Palimpsestos: Dragones y literatura

Datos

Un hiato, un corte. Después de la Edad Media el mundo de los dragones lentamente va desapareciendo de la literatura. Sin embargo han retornado con vigor en la literatura fantástica de la contemporaneidad.
Es inevitable marcar como un hito la creación de J. R. R. Tolkien, y su espacio mítico, la Tierra Media. Allí muchas veces han atacado los dragones para arrebatarles a sus habitantes los tesoros. El dragón primigenio—creado por el señor del mal, Morgoth, es Glaurung quien luego de infundir terror en la Tierra Media, muere en una batalla. Hubo otros dragones como por ejemplo Ancalagon, el dragón negro, famoso por su tamaño descomunal. En El Hobbit, aparece Smaug, un dragón codicioso, inteligente y poderoso; el principal antagonista de la historia, que invade la Tierra Media y el reino Enano de Erebor y se apodera del tesoro de los Enanos.
Otro dragón pero con características totalmente diferentes de los imaginados por Tolkien es Fújur, la encantadora criatura que se mueve por las páginas de La historia interminable de Michael Ende. Fújur es así retratado: “los dragones de la suerte son criaturas del aire y del buen tiempo, de una alegría desenfrenada y, a pesar de su colosal tamaño, ligeros como una nubecita de verano. Por eso no necesitan alas para volar. Nadan por los aires del cielo lo mismo que los peces en el agua. Y lo más maravilloso en ellos es su canto”.
Stephen King escribió una novela atípica en su producción, dedicada a su hija, Los ojos del dragón, ambientada en el reino imaginario de Delain en el que hay reyes, príncipes, magos y dragones. Otro mundo mítico en el que habitan los dragones y la magia es Terramar, el universo creado por Úrsula K. Le Guin.
La literatura infantil de todos los países está poblada de dragones de colores, malos y buenos, tristes y alegres y de formas variadas. Un gran autor que admiro profundamente, Gustavo Roldán, ha escrito dos libros sobre estos seres. En el comienzo de “El último dragón” se advierte a los niños que a los dragones les gustan los cuentos y odian las fotos porque chupan el alma.
Y al parecer, si se habla demasiado de ellos, queman columnas.

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