en autos cero kilómetro y los estacionan cerca de las carpas vip) y el clima es de tensión extrema. Son deportes muy diferentes, por juego y esencia. También por los negocios que existen detrás. De Parque Roca le gente se retira esta vez con una enorme alegría. Habrán debates, cataratas de elogios para Berlocq, algún brindis. Pasada la efervescencia, hoy habrá vuelta a la rutina, a la oficina, a la escuela…. Pero Carlos Alberto seguirá recorriendo la ciudad en su ‘tacho’ con los ojos inyectados de dolor.
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