Caro Quintero, el «amo de la marihuana» de los ’80 al que EE.UU. jamás olvidó

El capo narco más buscado por EE.UU. estaba semiretirado y su influencia era escasa, pero su participación el asesinato  de un agente de la DEA lo transformó en prioridad.

Yussel González/AFP y agencia AP


Amo y señor de la marihuana en los años 1980, Rafael Caro Quintero es uno de los capos históricos de México. Aunque pagó con cárcel parte de sus culpas, una sombra no deja de perseguirlo: el asesinato del agente estadounidense ‘Kiki’ Camarena.

De 69 años y detenido el viernes por militares mexicanos en el estado de Sinaloa (noroeste), Caro Quintero era conocido por su ostentación, con una debilidad por las joyas y la ropa fina.

También por su habilidad para los negocios y moverse en el bajo mundo. 

A los 14 años se inició en el cultivo de marihuana en su natal Badiraguato (Sinaloa), cuna de otro de los mayores narcotraficantes mexicanos, Joaquín «El Chapo» Guzmán, condenado a cadena perpetua en Estados Unidos.

Una prisión en ese país podría ser también el destino final del llamado «Narco de Narcos», pedido en extradición por el homicidio del agente de la DEA Enrique ‘Kiki’ Camarena en 1985.

Al igual que otros capos, Caro Quintero justificó en la pobreza y falta de oportunidades su incursión en la criminalidad.

El cartel de búsqueda de Caro Quintero, por el cual EE.UU. ofrecía una recompensa de 20 millones de dólares. (FBI via AP, File)

«Era una persona muy joven que vivía aquí en la sierra, aquí es normal la siembra de marihuana y amapola (materia prima de la heroína). Era huérfano, murió mi papá, yo tenía 14 años y había que darles de comer a mis hermanos, así empezó todo», relató en 2016 a la revista Proceso.

Su mayor error 


A finales de los años setenta, Caro Quintero se alió con Miguel Ángel Félix Gallardo («El jefe de Jefes») y Ernesto Fonseca Carrillo, en lo que fue conocido como el Cártel de Guadalajara, una de las primeras organizaciones dedicadas al narcotráfico en México.

El «Narco de Narcos» llegó a ser así el mayor productor y exportador de marihuana de México, y su fortuna calculada en unos 500 millones de dólares.

Posteriormente el Cártel de Guadalajara amplió sus negocios a la cocaína, gracias a los vínculos entre Miguel Ángel Félix Gallardo y el capo colombiano del Cártel de Medellín, Pablo Escobar.

Kiki Camarena, el agente de la DEA que se había infiltrado en el cartel y luego fue brutalmente asesinado.

Aunque posaba como un agricultor honesto, Caro Quintero, cuya vida ha sido retratada en las llamadas «narcoseries» televisivas, ya estaba en la mira de los oficiales estadounidenses que le seguían la pista a sus cargamentos y nexos con autoridades mexicanas. 

Entre 1982 y 1984, Kiki Camarena, agente estadounidense de origen mexicano, se infiltró en el Cártel, lo que derivó en la incautación y destrucción de una siembra de marihuana de 2.500 acres del «Narco de Narcos» en una hacienda conocida como el Rancho Búfalo, en el norteño estado de Chihuahua.

Según las autoridades estadounidenses, en su deseo de venganza contra la DEA, Caro Quintero ordenó la tortura y muerte de Camarena, cuyo cuerpo fue encontrado en una zanja en marzo de 1985 junto con el del piloto mexicano Alfredo Zavala.

El homicidio de Camarena golpeó las relaciones entre Estados Unidos y México y radicalizó la lucha antidrogas, todo lo cual detonó la caída del capo y la desintegración del Cártel de Guadalajara. 

En el operativo de búsqueda de Caro Quintero, uno de los helicópteros se cayó y murieron 14 marinos mexicanos. (AP Photo/Guillermo Juarez)

Asunto personal


Caro Quintero fue detenido en abril de 1985 en Costa Rica y condenado a 40 años de prisión por el doble crimen, aunque en agosto de 2013 fue liberado por un tecnicismo legal.  

Tras su excarcelación, el gobierno estadounidense demandó su captura con fines de extradición bajo cargos de secuestro y asesinato de un agente federal, y posesión y distribución de cocaína y marihuana, entre otros delitos.

Prófugo desde entonces, la DEA también lo acusa de haber vuelto a sus andanzas y ofrecía hasta 20 millones de dólares por información para capturarlo.

Se trata del precio más alto puesto a la cabeza de un criminal mexicano, superando a capos activos como Nemesio Oseguera, «El Mencho», líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, por quien se ofrecen 10 millones de dólares. 

La recaptura de Caro Quintero «fue el resultado de sangre, sudor y lágrimas», afirmó la jefa de la DEA, Anne Milgram, subrayando que era un objetivo de altísimo valor.

«Era una situación personal para nosotros. Si algún criminal mata a un agente nuestro entonces vamos a perseguir a un individuo así como Caro Quintero por todo el mundo hasta que sea capturado», comentó a su vez este sábado a la AFP Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA. 

Pero Caro Quintero niega haber participado en el asesinato de Camarena. «No lo secuestré, no lo torturé y no lo maté», aseveró a Proceso en la clandestinidad, y añadió que solo quería vivir en paz.

Las motivaciones políticas


La motivación de Estados Unidos para atrapar al capo Rafael Caro Quintero, por quien ofrecía una recompensa de 20 millones de dólares, ha sido firme desde hace 30 años: llevar ante la justicia al presunto responsable de la tortura y muerte de un agente de la DEA en 1985.

La de México no tanto, porque aunque Caro Quintero es considerado como uno de los «padrinos» del narcotráfico mexicano, su poder actual no era el de hace décadas y el presidente Andrés Manuel López Obrador no ha hecho de la captura de grandes capos su prioridad.

Sin embargo, el viernes, pocos días después del encuentro entre el mexicano y el presidente Joe Biden en la Casa Blanca y luego de casi una década de haber sido puesto en libertad por las autoridades mexicanas —supuestamente por un error judicial- el objetivo más buscado de la agencia antidrogas fue capturado con fines de extradición.

El capo sinaloense, que ya se encuentra en una cárcel de máxima seguridad del centro del país, fue localizado en las montañas de Sinaloa gracias a un operativo conjunto entre la Marina y la Fiscalía Federal de la República, con la ayuda de una perra experta en rastreo y también de Estados Unidos.

«El equipo de la DEA en México trabajó en colaboración con las autoridades mexicanas para capturar y detener a Rafael Caro Quintero», dijo Milgram.

No obstante, el embajador estadounidense Ken Salazar aclaró el sábado en un comunicado que esa colaboración no conllevó la participación de personal estadounidense en la acción táctica, conducida únicamente por México.

La cooperación entre la DEA y la Marina mexicana hizo que se lograran importantes capturas en las administraciones anteriores pero con este gobierno esto no había sucedido y, además, surgieron fricciones cuando se aprobó una ley que limitaba las operaciones de sus agentes.

«Me parece que en las conversaciones privadas entre el presidente Joe Biden y Andrés Manuel, pactaron nuevamente la entrega de narcotraficantes de alto perfil, que se había suspendido», opinó el analista de seguridad David Saucedo.


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