La otra mirada de Víctimas por la Paz

En 2004 Leandro Seisdedos era fiscal. “Estaba del lado de los malos”, aseguró sonriendo. Su pareja de entonces tuvo un accidente fatal. Ella era psicóloga e iba a trabajar de Cinco Saltos a Cordero en un remís pagado por el Estado rionegrino. Las cinco personas que viajaban en el auto murieron. El conductor del camión con el que chocaron quedó detenido.

“El día antes de mudarme de Cinco Saltos a Neuquén se me ocurrió ir a verlo al tipo a la comisaría. Fui a Cinco Saltos. Hablé con el comisario, el comisario no entendía mucho. Pensaba que yo iba a pegarle. Me dejaron pasar con un policía. Lo trajeron al tipo, le sacaron las esposas. Yo me presenté: ‘soy Leandro, soy el esposo de una de las chicas que iba en el auto’. El flaco se quedó duro”, contó.

Le dijo: “Yo no tengo odio hacia vos. Te lo vengo a decir porque me imagino que vos debés estar durmiendo mal, tenés culpa de todo esto que pasó. Eran cinco adentro de ese auto, por lo menos hay uno que no tiene rencor y no tiene odio. No voy a pedir más cárcel.”

Leandro hoy es defensor penal (para algunos ahora sí que está con los malos). Explicó que no sabe si lo que hizo esa vez fue perdonar, sino que no quería “empeorar más la situación socialmente.” Por eso fue que se sumó a una organización a nivel nacional que se llama Víctimas por la Paz.

La agrupación plantea, básicamente, que endurecer las leyes penales no es la única forma de afrontar los conflictos. Sus integrantes consideran que el concepto de víctima no debe estar asociado al reclamo de venganza. “No es olvido, no es impunidad, no es candidez. Es la búsqueda de la pacificación social por la vía de la convivencia y la integración”, tiene como el lema.

Francisco Gallo también integra la organización. Su juguetería ubicada en la esquina de Alcorta y Leguizamón, en el bajo capitalino, fue robada por tres chicos de entre 15 y 10 años en 2015.

“Cuatro de la mañana, en pleno abril, temblando como una hoja. Un nene de 10 años tratando de llevarse un spiderman. El chico hizo la maldad de romper el vidrio, pero para robar infancia. Yo cuando me levanté esa madrugada, me levanté tan enojado, y con mucha violencia. ¿Por qué a mí? Pero cuando vi a ese nene con las manos en alto en un patrullero, ya la situación cambió”, recordó.

Francisco les regaló los juguetes a los tres y desde entonces sostiene la campaña “Un amigo por un amiguito”: reciben juguetes en desuso, los reciclan, y los llevan a hospitales, iglesias, merenderos.

La Asociación Pensamiento Penal (APP) facilitó el encuentro de todas las personas que integran Víctimas por la Paz en el país. “A veces se toma el caso de Francisco como una cosa anecdótica. La idea es visibilizar que hay mucha gente que piensa así. No es que fue un santo que justo le tocó pasar por eso y por su calidad personal es así, sino que mucha gente está dispuesta a dialogar, a conciliar, a que el otro asuma la responsabilidad, pero también que se vea un poquito más allá de lo que es el conflicto de ese momento”, manifestó Fernando Diez de APP.

El grupo tiene una página con su declaración de principios y objetivos. La dirección es

www.victimasporlapaz.com.ar

“Los chicos dormían en un garaje, estaban mejor afuera que adentro. Nadie se preguntó por qué estaban en la calle a esa hora”.

Francisco Gallo, juguetero que fue robado por tres niños en Neuquén.

“Es un modo de ver distinto las situaciones en las cuales las personas han sufrido un hecho delictivo y encararlo desde otro lugar”.

Leandro Seisdedos, defensor

en Neuquén.

juan thomes