Números contra palabras

Según la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, “a muchos no les importan los números, pero sin los números no vamos a ninguna parte, hermano. Esto no es chamuyo”. Tiene razón la señora, pero sucede que no le convendría en absoluto que la gente comenzara a preocuparse por las pequeñeces numéricas. Mientras que en algunos países la difusión de un índice económico considerado decepcionante tendrá un impacto político muy fuerte, felizmente para el gobierno kirchnerista parecería que en la Argentina sólo los especialistas se sienten alarmados al enterarse de que la industria acaba de registrar 22 meses consecutivos de caída, que en un año el déficit fiscal aumentó casi el 1.000% o que el superávit comercial, en otros tiempos uno de los pilares del “modelo”, está derrumbándose con rapidez. También asustan los números ensayados por quienes dicen que, si no fuera por la contabilidad creativa de las autoridades, las reservas netas del Banco Central sumarían menos de 10.000 millones de dólares. No es que la mayoría sienta desprecio por el materialismo sino que, luego de acostumbrarse a que las estadísticas confeccionadas por el Indec no guarden relación alguna con las producidas por las consultoras privadas, agrupaciones políticas, sindicatos e instituciones como la Iglesia Católica, para no hablar de la sensación térmica, muchos han llegado a la conclusión de que en última instancia todo depende de las preferencias ideológicas de cada uno. Para los comprometidos con el relato gubernamental, el vaso está casi lleno, para quienes no lo son está a punto de quedar vacío. El resultado es que la Argentina tiene por lo menos dos economías que son radicalmente distintas: la oficialista, que a pesar de ciertos problemas coyunturales no corre peligro de estallar, y la opositora, que sí está en crisis pero un nuevo gobierno “moderado” podría salvarla sin tener que ajustar nada. Aunque ni siquiera los números del Indec favorecen al gobierno, ya que conforme a las pautas internacionales son desastrosos, la resistencia de los candidatos opositores a aprovecharlos para atacar al binomio Daniel Scioli-Carlos Zannini ha brindado a Cristina un buen pretexto para mofarse de su falta de realismo. Se trata de una forma astuta de privarlos de lo que, en buena lógica, debería ser una de sus armas principales, el fracaso patente de la gestión del ministro de Economía Axel Kicillof que, en un intento por impedir que el país entre en una etapa de turbulencia inmanejable antes de las elecciones, se limita a preparar para el próximo gobierno un paquete explosivo que no le será nada fácil desactivar. Tal estrategia sería comprensible si Cristina quisiera que Mauricio Macri ganara las elecciones presidenciales, como conjeturaban muchos hasta hace muy poco, pero parece confiar en que triunfe Scioli, acompañado por Zannini. La razón por la que el ingeniero Macri y otros opositores de formación más técnica que sociológica o ideológica parecen sentir aversión por los números es sencilla. La popularidad de Cristina que, es evidente, no depende de la marcha de la economía, les ha enseñado que en la Argentina un buen relato sirve para atenuar la dura realidad cotidiana. Según la versión actualizada del relato presidencial, los kirchneristas están luchando con tenacidad admirable contra sujetos decididos a someter al pueblo a un feroz ajuste neoliberal. Por supuesto, los impresionados por los números dirían que el gobierno mismo está asegurando que, tarde o temprano, sea necesario reducir drásticamente el gasto público, devaluar el peso, procurar frenar la expansión monetaria y tomar muchas otras medidas terriblemente antipáticas, pero hasta ahora las advertencias en tal sentido no parecen haber incidido en la actitud de millones de personas que se aferran al statu quo con la esperanza de que resulte sostenible por mucho tiempo más. Si la relación de los números disponibles con lo que efectivamente está ocurriendo en el país fuera tan arbitraria como la de las palabras pronunciadas por los políticos, no habría motivos para preocuparse por el futuro económico del país pero, por desgracia, se basa en realidades concretas, no en los deseos de dirigentes que rezan para que las generaciones venideras los recuerden con respeto o en las teorías abstractas que tanto fascinan a los ideólogos.

Fundado el 1º de mayo de 1912 por Fernando Emilio Rajneri Registro de la Propiedad Intelectual Nº 5.196.592 Director: Julio Rajneri Editor responsable: Guillermo Berto Es una publicación propiedad de Editorial Río Negro SA Lunes 29 de junio de 2015


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