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La interna que no tuvo el MPN

El oficialismo del MPN sigue pelando capa a capa, como una eterna cebolla, su campaña electoral que tiene como objetivo el posicionamiento de Marcos Koopmann. Quizás es la primera vez que le lleva tanto tiempo imponer un nombre entre los neuquinos, claro está un Neuquén ya no tan de pago chico y más desmemoriado, pero también es parte de la receta de la que el jefe de la lista Azul, el exgobernador Jorge Sapag, está enamorado: una extendida danza, como el tradicional Dabke, donde los pasos del grupo captan toda la atención del entorno.


Primero fue la interna con el desterrado Rolando Figueroa, después el balance de un partido que tras muchos años volvió a ganar una legislativa nacional, luego las nuevas proyecciones, el candidato, el opositor, el acompañamiento, los actos y ahora, entre otros, la compañera de fórmula de Koopmann.
Si bien es cierto que ese plato político es discursivo, parafraseando a Sapag, para que se hable de ellos, aunque solo a veces sea bien, no menos cierto es que en el plano terrenal -o subterráneo- también se hicieron cosas, seguramente, con menos prensa. La reforma de la carta orgánica por temor a los externos, y también a los internos alejados que puedan volver a entrar y salir; el refuerzo de afiliados; la reincorporación de heridos y la caza de voluntades para un alineamiento Azul que ya supera lo hegemónico para ser abiertamente dominante.


El recorrido, en parte planeado y en parte improvisado, tendrá tres instancias más con las elecciones partidarias del MPN, las internas y las generales y, en total, los neuquinos habrán superado una campaña electoral oficialista de 18 meses.


El resto de los partidos con influencia en la provincia no tienen tanto tiempo, dinero y aparato para jugar todos los frentes. El PJ está dividido entre el peso de la gestión y el ruido interno; la UCR sigue el trabajo hormiga para juntar alguna de las partes que explotaron por el aire con el fallecimiento de Pechi Quiroga y; los otros espacios, menos tradicionales, se mueven en alineamientos que le aseguren una sobrevida a la tormenta de las elecciones provinciales.


El punto de partida, reflexionaba un dirigente emepenista esta semana, fueron las PASO. Porque no solo se resolvió el candidato del MPN para las legislativas, que fue Figueroa, sino que hubo un castigo al gobernador Omar Gutiérrez, sus modos y también a las aspiraciones de su entorno. Desde entonces nadie volvió a insinuar al hermano del mandatario, Pablo Gutiérrez Colantuono, como aspirante al sillón de Roca y Rioja.


Esa fue la interna, deseada o no, de la que se liberó el oficialismo.


Seguramente el análisis, que tiene piso de realidad, busque desacreditar el potencial del diputado nacional que sigue cosechando encuestas favorables pero que, a diferencia de hace unos meses, reflejan una mayor presencia del vicegobernador, cuya figura entra a letra y sangre en el imaginario de los neuquinos.


Uno de los pasos, de la entretenida danza que baila la política neuquina desde hace meses, puso en duda la participación de Figueroa en una interna contra el vicegobernador. La versión sigue teniendo apostadores pese a que desde el oficialismo aseguran que el legislador competirá por dentro.
Las certezas de los azules parecen una chicana o bien una emboscada porque la campaña del retador se pone cada vez más pálida con las puertas que le van cerrando a su paso. Parece ser que el momento del baile donde el opositor tenía chances y captaba la atención del público dio paso a otra estrofa donde todos se preparan para el número final.


Para completar la fórmula de Koopmann se sabe que será una mujer. Algunas en el partido ya lanzaron su campaña, pero no son las que están en carpeta. Hay una terna en competencia y una de ellas corre con ventaja por ser la que prefiere el candidato, quien prefirió mantener el nombre bajo llave pero aseguró que aun siendo del partido podría sumarle apoyo externo.


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