Hay equipo


Tenemos una clase política cuyo principal interés es perpetuarse. Nadie da un paso al costado. Todos creen (no solo Macri) que le debemos “un segundo tiempo”. Como si Messi quisiera jugar hasta los 60.


Mañana en Qatar la Selección Argentina enfrentará a la de Francia por la Copa del Mundo. En el Mundial de Rusia en 2018, Argentina perdió ante Croacia 3 a 0. Hace unos días, le ganó 3 a 0 a esa misma selección; y ese triunfo fue el que le permitió el pase a la final. Entre aquella derrota en octavos de final y este triunfo que la pone en el partido decisivo no solo pasaron 4 años, sino que cambió la historia y cambió radicalmente la forma de pensar. En 2018 la Selección Argentina era un grupo sin alma, lleno de grandes jugadores desaprovechados. Era la fiel imagen de la forma en la que la Argentina actúa cotidianamente: un país de individuos talentosos que no saben convivir en un proyecto en común. Hoy, nuestra Selección es un equipo de funcionamiento coordinado, que sabe lo que quiere y que tiene liderazgo. Esta Selección, la que mañana enfrentará a Francia, es el país que queremos ser.

La Selección no se recuperó de la derrota inicial contra Arabia Saudita y fue escalando triunfo tras triunfo porque la fortuna lo favoreció. Detrás del éxito hay años de trabajo, hay mucha planificación, hay mucha inteligencia y mucha rebeldía. Cuando Lionel Scaloni se hizo cargo de la Selección tras la derrota en Rusia nadie daba un peso por él. Es más: la inmensa mayoría de los periodistas deportivos más famosos lo denostaban.

Decían que era una burla haberlo contratado. Y eso no pasó hace cuatro años. Cuando la Selección compitió por la Copa América, el escalón anterior que lleva a estos triunfos en el Mundial, en varios medios se decía que lo que más nos convenía es que la Selección Argentina fuera eliminada para que la derrota saque a Scaloni del medio y se llame a un técnico de verdad, como Gallardo. En estos días las redes sociales fueron implacables repitiendo los videos de los canales deportivos con declaraciones apocalípticas sobre el desempeño de la Selección en este Mundial por culpa de la tozudez de Scaloni.

Hubo que bancar 4 años de críticas constantes. Cuatros años construyendo siempre y con el horizonte claro, pero viendo siempre también que no había nada que conforme al comentarista argentino: todo estaba mal y nos volvíamos del Mundial en la primera ronda. Tras la inédita derrota ante Arabia Saudita arreciaron nuevamente las críticas, los “yo te dije” (que Scaloni nos llevaba a la derrota).

Ahora todo el mundo se hace el desentendido. Mira para otro lado. Napoleón decía que la derrota es huérfana, pero que la victoria tiene cien padres. Quería decir que nadie se hace cargo de los malos momentos, pero cuando se triunfa todo el mundo aparece para levantar la copa de la victoria. No sucede solo en el fútbol. Napoleón hablaba de la guerra y de la política, de la reconfiguración del mapa de Europa.

¿Por qué la Argentina no puede tomar el ejemplo de esta Selección y trabajar 4 años, cuatro duros años, para salir adelante, ganando cuando se dan las coordenadas más favorables, sabiendo reponerse de las derrotas impensadas, acumulando sabiduría y destreza? ¿Es imposible que el país político aprenda de esta Selección?

No sé nada de fútbol. Solo me intereso por el deporte cada cuatro años, cuando se juega el Mundial. Si estoy vivo, volveré a ver los partidos que se jueguen en 2026. Pero sí sé de racionalidad, de aprendizajes y de política. Y como a la mayoría de los argentinos me desespera que nuestra clase política (de todos los partidos y de todas las tendencias) no sea capaz de trabajar en equipo, de liderar en la cancha, de tener un proyecto que valga la pena (y al que sea capaz de ir corrigiendo cuando la realidad lo exija), y de jugarse por él aunque sea difícil, aunque los plateístas y los críticos de siempre se la pasen tirando piedras y gritando insultos ante cada jugada.

Tenemos una clase política cuyo principal interés es perpetuarse. Es como si Messi no dejara que nadie ocupe un lugar en la cancha y, además, quisiera seguir siendo titular a los 60 años. Nadie en la política argentina se retira si no lo echan a patadas. Nadie da un paso al costado. Todos creen (no solo Macri, quizás el más obtuso, el más testarudo, pero no el único) que le debemos “un segundo tiempo”. ¡Que entren los chicos de las inferiores a la política!

Necesitamos no solo renovar cuadros que ya están escleróticos sino también armar equipos y jugar limpio (¿Vieron a Messi o a Julián Alvarez haciendo trampas para ganar?). Sin gallardía, dignidad, capacidad y ganas de poner todo en la cancha no se gana.

Más allá del resultado, sabemos que en el partido de mañana nuestros muchachos van a dejar el alma y van a demostrar lo que se logra tras años de difícil e intenso trabajo en equipo. Ojalá esa grandeza deportiva inspire a nuestros políticos. Es un utopía, pero si no soñamos un mundo mejor jamás lo lograremos.


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