Naldo Labrín, artífice de la música neuquina y latinoamericana

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La vasta trayectoria de Reinaldo Naldo Labrín está tácitamente escrita en la historia neuquina, en los anales que enaltecen la música y la historia. Como homenaje al Día de la Tradición quiero tener la deferencia de resumir su inconmensurable obra en pos de la música y la cultura del Neuquén.

Naldo nació en Neuquén el 11 de febrero de 1945. Es hijo de Amandina Méndez y de don Purciano Labrín. Su padre, campesino, fue también guardiacárcel y sargento primero de la Policía territoriana. Amandina y Purciano se casaron en Loncopué y tuvieron prolífica descendencia: Susana, fallecida tempranamente de tuberculosis; Juan Carlos ; Oscar, casado con Norma Barbaro; Susana, casada con Almaraz; Purciano; Cacho; Naldo y Mónica.

Durante la infancia de Naldo, la familia vivió en la chacra ubicada en el barrio La Sirena –lo que hoy es la intersección de las calles Lanín y Labrín–. Nos relata Naldo que cursó los estudios primarios dos años en la Escuela Nº 132.

En 1949, don Purciano compró el terreno de la segunda cuadra de la calle Tucumán, donde construiría la casa. Recuerda Purciano cómo se abrió la huella de la calle Independencia hacia la barda: iba con una pala buey, abriendo el camino. Por la cercanía, Naldo continuó sus estudios en la Escuela Primaria Nº 2
–mientras a los 11 estudiaba guitarra con Aurelia Mercado–; y luego en la ENET Nº 1 el secundario.

Prosigo en esta ardua tarea de sintetizar la vastísima trayectoria artística y cultural de Naldo: integró la Acción Católica cuando era cura de la Capilla de los Dolores el padre Antonio Fernández. Recuerda al padre Savioli, quien tocaba el órgano en la capilla, que le dijo “Tenés que estudiar mucho, mucho, amar la música más que a vos mismo”.

Integró el recordado grupo teatral Teyvo (nombre que nace de teatro y vocación) con la Sra. de Pianciola. Por aquellos tiempos se compró una de sus primeras guitarras eléctricas.

Mientras tanto, Naldo trabajó en comercios de recordados neuquinos como el Bazar París de Osvaldo Charadío. Al tocar en el cabaret “Brodway” tuvo algunos inconvenientes por ser menor de edad y hacer música en un lugar nocturno.

En 1964 acude a estudiar música a Bahía Blanca. Un año después participa en el Festival de Cosquín con el conjunto Las Voces del Sur, junto a sus recordados compañeros Raúl Pavón, Rulo Domínguez, Néstor Córdoba y Pedro Santa Cruz, “el minero cantor”.

Con Mercedes Sosa actuó en varias oportunidades.

En 1965 conoció a Atahualpa Yupanqui: “Me tomó como un discípulo joven con el que mantenía largas conversaciones y me regalaba libros y comida”.

En 1967 formaba parte del dúo Naldo y Michel, tocaban en el café La Fusa, en donde sonaba la música de Vinicius de Moraes y Toquinho con María Creuza. Compartió escenario con Zitarrosa y Silvio Rodríguez, entre tantos.

En 1972 había creado el conjunto Huerque Mapu, “Llenamos el Luna Park” recuerda.

En 1974, Naldo regresó a Neuquén, a su querencia, en donde se desempeñó con don Felipe Sapag en el área Cultural.

Pero el golpe militar de 1976 lo obligó a dejar el país hasta 1983 y radicarse en México, en donde continuó su prolífica labor, dedicada a la música latinoamericana.

Partió solo al exilio; posteriormente irán sus hijos mayores, Lautaro y Galia.

Creó el célebre grupo Sanampay. Y en 1979 compuso, con Tejada Gómez, la “cantata coral terrestre”. Por su parte, la cantata para don Jaime fue realizada en homenaje y memoria de don Jaime de Nevares, y se erige como obra destacada por cuanto lleva letra de Hamlet Lima Quintana, y música de Naldo.

Entre tantos hitos de su carrera artística, queremos destacar que fue fundador de la Orquesta Cámara Universidad de Lanús, Orquesta Sinfónica del Neuquén, de la Orquesta de Cámara del Comahue y del Coro de la Fundación del Banco Provincia del Neuquén, entre otros. Este año, Labrín le escribió una canción en el Día de la Madre a Alicia Fernández Rego, de quien fuera alumno regular de la Escuela de Bellas Artes. La canción se llama “Alicia de mis maravillas”.

Hoy, Naldo comparte su vida con Laura Pérez, con quien tiene dos hijas: Amandina y Carmina. En el 2013 la Universidad de Lanús le concedió el título de profesor honorario por su trayectoria.

Su amor por la música, su pasión por el arte, lo ha convertido en un embajador de la cultura neuquina. Cuando llegué a su casa me deleité escuchándolo en el piano.

¡Gracias maestro por honrar nuestras tradiciones! ¡Gracias por propagar nuestra cultura por el mundo!

Beatriz Carolina Chávez

DNI 6.251.256

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