La confianza y el costo político
Fortalecer las barreras de la confianza es el norte del gobierno después de una elección que ya quedó en el tiempo: hay que notar los cambios. El presentismo que lo adoptó pese a ser idea externa y el narcomenudeo le permitieron mostrarse cercano pero con grandes desafíos.
Perder la influencia sobre los votantes que reaccionan en forma adversa es lo que incluye el vago concepto de costo político que los gobernantes pretenden evitar o en el mejor de los casos que sea liviano para su interés.
Como el termómetro son las elecciones y estas serán el año que viene, probablemente sin PASO, se convierte en un axioma cuando se dice que las medidas antipopulares deben ser tomadas en los primeros meses porque después comienza el desgaste.
El gobernador Rolando Figueroa tiene en claro porque le tocó estar en ambas puntas del poder y por eso interpreta que el votante común lo que pide es que haya un cambio, pero no un cambio como el de las jubilaciones de privilegio que pocos entendieron la magnitud en lo inmediato (mediato si, cuando se jubilen los que ocupan cargos electivos) sino con cuestiones que le sean asibles.
También entendió, a los tumbos, que el silencio no es el mejor consejero en cuestiones “de público conocimiento” porque si no ocupa un lugar, lo ocupa otro y ese pequeño contrato de confianza con el votante comienza a oxidarse.
Se anotaron dos temas que intentaron refrendar ese cheque que le dieron en abril del año pasado y que ahora debe comenzar a pagar. Uno le vino como anillo al dedo, aunque de entrada se hizo el distraído como que no tenía nada, pero nada que ver.
Fue el premio por el presentismo que presentó el diputado repitente Claudio Domínguez por tercera vez y ahora se alinearon los planetas y se lo aprobó por una abrumadora mayoría. Quedó un resabio de ausencia de respuestas y se apuntó a la ministra Soledad Martínez, quien no es ninguna improvisada en cuestiones políticas.
El martes cuando Figueroa hizo un asado en la Residencia Oficial de Costa prometido de antes a los diputados del MPN, dijo que en promedio se presentan entre 1300 y 1500 certificados médicos por día durante la semana en las escuelas, pero que el primer día de julio, se redujeron a menos de la mitad. El gremio docente quiso devolver el penal y presentó un proyecto para que también tengan presentismo los diputados y, claro, también le vino a los que más trabajan como anillo al dedo sin que ellos sean los malos de la película. Hay dos diputados que se muestran poco y casi poco en la Legislatura y, según los otros, no tienen ninguna sanción.
El otro tema es el narcomenudeo. El tema se conoció, al estilo Figueroa, un gobernador sin agenda pública, y cuando comenzó a surgir el primer interrogante sobre su implementación surgió lo de Caviahue. Secuestraron poco menos de 800 kilos de droga, lo que se constituye en el tercer operativo histórico en Neuquén por la cantidad. El gobierno nacional en su costado represivo miró con buenos ojos a Neuquén y, encima, le plantearon la supuesta solución a un problema. Quedaron como aquellos alumnos que hacen la tarea sin que el docente le exija mucho.
Los que le firmaron el cheque de confianza ahora le pedirán que esté a la altura de las circunstancias. Es verdad que el tema en sí es extremadamente sensible por su implicancia social, con mayor impacto que el docente que abusa de las licencias y que el Estado no puede, no sabe o no quiere controlar.
La fuerza represiva provincial deberá no solo recibir fondos, sino una depuración porque, nadie lo apunta con nombre y apellido, pero hay una connivencia con el narcomenudeo.
En 2020 el caso del femicidio de Florencia Soto fue el caso más emblemático, al descubrirse una banda de narcopolicías, solo por una casualidad, por insistencia de la madre de la víctima. “La gente tiene que entender que vinimos para hacer cambios”, dice, palabras más o palabras menos, Figueroa cuando gira la rosca del tornillo ideológico hacia la izquierda para que no tenga demasiada presión.
Es la búsqueda de confianza lo que hará la fortaleza de la gestión como la que hizo en Chile al intentar derribar barreras de desconfianza para que no se siga subutilizando el gasoducto.
Perder la influencia sobre los votantes que reaccionan en forma adversa es lo que incluye el vago concepto de costo político que los gobernantes pretenden evitar o en el mejor de los casos que sea liviano para su interés.
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