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El Gran Simulador

La irrupción de Javier Milei en el escenario político argentino de algún modo me hace recordar a este personaje de la novela de Gogol, Pável Ivánovich Chíchikov.

Redacción

Por Luis Virgilio Sánchez*

El escritor ruso Nikolai Gogol en su obra más conocida: “Almas Muertas” (publicada por primera vez en 1842) retrata con maestría el derrotero de un personaje emergente de un sistema feudal decadente: Pável Ivánovich Chíchikov, quien recorre junto a su asistente distintas poblaciones de la Rusia Imperial para entablar vínculos con personas ricas e influyentes a quienes les hace una oferta desconcertante.

En el Siglo XVIII el imperio Ruso poseía un sistema económico donde los siervos se registraban como bienes y los terratenientes debían pagar impuestos al zar en proporción a la cantidad de campesinos que poseyeran bajo su señorío, a quienes denominaban “Almas”: las grandes distancias y las condiciones propias de aquella época, dificultaban la realización de censos frecuentes, por lo que el registro de las almas permanecía por años desactualizado, lo que hacía que la gran mayoría debiera pagar impuestos por personas que ya no existían.

La oferta de Chíchikov era desconcertante, pero a su vez difícil de rechazar: ofrecía comprar aquellas almas muertas por un módico precio, lo que les permitiría a los dueños obtener dinero por un bien que no valía nada, ya que no existía y, como contrapartida, liberarse del pago del impuesto que quedaría a cargo del nuevo dueño.

La carencia de riesgos y evidente ventaja que ofrecía la transacción para el vendedor, superaba con holgura los resquemores éticos que producía aquella oscura transacción e incluso la propia intriga que generaba en los vendedores no saber cuál era el beneficio que obtendría el comprador por esa adquisición absurda.

Chíchikov debía esforzarse para eludir aquellos interrogantes, aunque siempre dejando en claro que se trataba de una transacción legal.

Así fue sumando cada vez más almas a su haber, aunque también suscitando la desconfianza e intrigas de quienes no aceptaron la insólita oferta, por considerarla inmoral; son ellos quienes finalmente lo desenmascararán, develando su deshonesto propósito: Adquirir un total de trescientas almas para luego presentarse ante la administración, ofrecerlas en garantía y obtener un préstamo importante que le permitirá adquirir aquello que jamás tuvo: tierras, propiedades y siervos.

Chíchikov finalmente logra su objetivo, pero luego es juzgado por sus actos fraudulentos, instaurando una interesante reflexión sobre la legalidad y la ética.

La irrupción de Javier Milei en el escenario político argentino de algún modo me hace recordar a este personaje de la novela de Gogol, no sólo por caracterizar a un oportunista, un simulador emergente de la crisis, sino por su original impostura como oferente de una propuesta electoral fácil de aceptar, en un contexto donde la sociedad -en el fondo- cree no tener más nada que perder.

Este verdadero “personaje” de la política actual, llega presentándose como un experto en economía, cuya trayectoria a muy pocos le consta, pero que sin embargo nadie cuestiona; se erige como un político disrruptivo, pero su discurso transita por lugares comunes y demagógicos, basándose casi exclusivamente en la exaltación del descontento lógico que impera en la crisis donde la sociedad está abrumada por la falta de perspectivas de futuro y la progresiva merma de sus ingresos, disueltos por la inflación.

Su discurso afinca en el enfado general contra la clase dirigente que parece menos preocupada por la crisis que por sostener sus privilegios.

Sin dudas, el escenario más propicio para los estafadores es la desesperación, uno de los colaboradores de Milei, candidato a jefe de gobierno porteño lo ha dicho con total desparpajo y lo repite en todas las entrevistas: “la gente tiene sed y ofrecemos agua” Confesando, en suma, que se trata sólo de una estrategia electoral.

Por supuesto que éstas cuestiones no suscitan debate alguno entre la licitud y la ética como en el libro de Gogol, donde finalmente a Chíchikov no se lo juzga por comprar las almas muertas, sino por obtener una ventaja a partir de un engaño.

La impostura de Milei queda desenmascarada por los propios resultados electorales de su espacio político en las elecciones provinciales que se desarrollaron en todo el país, donde apenas si llega al 6%, la carencia de estamentos colectivos donde pueda referenciarse más allá del grupo de individuos que lo acompañan en su exitoso montaje, van develando de a poco la carencia de contenido real de sus impracticables propuestas, aunque el volumen de votos cosechados en las PASO quizás logren que, al igual que Chíchikov, se salga con la suya para luego ser juzgado.

*Abogado


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