No es pa’ cualquiera la bota e’ potro


En el tema aborto falta discusión, escucha, argumentación y deliberación entre distintos. No apuren al pueblo con leyes que ignoran la voluntad de la mayoría.


Qué nos pasa a los humanos que nos olvidamos de ser humanos? Una vez más los argentinos y las argentinas nos vemos envueltos en discusiones sobre si “aborto sí, aborto no” como si estuviéramos compartiendo una charla banal, mate por medio. Hablar de aborto es hablar de la vida, de nuestra condición humana, y para enfrentar estos temas hay que asumirlos con valentía y sinceridad, no con oportunismos calculadores y electoralistas. La vida es el límite porque sin ella no hay nada más. No es como algunos nos quieren contar que “se interrumpe” un embarazo: una vida se termina con un aborto y no se recupera más.

Mientras tanto, la salud pública está haciendo agua por todos lados. Caminemos el conurbano bonaerense, empapémonos de la realidad de nuestras provincias. No es razonable sumar más cargas a los ya exhaustos y heroicos profesionales de la salud y a nuestros hospitales públicos cuando seguimos atravesando esta pandemia feroz que nos “robó” el 2020.

¿Vieron cómo aumentaron los contagios en esta última semana? ¿No sería mejor seguir resolviendo la apremiante cuestión que representa el covid-19 y más adelante asumir qué piensa el pueblo argentino sobre el aborto?

No es posible que diputados y senadores no den el debate imprescindible que tienen para aportar los científicos sobre la cuestión clave que es el inicio de la vida. Apurarse a promulgar una ley no es una actitud propia de demócratas. Falta discusión, escucha, argumentación y deliberación entre distintos. No apuren al pueblo con leyes que ignoran la voluntad de la mayoría.

En este sentido, leía hace unos días una encuesta(**) que -casualmente- no tuvo gran repercusión en los medios de comunicación. Los datos allí obtenidos son contundentes: el 60% de los consultados se expresó en contra de una ley que legalice el aborto. Señores y señoras, legisladores y legisladoras, ¡teléfono para ustedes!

El sentimiento de los barrios populares lo reflejó Telefe muy claramente en una de sus últimas ediciones durante su noticiero de la noche. En un sondeo realizado por la propia emisora en el Barrio 31 de la zona de Retiro en CABA, se indicó que el 28,6% acepta el proyecto de legalización en tanto que el 71,4% está en contra del aborto. Por favor, que no nos quieran vender gato por liebre. La ley del aborto no la quieren los pobres, la quieren las clases más ilustradas. Estos son los datos que construyen la auténtica opinión del pueblo y no lo que quieren enseñar las elites universitarias.

Y ahora les hablo a los políticos que se dicen peronistas: ¿pensaron por casualidad qué pensarían los fundadores del movimiento más popular que nació en nuestro suelo argentino sobre el aborto? Repito palabras de Eva Perón que muchos pretenden ignorar, pero palpitan en el pueblo humilde y sencillo de nuestra querida patria: “Un capricho gorila y burgués: compañeras, cada aborto que ustedes permiten es un servicio a los poderes coloniales que quieren debilitar la revolución, cada hijo del pueblo que no nace es un hombre menos en la defensa de la patria y de Perón”. Lo dijo dirigiéndose a un nutrido grupo de estudiantes de enfermería el 12 de octubre de 1950. Eso sí, de las contradicciones propias que conviven en el interior de sus convicciones políticas se ocupa cada uno.

Como curas de villas se lo dijimos al presidente Macri en el 2018 y se lo decimos ahora al presidente Fernández. Nosotros no nos panquequeamos. Nosotros no llevamos adelante ideales que cambian cuando llega el FMI y aprieta al exigir un ajuste económico, o porque las encuestas dan en baja en popularidad. Dicen algunos memoriosos que en 1974 el general Perón tuvo que enfrentar situaciones similares en sus diálogos con Henry Kissinger, secretario de Estado estadounidense durante las presidencias de Richard Nixon y Gerald Ford. Claramente que Perón no eligió el aborto para que hubiera menos pobres en la Argentina.

Los terrenos difíciles son el terreno de los políticos que gobiernan, por eso no es para cualquiera la bota de potro, decimos los criollos. Pilotear en la tormenta es lo que da la talla de mujeres y hombres que enfrentan el gobierno de un país, la administración de un Estado, la compasión ante las decisiones que involucran a los más débiles, pequeños, abandonados, los sin voz. No es sacando leyes como si fueran trámites como vamos a lograr la Patria Grande.

*El autor es sacerdote católico, coordinador del Equipo de Sacerdotes de Villas y Barrios Populares de CABA y GBA, párroco de San Juan Bosco en barrio La Cárcova, localidad de José León Suárez, provincia de Buenos Aires.

**Encuesta de opinión pública en Argentina, Giacobbe y Asociados. Noviembre 2020.


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