MEDIOMUNDO: Un libro genial
Es una frase urgente. Perentoria. Es un grito samurai. «Tenés que leer este libro». A partir de entonces la cosa tiende a complicarse, incluso si el otro -que nos mira con ojos desorbitados o curiosos o indiferentes a estos raptos de fanatismo literario- tiene la delicadeza de no retrucar con un: «¿Por qué?»
El entusiasmo es de tal magnitud, que apuramos convencionalismos y profundizamos en originalidades truncadas por la efervescencia del momento. «Es genial», «Te va a cambiar la vida como cambió la mía». «Te va a encantar». ¡Y del mismo modo en que a veces nos encantan los hechizos de las brujas! Pero salvo este puñado de frases caóticas y sin mayor consistencia, no hay mucho que podamos agregar. Así como escribir un libro es una tarea solitaria, leerlo tampoco resulta una experiencia compartida.
Es factible, aunque improbable, que transferir párrafos completos a nuestros interlocutores sea una forma más precisa de probar la estatura del libro que estamos leyendo o hemos terminado y que «te va a volar la cabeza». Una actividad loable que requeriría: a) la memorización total y absoluta de dichos párrafos (los mejores, los más representativos de nuestro delirio) o b) andar de arriba a abajo con el libro en cuestión esperando a que la persona adecuada se nos cruce un día.
He intentado la primera de las alternativas sin suerte puesto que mi memoria es endeble y tiendo a agregar adjetivos de mi propia cosecha. En cuanto a la segunda, son tantos los libros que me han dejado pálido y sudoroso, que me vería obligado a ir por las calles con un carrito. Entonces, sigo apelando a los desechos de mi imperfecta alegría.
Días atrás me pasó con un querido amigo. Acababa de subirme a su auto y sucumbí a la tradición. «Tenés que leer este libro», le dije con la respiración entrecortada. Se llama «Jardines de Kensington», de Rodrigo Fresán. Uno de los mejores libros de uno de los mejores escritores de habla hispana de la actualidad. Luego mi mente quedó en blanco y la mirada brillante de Fernando me dio a entender que esperaba algo más. Pero no había más. Es decir, había mucho más, pero me sentí incapaz de explicárselo.
El libro de Fresán narra la extraña vida de sir James Matthew Barrie, el creador de Peter Pan. Y aunque esto podría llevar a la prematura conclusión de que se trata de un libro de temática acotada, la verdad es que la novela de Rodrigo se proyecta hacia lo infinito de un modo sorprendente. Porque aunque es cierto que «Jardines de Kensington» es un compendio erudito que abarca la biografía de Barrie, es también la historia, la verdadera historia, del nacimiento de Peter Pan y la historia de los hermanos Llewelyn Davis que inspiraron a Barrie a crear el personaje. Todo esto a través de los ojos de otro personaje de ficción, Peter Hook, un escritor de novelas juveniles.
Sin embargo, sería mezquino e inexacto decir que «Jardines de Kensington» termina ahí. El libro de Fresán es sobre todo o, debajo de todo, cual río subterráneo, un libro acerca de la vida y de los pequeños y grandes detalles que la componen. «Jardines de Kensington» está poblado de frases fantásticas. Dejame agarrarlo. Lo tengo justo aquí. Te leo esto y termino. Porque mejor que termine él antes yo: «Y las horas volaban así, contemplando el fuego que nunca es aburrido; el fuego que es siempre, como el agua, un misterio inexplicable y, junto con las olas, la primera forma narrativa, los libros iniciáticos que leyó el ser humano recién estrenado».
Pará, tengo otra: «¿Y no sería fantástico que uno pudiera sentir el centro exacto de la vida propia? ¿El momento en que la muerte se muda a la casa vacía de nuestro cuerpo y comienza a decorarlo sin prisas pero también sin pausa?». ¿No te dije que era genial?
CLAUDIO ANDRADE
candrade@rionegro.com.ar
Es una frase urgente. Perentoria. Es un grito samurai. "Tenés que leer este libro". A partir de entonces la cosa tiende a complicarse, incluso si el otro -que nos mira con ojos desorbitados o curiosos o indiferentes a estos raptos de fanatismo literario- tiene la delicadeza de no retrucar con un: "¿Por qué?"
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