La obra de Bustillo en Bariloche, una complicación interminable para los frentistas

En los 1.000 metros que se concentraron las tareas hay hoteles, un sanatorio, un centro cultural y una chocolatería que padecen los inconvenientes a diario. La falta de veredas y el barro, son algunos de los problemas.

El paisaje de máquinas viales, caños, zanjas abiertas, escombros, barro y vallados que dominó el tramo inicial de la avenida Bustillo durante más de un año provocaron numerosos contratiempos a los comercios y hoteles allí emplazados, donde abundan las miradas críticas sobre todo el proceso.

Algunos celebran que “lo peor ya pasó” y el pavimento nuevo, con los ensanches ya habilitados, generaron un visible beneficio. Otros resaltan que las banquinas rotas y los pozos resultan una “pesadilla” interminable.

La obra de modernización de Bustillo fue planificado para extenderse desde el kilómetro 0 al 4, pero solo el primer segmento, que comprende unas diez cuadras, es el que concentró hasta ahora las reformas más importantes, a cargo de la empresa Codistel. Allí el tránsito vehicular se traba sin remedio en los horarios pico y también es intensa la circulación de peatones, que padecen la ausencia de veredas y los micros estacionados.

Emilio Antunao es el encargado del local de ventas de la chocolatería Havanna y dijo que la obra “trajo muchos inconvenientes”, especialmente cuando les el estacionamiento sobre una calle lateral, lo cual coincidió con la última temporada alta de invierno. También subrayó que el público que reciben en el local se queja por la dificultad de acceso, ya que no hay veredas y ni siquiera “banquinas en condiciones”.

A metros de allí, también sobre el flanco sur de Bustillo se encuentra el instituto cultural Arte y Parte. Su titular Perla Gleichgerorcht definió a la obra como “un desastre y un caos”. Se quejó de que la alteración del tránsito es tal que “algunos alumnos tardan más de una hora para llegar desde el kilómetro 4” hasta el centro educativo y pierden las clases.

Dijo que en la puerta del instituto “abrieron un pozo para cámaras de inspección y lo dejaron así como un año”. Por esa infraestructura inconclusa, dijo Gleichgerorcht, sufrieron frecuentes cortes de agua y de luz, que se extendieron hasta cuatro días.

No hay veredas, es un barrial, la verdad que es una vergüenza -aseguró-. A mí os de la obra me sacaron un tao de basura que estaba amurado al suelo y desapareció. Nadie te dice nada de cómo sigue esto. Hasta donde sé, se frenó porque hay diferencias con algunos frentistas, que no quieren ceder un metro de sus cercos. Pero si en dos años avanzaron solamente 100 metros, no son los frentistas el problema”.

Según la responsable del instituto de arte, el origen de las dificultades está en que “Bariloche crece y nadie regula nada. Andan máquinas por la Bustillo a paso de hombre a cualquier hora de la mañana. Las ambulancias o la policía, aunque vengan con sirenas no tienen por dónde pasar”.

En la zona hay un sanatorio con nutrido movimiento de empleados y de pacientes. También hay varios hoteles, entre ellos uno reabierto hace poco que trabaja con estudiantes. La presencia habitual de micros sober la banquina torna más tortuosa la convivencia.

El gerente comercial del sanatorio San Carlos, Leandro Paredes, realizó una evaluación menos negativa. Dijo que la obra “se demoró mucho, pero ahora está casi terminada en este tramo, el ensanche ayudó, también la dársena de giros. Hay un espacio para el descenso de pacientes. Mejoró la circulación y se notan los cambios”.

Admitió que el tránsito de vehículos se frena en determinados horarios pero “no es por el sanatorio”. Paredes dijo sin embargo que la perspectiva para la operatividad del centro de salud no es buena porque “la demanda de uso es enorme, la guardia tiene demoras permanentes y todo está colapsado”, lo cual impacta obligadamente sobre la Bustillo.


Lo que percibe el turista con la obra de Bustillo


El responsable de un hotel vecino que pidió reserva de su nombre dijo que la obra, por su demora, resultó “cansadora” y que una de las complicaciones surge a la hora de cobrarle a los huéspedes la llamada “ecotasa”. Les explican que es un gravamen del municipio para aplicarlo en “el embellecimiento de Bariloche”, pero a poco de circular se disgustan por el contraste entre ese sobrecosto en el alojamiento y el estado real de la ciudad. “No se quejan tanto de las demoras, que sí son un problema para el personal, sino por la cuestión estética”, dijo la fuente.

También refirió que la ausencia de veredas y el improvisado desfiladero reservado a los peatones “es un peligro y un obstáculo serio, por ejemplo para quienes andan con un carrito de bebé”.

Señaló que el vínculo con referentes de la empresa y del gobierno provincial que monitorea la obra existe, pero no brinda soluciones. “Uno entiende que este tipo de obras tienen demoras y problemas -refirió-. El contacto está. A uno lo escuchan y son amables, pero poco resolutivos”.

Alex Alvarado, jefe de ventas del hotel Alma del Lago, también observó con preocupación que la obra “está muy atrasada”, entorpece la circulación y afecta de algún modo la fachada del establecimiento. Dijo que todos entienden que “es una obra complicada, y aunque “no afecta a la operatividad del hotel”, esperarían que los plazos de finalización estén a la vista. Algo que nadie les puede asegurar.


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