Natalia Kiako: qué le vas a cocinar a mamá

“Curabiés, masitas con 3 generaciones de recetas”, comentó enseguida la cocinera referente de lo natural y orgánico. Su abuela turca las hacía, su mamá le hizo unos toques y Natalia la reversionó para estos tiempos. ¡Que te gusta mucho!

Por Natalia Kiako

Esta es una receta que me parece muy linda para el Día de la Madre porque es una galletita que me hacía mi abuela, que es turca y pasa de generación en generación hace cientos de años (se conoce como kurabie, curabie, gurabíes, variaciones así a montones). Y la retomé acá en lo que te mando con versiones de mi abuela, de mi mamá y mía, que también me parece un lindo toque.

El curabié supo merecer versiones de cada generación de abuelas de mi familia, y sin embargo persistir sencillísimo, con poquitos ingredientes, incluso vegano de origen. Tengo en la punta de la lengua, fresquísimo, el recuerdo de los que me preparaba mi abuela Susana. Mi mamá los hace más bien para reuniones y fiestas, donde se volvió un favorito entre amigos. Hoy agrego los míos, aunque todavía no me haya ganado el título de abuela.

Los invito a encontrar su propia versión, la que más les guste y mejor les siente. ¿Quizás con un poquito de cacao? y dale.

¿Una pizca de canela? Qué cosa no sería más rica con canela. Las generaciones presentes y pasadas de cocineras de curabiés los amparamos.

Va de entrada mi versión, y entre paréntesis las de mi madre y mi abuela, esta última casi como la original de sus ancestros turcos y antes, toledanos.

Curabiés – masitas con 3 generaciones de recetas

Ingredientes

– ¾ taza de manteca de maní natural (esto lo copio de mi mamá, era tahina -o pasta de sésamo- en la versión de mi abuela. Mi recomendación, si tienen ambas, es que le pongan apenas una cucharada de tahine a la manteca de maní, le da una profundidad de sabor espectacular).

– 3 cucharadas de azúcar mascabo (mi abuela usaba 4 de azúcar blanca, y colmadísimas).

– 1 tacita de café de nueces picadas (Eso dice mi mamá, yo recuerdo firmemente maníes tostados. Ella es fan de la fruta seca, y no sólo usa nueces, sino que le pone el doble)

– 1 cucharadita de polvo de hornear

– cantidad necesaria de harina integral (obviamente mi abuela usaba harina blanca. Y mi madre, mujer de la generación Utilísima, directamente harina leudante). Los gluten-free pueden usar harina de arroz perfectamente.

*Tanto mi mamá como mi abuela agregaban ¼ taza de aceite. Con todo el aceite natural de la manteca de maní (o la tahine) no lo vi necesario en lo más mínimo.

Procedimiento

Disolver el azúcar en la pasta de maní y-o tahine lo mejor posible. Agregar de a poco harina y el polvo de hornear. ¿Cuánto? es a ojo y a gusto. Con más harina van a quedar más maleables. Yo los invito a detenerse cuando la mezcla se despega del bowl claramente, sin estar aún muy compacta, nada de plastilina. En ese momento, llévenla a enfriar a la heladera para que “tome” antes de seguir, sin necesidad de inundarse de harina, que restaría sabor y salud.

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Agregar las nueces o maníes si se quiere (pueden hacerse sin nada, claro). Formar pelotitas pequeñas y colocarlas en una placa aceitada o de silicona. Aplastar las pelotitas suavemente para formar discos de unos 7 u 8 mm de alto. Si son aún muy blandos, llevar unos minutos más a heladera o freezer hasta que estén más fríos y consistentes.

Hornear a fuego muy suave, unos quince a veinte minutos, hasta que se doren por debajo sin quemarse. No desmoldar hasta que no se enfríen un poco, porque podrían romperse.

Mi abuela las servía con mucho azúcar impalpable por arriba. Y yo me las comía todas.

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