Orejones, empaques y cooperativas; un recuerdo de la Cooperativa Valle Fértil

En el día que se derrumbó el frente de un emblemático edificio de Roca, recuperamos una nota del archivo de RÍO NEGRO publicada en 2006, donde se repasó la historia de la Cooperativa.

Una de las primeras Cooperativas de productores de la región fue «Valle Fértil Ltda.». Fundada en Roca el 8 de octubre de 1933 por un grupo de agricultores de la colonia que buscaba defender sus intereses. Pocos meses antes se había constituido la Cooperativa Fuerte General Roca con iguales fines.


La emergencia de estas agrupaciones se expandió en el Alto Valle como consecuencia de la fuerte caída del precio de la uva en la temporada 1931-1932.

De hecho, albas cooperativas locales, nacen por el empuje de productores viñateros. El edificio original de la «Valle Fértil Ltda.» contó con una planta elaboradora de vinos con capacidad para cinco millones de litros. Luego, en 1946, adosó un galpón de empaque de fruta levantado sobre una superficie de 9.000 metros cuadrados y con capacidad para trabajar 200.000 cajones por temporada y un secadero de frutas.

Hacia 1950, cuando la actividad ya estaba consolidada, la Cooperativa Valle Fértil ya había instalado un puesto propio en el Mercado de Abasto de Buenos Aires.

Unos años antes, en 1946, las cooperativas de la región habían formado la Federación Regional de Cooperativas la cual amalgamó las iniciativas de 25 agrupaciones de productores vitivinícolas y frutícolas del Alto Valle. Cuatro de ellas eran de Roca: la Primera Cooperativa Frutícola 1938, Curú Leufú, Cooperativa Vitivinícola «El Poderoso» y la Cooperativa «Valle Fértil».

Hacia mediados de siglo el número de cooperativas se había elevado, al igual que el de galpones de empaque que, en todo el Alto Valle, trepaba a 195 en total, 35 de los cuales estaban en esta localidad.


Los secaderos, por su parte, habían comenzado a aparecer en la década del 30, como consecuencia del creciente descarte que llegó con el alza de producción frutícola. Los primeros ensayos de desecación fueron realizados por esa fecha, tiempo que señala el florecimiento de la actividad. Hacia 1939, el número de establecimientos ya ascendía a 50, pero, según los registros que lleva la Dirección de Frutas y Hortalizas, sólo 4 o 5 contaban con instalaciones adecuadas.

Entre los pioneros e indudablemente el mejor dotado fue el Establecimiento Humberto Canale en J. J. Gómez, que, hacia fines de la década del 40, fue el que mayor capacidad de producción tuvo. «El indispensable control que comenzó a ejercer el ministro de Agricultura, inspeccionando los secaderos y la sanidad de su elaboración, creó a todos aquellos que daban poca importancia a esta industria, una serie de dificultades que, unidas a la baja de precios sufrida durante aquel tiempo (1930-1941) contribuyó a que se perdiera el entusiasmo y, de 1941 al 42, sólo quedaron en pie las plantas bien instaladas y administradas, cuya capacidad de producción podría estimarse en 10.000 kilos cada una», relata E. Rodríguez en su Guía publicada en 1946.

Los secaderos valletanos más importantes fueron: Canale, el establecimiento de la Compañía Industrial Frutícola Reginense, la Cooperativa Valle Fértil y el establecimiento del vecino Roberto Belloni en Roca; las instalaciones de la firma Mariani&Bizzoto y la del vecino Pablo Mihail en Allen; la Mayorina y el secadero de Arturo Columbres en Cipolletti y el establecimiento de Jorge Bolliger en Plottier.

Entre las primeras frutas que se desecaron en el Valle está, en primer lugar la pera, especialmente la variedad William Bon Chretien, variedad muy demandada en el mercado interno y en el exterior. También fueron desecadas las variedades de peras Manzanita y Winter Berlett. En cuanto a ciruelas, se desecaban las variedades Presidente, Prune D’Agen, Coe’s Golden Drop que, por otra parte, eran las más difundidas en el Valle. También transitaron los secaderos duraznos, pelones, membrillos y manzanas, aunque en menor cantidad, porque la demanda de esta fruta en fresco era sostenida y fue cubriendo las necesidades del mercado interno mientras conquistaba espacio en el exterior. La fruta desecada era embalada en cajones de 10 kilos o vendida a granel.



Publicado por Susana Yappert
9 de septiembre de 2006
Suplemento «El Rural»
Diario RÍO NEGRO.-

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