Medir o no medir, ésa es la cuestión

JORGE GADANO jagadano@yahoo.com.ar

Después de que un ilustre colega, Fabián Bergero, destacara en la edición on-line del periódico “8300” las virtudes del bigote como cualidad narcisista aplicada al realce de la personalidad –con los ejemplos de Adolfo Hitler, Chaplin, Salvador Dalí y, en este modesto rincón patagónico que es Neuquén, Jorge Omar Sobisch (JOS)–, me pareció oportuno referirme a nuevas aplicaciones del lenguaje (el bigote también es un lenguaje) en los tiempos que vivimos. Son incontables, pero en las vísperas de un entretenimiento que recorre toda la provincia, la interna del Movimiento Popular Neuquino, quiero ejemplificar con el verbo “medir”. Se usa para los programas de la tevé, con el desolador resultado de que siempre está a la cabeza del “rating” Marcelo Tinelli (aun sin contar con Ricardo Fort como estrella), y cada vez más en las contiendas electorales. Tratándose del bigote, puede ser un poderoso significante y, seguramente, los asesores de imagen miden su influencia en el electorado. En el caso de Sobisch para sumar votos porque es un atributo que lo distingue –del mismo modo que destacar las virtudes de la corrupción al preferir a un corrupto antes que a un pelotudo o a los amigos para otorgar créditos públicos– o de Mauricio Macri, que en estos días difíciles decidió sacárselo. Hace algunos días el gobernador Jorge Augusto Sapag (JAS) –que no usa bigote y, cuidadoso, desecha definiciones públicas tan profundas como las alusivas a los corruptos y los pelotudos– hizo saber que “se bajaba” de la contienda fijada para el 15 de agosto. Dicho sea de paso, ésta es otra aplicación del lenguaje a la actividad política. Querría decir (yo), usando una metáfora boxística, que él prefiere la pelea de fondo –que son las elecciones generales del 2011– antes que las preliminares, o bien que se baja antes de que lo bajen. Apoyo esta última reflexión en declaraciones de JOS que este diario publicó el 22 de julio pasado. Enterado de que JAS había decidido bajarse –con su lista, la Azul, incluida en el descenso–, el ex gobernador durante doce años se apresuró a decir que esa decisión de su ex viceministro y ex vicegobernador no lo sorprendió “porque no tienen –en la lista Azul– un candidato que mida”. No medir no significa que haya otro mejor sino que hay otro que mide más, que es él (y que no necesariamente es el mejor, o el menos peor, según el cristal con que se mire). “Cualquier candidato que pusiera la Azul, fuera Jorge Sapag u otro, venía muy por debajo de lo que mido yo”, insistió JOS. Y para que no queden dudas, explicó: “No hablé con él, no me dijo que no mide, pero todos saben, todos sabemos, que no mide. No medía hace un mes y no mide ahora tampoco”. En “El Pequeño Larousse Ilustrado”, ese libro que guarda buena parte de la sabiduría que suele escasear en algunas redacciones, medir es, en primer lugar, determinar la longitud, extensión, volumen o capacidad de algo o, en último lugar, “medir los pros y los contras de una cuestión”. A esto, creo, se ha referido JOS. Quienes miden son los encuestadores. Para esta interna emepenista, que es cerrada, usan el padrón del partido –que según dijo un acompañante de Sobisch en la gerencia general del BPN y ahora en la lista Blanca, José Oser, redondea unos cien mil afiliados– y preguntan. Puesto a encuestador, puedo imaginar qué preguntar para medir a Sobisch, porque como en el caso de quien ha quedado como principal adversario, José Brillo, hay mucha historia. Sin contar su período como intendente, Sobisch fue gobernador durante doce años. Y Brillo no fue gobernador ni intendente, pero estuvo en todos los gobiernos. Pero también JAS tiene una historia para medir. Y si uno la pone junto a la de JOS, para simplificar la medición, encuentra que son más las cosas que los unen que aquellas que los separan. Sin pretender nombrar a Omar Gutiérrez, presidente del BPN, como una cosa, digo que los une, porque fue designado por JOS y ratificado por JAS. Hay otros funcionarios que continuaron en sus cargos, pero a nadie escapa que el de presidir el Banco es, después del de gobernador, el más importante. Porque allí se guarda la plata, vamos. Hay, sin embargo, un tema de mayor actualidad que el de Gutiérrez, que es el de multitrocha Neuquén-Centenario-Odisa-Vialco-Caminos del Comahue-Peaje-Corredores Viales de Neuquén-Silvano Cuevas. Admito que el título es extremadamente largo, a pesar de que omití hacer un lugarcito para el ex ministro de Empresas Públicas Alfredo Esteves y la ex abogada de Caminos del Comahue, Alicia Comelli. Para concluir, por ahora, con este cautivante asunto, dejamos un aporte para medir a JAS, útil porque mantiene sus aspiraciones a seguir gobernando la provincia por otros cuatro años. En Centenario, el miércoles pasado, el gobernador dijo a la preguntona corresponsal de este diario que no se podía obligar a Caminos del Comahue a pagar lo que debe –como Temux, unos 23 millones de pesos– porque “la garantía de la obra era el peaje; la empresa no tenía otros bienes”. O sea que Odisa-Vialco y su continuadora, Caminos del Comahue, hicieron la obra que se les adjudicó con un préstamo que les dio la provincia y que no devolvieron, se beneficiaron luego con el negocio del peaje y finalmente se desvanecieron en el aire. Dejaron, como Temux, un clavo de unos 23 millones de pesos. Como suelen decir en Cuba respecto de alguien que huye velozmente, “dejaron una raya”. Ni siquiera cumplieron con el mandato constitucional de inscribirse en el Registro Público de Comercio. En fin, que no sabemos quienes son. Es como que JOS y JAS miden y se miden, pero a ellos no se los mide como correspondería.

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