El primer año de la carrera: hay que pasar agosto

En el estudio, detectamos que hay una persistencia, un deseo de seguir estudiando. Y logramos ubicar factores que colaboran o que obstaculizan los abandonos en las dimensiones insdesercióntitucionales y personales.

(Yamil Regules).-

Agosto no sólo es un mes que hay que pasar a caña y ruda; también es un mes clave en el primer año de la carrera que se elige. Este mes da muestras de lo difícil que son los inicios. No es tarea sencilla comenzar a estudiar en el nivel superior o universitario.  Cualquiera que haya tenido la oportunidad lo sabe. Como docentes, mantenemos múltiples conversaciones con pares y principalmente con estudiantes acerca de los desafíos que implican para ellos el tránsito por un nuevo nivel de estudios.

Para intentar comprender con mayor profundidad el abandono de cursadas, durante dos años, realizamos una minuciosa investigación junto a un equipo de estudiantes y profesores de la formación docente. Para ello, entrevistamos a una veintena de estudiantes, quienes a partir de sus propias experiencias nos ayudaron a ver qué hay detrás de esos abandonos. 

Una primera reflexión que surge de esa investigación es que la decisión de abandonar responde a causas múltiples que a veces están yuxtapuestas.  Sin embargo, no todo abandono es igual, ni sus causas tienen el mismo peso. En algunos casos vimos que los estudiantes dejan de cursar porque sienten una enorme distancia entre lo que “traían de la secundaria” y lo que “les dan en el instituto”. La sensación generalizada en este abandono es que lo que se les ofrece es “chino básico”, algo muy difícil de comprender porque ellos “nunca lo vieron antes”.

Otra causa, tiene que ver con comprender el nuevo lenguaje institucional; iniciarse en algo, también es conocer nuevas formas de nombrar: horarios de consulta, materias, áreas, cursadas, finales, talleres, encuadres pedagógicos, más la carga conceptual constituyen un nuevo idioma que también necesita ser aprehendido.

Un tercer rasgo del abandono es que no es una acción repentina sino más bien elaborada a través del tiempo, consultada y compartida con otras personas (compañeros, amigos, padres, madres, profesores). Esto nos permite pensar en la construcción de un camino hacia el abandono, en las huellas que va dejando y sobre las cuales es posible intervenir también para evitarlo.

Por último, el abandono no es, en sí, algo completamente negativo; por el contrario, es constitutivo del oficio de estudiante. En la investigación, quienes están estudiando nos cuentan que dejar una o algunas materias les ha permitido desarrollar nuevas estrategias de estudio, los ha fortalecido; han priorizado ciertas materias por sobre otras y esto ha sido una forma de cuidarse frente al estrés y que les permitió adquirir mayor autonomía. En todos los relatos quedan manifiestas las implicancias subjetivas de esta decisión.

A partir de este trabajo, observamos la mayoritaria presencia del carácter transitorio del abandono. Es decir, en general, hay una persistencia, un deseo de seguir estudiando. Los estudiantes reflexionan sobre este proceso que adquiere el carácter de experiencia como personas en formación.

También logramos ubicar factores que colaboran o que obstaculizan los abandonos en las dimensiones institucionales y personales.

Estos relatos nos permiten, como docentes de Nivel Superior, repensar nuestras prácticas; fortalecer las formas de acompañamiento que realizamos y abonar la claridad del lenguaje evitando contradecirnos para colaborar con quienes ingresan.

En este comienzo de agosto, unos días antes de empezar el segundo cuatrimestre, esperamos que la mayoría de nuestros estudiantes estén en las aulas, busquen, lean, pregunten, se equivoquen y construyan conocimiento. Sin embargo, sabemos que algunos decidirán tomar otros caminos o reconfigurar sus recorridos dentro de la carrera.

Igualmente, creemos que es válido continuar preguntándonos ¿cuáles son las mejores formas de alojar esos inicios?, ¿qué nuevas estrategias de acompañamiento podemos diseñar y desplegar?, ¿cómo seguir acercando distancias entre los niveles educativos secundarios y universitarios que permitan este tránsito de manera más amable?

* Profesor en Instituto de Formación Docente y Universidad Nacional de Río Negro. Investigador en la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE).

* Profesora en los Institutos de Formación Docente de General Roca y de Villa Regina.


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