Nadia Podoroska, una rosarina suelta en la Patagonia

La tenista internacional está en la región y formará parte de la Copa Ciudad de Cipolletti. Ya estuvo peloteando en un lugar que conoce mucho y se prepara con vistas al Australian Open.

“Es hermoso volver a este lugar”, dice Nadia Podoroska, sobre ‘‘La Chacra Tenis’’ en Cipolletti. La mejor raqueta argentina de los últimos años está en la región y visitó un lugar que ya conoce.

En diciembre de 2019, cuando su apellido era para la opinión pública no mucho más que un manojo de sílabas en ruso, visitó Cipolletti jugó en estas canchas. Unos meses después, el 2020 comenzó a ser para ella un delicioso viaje por la cintura de la gloria.Su juego tomó intensidad y consistencia. Y en septiembre revolucionó Paris al transformarse en la primera tenista de la historia en llegar, desde la qualy, a semifinales de Roland Garros.

Ahora, en este club regional, entrena junto a Sofía Madrid -una adolescente de 17 años que nació en Neuquén, ganó el último G1 y es 3 del país- esperando por la denominada “Copa Ciudad de Cipolletti”, que se jugará mañana por la tarde en ese predio.

Nadia no agarra la raqueta hace diez días por una lesión. Pelotea, toma ritmo y de a poco la derecha se torna profunda, pesada, diabólica para su sparring, una chica con la entereza suficiente como para que la rosarina afine los tiros y recargue baterías.

¿Qué cambió en Podoroska desde aquel diciembre de 2019?

Sonríe. Pide “un cortado” después de lidiar con el viento patagónico y ofrecer derechazos de estilo francotirador. “Creo que el click definitivo de mi carrera fue cuando me mudé a Alicante, donde vivían y trabajaban mis entrenadores (Juan Pablo Guzmán y Emiliano Redondi). Ahí logré desprenderme de muchas presiones, armamos un equipo muy profesional y conseguí continuidad y tranquilidad. Después comenzamos a trabajar con Pedro Merani, y eso fue como que cerró un todo”, le cuenta Nadia a “RIO NEGRO” en un diálogo exclusivo.

Merani, campeón argentino de bowling, es un especialista en entrenamiento mental. Merani la hizo meditar. Meditación zen sin la doctrina budista. Entonces, a los trabajos de coordinación, gimnasio, fuerza y técnica, se le sumó la metódica tarea de entender los pliegues de su mente. “Una persona racional como yo, demasiado racional, tiene problemas para desarrollar un deporte como éste si no logra entender su mente y dominar sus pensamientos. Es más, yo me lesionaba mucho, continuamente, incluso en muy buenos momentos de mi carrera, y tenía que ver con lo mental y lo emocional”, explica.

P-Entonces, cuando todo se alineó, los triunfos empezaron a llegar

R-Podría decirse que sí. Yo creo en los procesos, en los procesos del trabajo. Me preparé para llegar en el tenis, desde los 5 años que lo hago. Pasé de todo en esta carrera: viajar y no tener dinero para nada, lesiones, momentos difíciles de todo tipo, y enormes alegrías. Pero disfruto lo que hago, y no podría hacerlo si la pasara mal.- 2020 y 2021 fueron años soñados, más allá del cierre con lesión.

-¿Con qué momento te quedás?

– Ir a los Juegos Olímpicos fue un sueño hermoso, representar a tu país, llegar a una instancia donde una argentina hacía mucho no llegaba (octavos después de …); ganarle a Serena fue como cumplir un logro enorme, casi impensado. Todo eso es lo que añoré de chiquita, cuando jugaba contra el frontón en el club de mi barrio. Pero lo máximo fue Rolang Garros, eso fue increíble, y además me permitió dar un salto enorme en el ranking (este año llegó a estar 36° del mundo).

Sofía Madrid y Nadia Podoroska se hidratan después de pelotear.

– ¿Te ves superando ese logro, ganando un Grand Slam por ejemplo?

-Estoy convencida que puedo ganar un Grand Slam y que puedo llegar a ser 1 del mundo. Creo que tengo potencial, creo en mi potencial, y mucho más ahora’’.

No hay titubeos en la vida de Podoroska. Ni cuando habla ni cuando pone en marcha la máquina en la que convirtió su cuerpo. De 7 a 8 horas de entrenamientos por día, disciplina, esfuerzo, perseverancia. Jura que sólo una vez en la vida se dejó hipnotizar por los fantasmas del renunciamiento. “Juego al tenis desde los 4 años. Era la más chica en mi club y siempre fue como una obsesión para mí. No iba a cumpleaños, a juntadas con amigos a nada más que a jugar al tenis. Pero un día dije basta, cuando tenía 10 años. Hoy pude darme cuenta, trabajando en mi persona, conociéndome internamente, que eso se desencadenó al enterarme que alguien había querido que mi familia firmara un contrato. Entonces me quise alejar…

-Nadie te prepara para eso, como tampoco para el reconocimiento y todo lo que conlleva.

-Creo que esa transición, del paso del anonimato al reconocimiento, es lo más difícil que tuvo que sobrellevar, sobre todo porque nadie te capacita para la parte del negocio que tiene el tenis, cuando la persona se transforma también en una empresa. Se hace difícil que esos condicionamientos no influyan a la hora de entrar a la cancha. Fue un gran aprendizaje y ahora he logrado mucha más tranquilidad.

A los 24 años, reside en Alicante, lejos de su Rosario natal, muy lejos de la mesa familiar donde se habla de política y se rememora al General. Cree que el tenis femenino del país “puede dar un salto de calidad porque hay jugadoras y talentos, pero faltan más torneos, mejor competencia”. Confía que cuerpo y mente se alinearán para aspirar a un 2022 con mayor continuidad, en citas grandes. Su inicio de temporada será nada menos que en el Abierto de Australia.

-¿Qué le falta a tu juego ser una tenista Top?

-Trabajo para tener más consistencia en mi tenis a lo largo del año, para acortar distancia y jugar más adentro de la cancha, y sacarle tiempo a mis rivales. También debo mejorar el saque…

La última no es una pregunta, es más bien una moneda lanzada a la fuente de los deseos.

-Acá te esperamos cuando seas número 1 del mundo…

Ensaya una sonrisa, tímida pero elocuente. No duda: “Despreocupate que si pasa, acá nos vamos a ver”.

*por Sebastián Busader, periodista.


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