La pregunta que viene: el sistema de la crisis
Alberto Fernández no pudo evitar la fractura oficialista, el disparo desde adentro al corazón de la gobernabilidad. Cristina Kirchner naufragó a mitad del río.
Al evitar una cesación de pagos con el Fondo Monetario, el país eludió una nueva crisis de gobernabilidad. Esa certeza llegó desde la Cámara de Diputados y se afirmará en el Senado de la Nación. Pero no llegó por una voluntad de la coalición gobernante, sino por un acuerdo entre el presidente y la principal oposición. Es tan relevante esta novedad que define por sí misma la pregunta que viene: cómo funcionará de ahora en más el sistema político emergente, el de la administración del nuevo ajuste.
El Gobierno zafó del colapso, pero fracasó en los objetivos de sus dos facciones internas. Alberto Fernández no pudo evitar la fractura oficialista, el disparo desde adentro al corazón de la gobernabilidad. Cristina Kirchner naufragó a mitad del río: no consumó la letalidad del tiro, ni pudo despegarse del sabotaje.
Frente al acuerdo por la deuda, Cristina Kirchner venía callada desde su catarsis posterior al comienzo del derrumbe electoral del peronismo. Habló ahora a través de un video en el que convalidó la violencia contra el Congreso, usando el atajo de repudiar sólo las piedras que cayeron sobre sus vidrios. El video reveló que tenía escondido en su despacho a Máximo Kirchner, como detalle particular. Y el fracaso de la estrategia constitutiva del Frente de Todos, como evidencia más general.
La señora Kirchner entiende que su repliegue parlamentario es la única garantía para una cuarta oportunidad competitiva de su espacio en las presidenciales . Esa diferenciación -ya no discursiva sino fáctica- reconfigura la transición. Apunta a una triple quimera: que la disculpen por el nuevo ajuste -y por el Gobierno- sin renunciar a la caja del Gobierno.
Juntos por el Cambio consiguió todos sus objetivos: sostener la gobernabilidad que el oficialismo puso en duda, votar en unidad y consolidar su imagen de conducción alternativa.
Hay en esa posición una doble apelación a creer en su ingenuidad. Declara su “inmensa pena” por haber facilitado el acceso de Alberto Fernández al poder, y por haberle creído a Martín Guzmán (a su colaborador Sergio Chodos, en realidad) la fábula de un FMI convertido en ejército de salvación por efecto de la pandemia. El último documento de La Cámpora expone esa frustración. Esa admisión de incompetencia es la que pone el foco en el próximo conflicto: ¿seguirá Guzmán como ministro en el sistema de la crisis?. Guzmán nunca se pensó como otra cosa que un ministro de la deuda. Con el acuerdo firmado podrían darle las gracias por los servicios prestados. Pero el acuerdo incluye validaciones trimestrales. El ministro fue el ideólogo de la ley cerrojo que acaba de votar Diputados, aunque sin ninguna referencia a su plan, como pretendía. Cristina se comió ese amague pensando en los fundamentos: expondría a Mauricio Macri y a toda la oposición. Ahora advierte: Guzmán la expuso a ella ante el peronismo.
La ley cerrojo que inventó Guzmán era innecesaria. Mucho más después de perder la mayoría parlamentaria. Toda la negociación que articuló Sergio Massa se fundamentó en esa constatación realista: el proyecto oficial debía decir nada. O casi, sólo la voluntad explícita de evitar el default. Algo que la oposición pudiera firmar como garante, pero sin exponer su patrimonio.
Otro factor central en el nuevo sistema político de la crisis es la consolidación de la estrategia opositora. Juntos por el Cambio consiguió sus objetivos: sostener la gobernabilidad que el oficialismo puso en duda, votar en unidad y consolidar su imagen de conducción alternativa para 2023.
Dos referentes del espacio opositor fueron clave para obtener ese resultado. El radical Mario Negri demostró que es el único articulador con capacidad legitimada para conducir el archipiélago de bloques del espacio opositor. Luciano Laspina, del PRO, anticipó en diciembre el único camino ante la ley cerrojo.
Atento a lo que ellos informaban desde el Congreso, Mauricio Macri se convenció mirando de reojo la posición moderada de Elisa Carrió. Alfredo Cornejo fue determinante para definir el camino parlamentario. Alertó que la abstención o el desdoblamiento del voto podía facilitar las cosas en Diputados, pero complicaría todo en el Senado. La mesa nacional de Juntos por el Cambio debutó con resultados.
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Al evitar una cesación de pagos con el Fondo Monetario, el país eludió una nueva crisis de gobernabilidad. Esa certeza llegó desde la Cámara de Diputados y se afirmará en el Senado de la Nación. Pero no llegó por una voluntad de la coalición gobernante, sino por un acuerdo entre el presidente y la principal oposición. Es tan relevante esta novedad que define por sí misma la pregunta que viene: cómo funcionará de ahora en más el sistema político emergente, el de la administración del nuevo ajuste.
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