Cuando un par de canciones bastaron para unir a todos
En Nochebuena, en varios puntos del Frente Occidental durante la I Guerra Mundial, hubo un alto el fuego espontáneo, que se conoció como la Tregua de Navidad.

El cantante italiano Eros Ramazzotti, junto a otros tres autores, compuso la canción titulada Si bastasen un par de canciones. Utópica y quimérica, en uno de sus primeros versos anhela que bastasen dos simples de canciones para unirnos a todos. Siendo finalmente realista, termina la letra afirmando que un par de canciones no nos bastará.
Sin embargo, hubo un hecho histórico en el cual dos canciones unieron a todos; y no a todos cualesquiera, sino a quienes se estaban, literalmente, matando entre ellos.
Año 1914. Primera Guerra Mundial. En las trincheras cavadas en tierras belgas y francesas, alemanes y aliados trataban de eliminarse unos a otros, con toda herramienta que para ello sirviese.
Sorpresivamente, al llegar la Nochebuena, en varios puntos del Frente Occidental de la guerra, los alemanes colocaron árboles iluminados en sus trincheras y los aliados se les unieron, lo que dio lugar a un alto el fuego espontáneo, que se conoció como la Tregua de Navidad.
Los alemanes, además de aquellas decoraciones, agregaron a sus celebraciones la entonación de villancicos navideños; más específicamente cantaban Stille Nacht (Noche de Paz), copla por todos conocida.
Los ingleses, desde sus posiciones, también cantaron su villancico preferido -no tan famoso por estos lares-: Adeste Fideles, que en español literal significa “venid fieles”, aunque también es traducido como “vayamos, cristianos”, o “venid que adoremos”. Aún con dudas históricas, se adjudica la autoría de esta canción a John Francis Wade, un inglés empleado del Centro Católico de Douay, en Francia, que compuso también la música, todo estimativamente en el año 1742.
El historiador Stanley Weintraub -citado por el National Geographic History-, cuenta que tras vocear promesas como “tú no disparar, nosotros no disparar”, algunos de los hasta entonces enemigos se deleitaron mutuamente, cantando aquellos villancicos que sustituirían al silbido de las balas. Otros salieron de las trincheras para estrecharse la mano y fumarse un cigarrillo juntos. Muchos acordaron que la tregua seguiría en vigor el día de Navidad, para poder verse de nuevo y enterrar a los muertos. Cada bando ayudó al contrario a cavar tumbas y celebrar ceremonias en memoria de los caídos, incluso en una de ellas un capellán escocés hizo una lectura bilingüe de un salmo. Los soldados intercambiaron comida y regalos que les habían enviado desde sus casas, y botones del uniforme para guardarlos de recuerdo, y jugaron a fútbol. “Nadie quería seguir con la guerra”, asegura Weintraub. Pero los superiores sí, y amenazaron con castigar a quien desobedeciese. Con el año nuevo ambos bandos “reanudaron su actividad”, dice el historiador.
Como lo reclama Ramazotti en su canción y para nuestros tiempos -se reitera, a sabiendas de su mensaje utópico y quimérico-, en aquella otra época aciaga de la humanidad, al menos por un breve lapso, un par de canciones bastaron para unir a todos.
La verdaderamente extraña situación reseñada parece encontrar fundamento causal en algunas ideas que se han esbozado acerca de la música. Así, por ejemplo, Cervantes señaló que la música compone los ánimos descompuestos. Mas cercano en el tiempo, Arthur Schopenahuer, no obstante ser considerado el padre del pesimismo filosófico, sostenía que en la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro.
El villancico Noche de paz es harto conocido, más no sucede lo propio con Adeste Fideles. A quien lo quiera escuchar, se recomiendan las versiones de dos tenores italianos: una, del gran Giuseppe Di Stefano, incluida en su álbum “Gradi Canzoni”, y la otra, más apoteótica, de Luciano Pavarotti, inserta en su colección “Une historie d´amour avec le Québec”.
* Juez y profesor universitario.
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En Nochebuena, en varios puntos del Frente Occidental durante la I Guerra Mundial, hubo un alto el fuego espontáneo, que se conoció como la Tregua de Navidad.

El cantante italiano Eros Ramazzotti, junto a otros tres autores, compuso la canción titulada Si bastasen un par de canciones. Utópica y quimérica, en uno de sus primeros versos anhela que bastasen dos simples de canciones para unirnos a todos. Siendo finalmente realista, termina la letra afirmando que un par de canciones no nos bastará.
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