Mi encuentro con Condorito en Las Grutas

En un paseo por el balneario rionegrino, el escritor de Valcheta se encontró con la estatua del personaje de historieta. Fanático como es, le escribió estas palabras en homenaje. Y se sacó la foto.

Como todas las mañanas, luego de desayunar frugalmente, salí a caminar por las calles del Balneario Las Grutas. A veces lo hago por la peatonal (a esa hora está casi desierta) pero hoy lo hice por la avenida Río Negro y, sorpresa: ¡Me estaba esperando un amigo!! Sentí una gran emoción y no es para menos, porque el simpático “Condorito” me saludó con mucho afecto y nos pusimos a conversar animadamente.


Yo lo invité para ir a tomar algo al bar “El Tufo”, pero me dijo que lamentablemente no podía moverse del lugar y que su trabajo ahora era posar para las fotos que le sacaban los turistas, en especial los trasandinos, pero que le hubiera gustado invitarme a comer algo en “El Pollo Farsante” o a desayunar en el café de “Juan Talves”.

Me habló de su creador “Pepo”, de sus vivencias en la siempre querida “Pelotillehue”, de los equipos de “Buenas Peras” y de “Cumpeo” y la rivalidad futbolística; de su novia “Yayita” siempre veleidosa; de su amigo de copas “Garganta de Lata”; de su compadre, el bueno de “Don Chuma”.

Se quejó de los desplantes de su suegra “Doña Tremebunda” y de don “Cuasimodo Vinagre”; me contó de la candidez de “Ungenio” y de “Genito”; de su amigo más bueno que el pan “Huevo Duro”, y por supuesto me demostró su antipatía (que es recíproca) del “Pepe Cortisona”, siempre agrandado y sobrador como su sobrino “Pepito”.

Me decía que en su pueblo siempre deambulan los sonámbulos, que hay cocodrilos entrando por las ventanas, platos voladores que ya a nadie asombran y buzones que tienen ojos y vuelan. Estaba algo preocupado por las travesuras y las bajas notas de su sobrino “Coné”, pero que quería mucho a la “Yuyito” y al “Huevito”: Que lo conforta su amistad con “Fonola”.


En cambio, el “Chacalito” lo preocupa mucho por su vida de averías; que lo enoja la tacañería de “Máximo Tacaño”; pero que el “Che Copete” le cae bien porque es simpático y cachafaz, no así “Martínez”.

Me dijo que uno de sus mejores amigos es “Tomatito”, siempre bueno y servicial. Y también “Comegato” siempre oportuno y confidente pero que le da mucha lástima “Don Filomeno” y doña “Lurisnarda”.

Que está tranquilo porque ya no lo molesta “Juan Sablazo”. Eso sí, extraña a “Don Roberto”, a “Titicaco”, (a “Tolo el Sucio” para nada). Hace mucho que no tiene noticias de “Chuleta” y de “Cabellos de Ángel”.

Me confió que extraña en estos lares a su perro “Washington”, su loro “Matías”, su sillón y la lectura diaria de ”El Hocicón”, diario pobre, pero honrado. Del caballo “Mandíbula”, ni noticias. Que está muy preocupado porque en Las Grutas no se aparece “San Guchito” para darle una mano en los momentos difíciles, ni tampoco está el Padre “Venancio” para darle sus consejos espirituales, y para colmo la Parroquia “Stella Maris” de Las Grutas le queda algo lejos y además hay otros curas.


Recordó que mucho lo quería a “Sandro de América” por eso de lo de “una muchacha y una guitarra para poder cantar” y que hasta le dedicó una tapa de la revista.

Ahora, como si estuviera en Pelotillehue, yo miro los comercios de Las Grutas o de Valcheta para ver si encuentro la “Radio Cumpeo”, el afiche comercial que dice: “Tome Pin”, o el que anuncia “Santa Clota, Tiritones”, el slogan político “Vote por yo” pintado en las paredes o el edificio “Los pajarracos”, pero es en vano, esos nombres de fantasía solamente están en la historieta.

Yo, que soy cholulo por naturaleza le pedí a mi amigo Salvador Cambarieri que me tome una foto con el “pajarraco” más querible del mundo de las historietas. Y hablando de Salvador, gracias por regalarme una colección invalorable de “Condorito” que sumadas a las mías ocupan un lugar de privilegio en mi biblioteca, junto a los clásicos.

Yo miré el reloj y tenía que dejarlo a “Condorito” para hacer mis cosas, pero su presencia simpática me acompañó todo el día. Y él se quedó muy ufano en el bulevar a la sombra de los arboles porque se sabe querido y famoso. De puro nostálgico ni me saludó con la mano al despedirnos. Yo sí.


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