El signo masón de la diagonal en Neuquén

Así comenzó a asentarse y expandirse la capital de Neuquén en 1904. El gobernador Carlos Bouquet Roldán utilizó las herramientas de la masonería que simbolizaban la equidad y equilibro del hombre y sus obras.

 

 

 

En 1902 llegaban al gobierno de la Nación unos papeles que olían a viento y cordillera patagónica. De tan inhóspito lugar y desde el interior de un sobre con membrete de la capital del Territorio de Neuquén sólo podían venir problemas que requerían solución o pedidos. Y no estaban tan equivocados los destinatarios de la misiva.

Con la rúbrica del entonces gobernador Carlos Bouquet Roldán, se solicitaba con firme decisión, permiso para trasladar la capital desde Chos Malal a un pequeño paraje que sólo tenía como virtud ser punta de rieles y estar rodeada de dos ríos caudalos. Después todo era médanos y desierto. Se le enconmendó entonces al ministro del Interior Joaquín V. González inciar un viaje a estas tierras para inspeccionar la zona y evaluar la viabilidad de semejante pedido.

Las crónicas de épocas recolectadas por el escritor neuquino, Ángel Edelman en su libro “Recuerdos Territoriales”, cuentan que cuando llegó el ministro a la Confluencia, se paró en medio de la nada y “señaló con su brazo el vasto campo y manifestó que allí se levantaría la capital”. González vio lo que ya veía el gobernador: una tierra fértil y con genes de ciudad”.

Ya con los trámites inciados, Bouquet Roldán comenzó a organizar territorialmente la nueva capital. En un papel hizo los primeros trazos y dibujo las cuatro diagonales desde donde se distribuiría todo lo demás. Las investigaciones sobre los inicios de Neuquén, van cuenta que el gobernador al igual que Joaquín V. González, pertenecían a logias masónicas. La masonería tiene como símbolos el martillo, la escuadra y el compás, herramientas del arquitecto. Bajo estos símbolos Bouquet Roldán pensó donde se acentaría la adminsitración del territorio, el Chateaux Gris donde hoy se emplaza el monolito fundacional, y de allí trazó una línea recta, la avenida Argentina, y las cuatro diagonales. Ese dibujo se convertiría en el punto de partida del resto del diseño de la capital neuquina del 1900.

 

La masonería, movimiento filosófico que tiende a enaltecer los principios del trilema: libertad, igualdad y fraternidad. Se canaliza a través de logias secretas, que en Neuquén según los historiadores comenzaron a desarrollarse poco después de inaugurada la nueva capital. “El 12 de septiembre de 1904 se dio por fundada la nueva capital, y cuatro meses después, el 10 de enero de 1905, se dispuso la creación del primer triángulo básico de la masonería local, llamado Obreros Luz del Neuquén, que llevaba el número 95 del Rito Azul”, expresa la historiadora Susana Bandieri en una de sus investigaciones.

Datos

Recién echada a andar la nueva capital, el 11 de diciembre de 1904, con gran sigilo, se propuso constituir el triángulo básico para formar la primera logia masónica de Neuquén: Obreros Luz del Neuquén 95 del Rito Azul.
Los textos históricos sostienen que la creación de la logia se produjo en la noche del 10 de enero de 1905, cuando dos militares destinados en Neuquén y un marino de profesión que ya eran masones iniciados constituyeron “en este valle un triángulo básico. Se lo propusieron el mes anterior para secundar de una manera eficaz la acción resuelta del Gran consejo Argentino del Rito Azul en su tarea de regenerar la masonería Argentina (dividida desde hacía pocos años)”.
Bouquet Roldán fue diputado en Tucumán y diputado nacional por Córdoba, su provincia natal.

 

Editaron este Suplemento:

Producción General: Agencia Neuquén

Diagramación: Johana Pardo

Arte de tapa: Andrea Pino

Edición fotográfica: Matías Subat

Archivo: Edith Cabrera y Jeny Orellana

Infografía: Horacio Licera

 
 

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