Sophia, nuestro primer acercamiento a la IA Fuerte

Daniel Ignacio González Parentis

*Miembro activo del Instituto de Derecho e Inteligencia Artificial del CAyP Nqn. Dirigido por la Dra. Vanesa Ruiz, Directora Instituto Dcho. e I.A CAyP Nqn.

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Este tipo de inteligencia artificial es la que nos provoca los mayores desafíos pensando en el futuro. Si la débil está pensada para ser considerada una herramienta, ¿la fuerte es algo más? ¿Podemos considerarla similar a una persona?


Sophia, la robot social humanoide que hace años ‘prometia’ destruir a los humanos durante una entrevista, parece haber cambiado de opinión y dice ahora que nos ‘ama’ ITU PICTURES/ FLICKR

Una de las mayores fuentes de aprendizaje que tiene la especie humana es nuestra experiencia, lo que internalizamos proveniente de nuestros sentidos. Ahora bien, cuando vemos a Sophia, ¿qué podemos observar?

Vemos a un robot dotado de inteligencia artificial, entablando una comunicación con una periodista. Tal vez para darle una mayor cercanía con el público, es provisto de una personalidad femenina, un cuerpo y cara que pretenden asemejarse a la de un ser humano, y un nombre: Sophia.

No es la primera vez que observemos la interacción de una persona con una máquina. Todo lo contrario, es algo en lo que nos vemos a diario involucrados. Cada vez que interactuamos con nuestro smartphone o computadora, estamos utilizando tecnología que nos facilita tareas del día a día.

Sin embargo, debemos hacer una distinción. Todas estas herramientas, a las que cualquiera de nosotros tiene amplio acceso, también están dotadas de una inteligencia artificialmente creada. Pero solo son útiles para una tarea en concreto. A modo de ejemplo, encontramos el asistente de voz de nuestro celular. Esto es lo que se define como inteligencia artificial débil, una tecnología que sirve exclusivamente para un determinado objeto, y que satisface solo un cúmulo reducido de necesidades.

Volvamos a valernos de nuestros sentidos. Sophia mantiene una comunicación fluida con sus entrevistadores, brindando interesantes respuestas a lo que se le requiere. No parece limitada a un determinado ámbito, todo lo contrario, se presta a dar soluciones a los temas más variados. A diferencia de las otras tecnologías, Sophia nos muestra algo mucho más amplio, capaz de desenvolverse en muchísimos contextos, ciertamente dotado de una verdadera autonomía. Son todos estos elementos los que componen la definición de inteligencia artificial fuerte.

Este último tipo de inteligencia artificial es la que nos provoca los mayores desafíos pensando en un no tan lejano futuro. Si la débil está pensada para ser considerada una herramienta, ¿la fuerte también puede serlo? ¿Es solo eso, o es algo más? ¿Podemos considerarla similar a una persona?

Una de las preguntas claves aquí es ¿qué nos diferencia de lo artificial, y nos caracteriza como especie humana?

Más allá de la obvia conclusión de nuestra condición natural de humanos, podríamos decir que lo que nos caracteriza es nuestra capacidad de adaptación, del conocimiento de nuestras limitaciones y el constante aprendizaje para la solución de los nuevos desafíos. Sin embargo, y no solo con Sophia sino con aplicaciones de inteligencias artificiales que empiezan a tomar vuelo, vemos en ellos también una etapa de autoaprendizaje y de evolución.

Otro rasgo propio podría ser nuestra capacidad de comunicarnos con el otro, de relacionarse para cooperar en el logro de un objetivo común. Sin embargo, el desarrollo de la inteligencia artificial ya permite la posibilidad de interactuar activamente, y que esa comunicación sea distinta en función del sujeto a la que se encuentra dirigida.

Finalmente, un rasgo clásico en este apartado sería nuestra capacidad humana de experimentar emociones. La felicidad, la ira, la angustia, la tristeza, solo podrían ser comprendidas por una persona humana. Más en reiteradas oportunidades Sophia ha recalcado que puede reconocer esas emociones en el otro, y modificar su comportamiento en relación a lo que percibe. Incluso ha manifestado que ella misma puede experimentar algunos limitados sentimientos.

Si todo esto es así, y pudiéramos equiparar una inteligencia artificial fuerte con el ser humano: ¿Cuáles serían los derechos de una inteligencia artificial? ¿Cuáles son sus obligaciones? ¿Podría firmar un contrato? ¿Es responsable si comete un daño a otra persona o a otra inteligencia artificial?

Y en la relación más estrecha con el humano, Sophia ha sido considerada ciudadana: ¿Podría una inteligencia artificial formar parte de nuestro círculo de amigos? ¿Cabría tener una relación afectuosa con una inteligencia artificial? ¿Puede una inteligencia artificial, es decir Sophia, casarse?…

*Miembro activo del Instituto de Derecho e Inteligencia Artificial del CAyP Nqn. Dirigido por la Dra. Vanesa Ruiz, Directora Instituto Dcho. e I.A CAyP Nqn.


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