Pandemia y desolación


La pandemia ha agudizado en muchos el sentimiento de soledad vivida como una carga y potenciado la necesidad de estar en contacto con los demás.


La actual situación que está padeciendo el mundo no es solo un problema de salud. Como trabajador social he observado que esta pandemia no implica únicamente que nos cuidemos para no contraer la enfermedad, sino que también, y a consecuencia de ello, las personas se han distanciado entre sí, incrementándose el alejamiento y el consecuente sentimiento de soledad. También ha contribuido en la disolución de los vínculos sociales e incrementado la dificultad de configurar o integrar alguna red social si no se formaba parte de una de ellas previo a dicha pandemia.

Paradójicamente y a consecuencia de este alejamiento impuesto y obligatorio, las personas demuestran mayor necesidad de establecer contacto social. Es habitual ver que individuos que no se conocen se saluden al pasar e incluso se hallan incrementado las acciones de solidaridad. He escuchado y visto a diversas personas realizar actos de ayuda a los demás ya sea colaborando con dinero, mercadería u otros recursos entregados directamente a quien solicita la asistencia.

Escuché al pasar una conversación entre dos adolescente. Una le manifestaba a la otra la necesidad imperiosa que tenía de poder abrazar y ser abrazada mientras expresaba su deseo de que, en breve plazo, esta pandemia llegara a su fin.

La soledad pesa, manifestó un adulto mayor que suele salir a caminar solo. De acuerdo a sus palabras, hay que hacer un esfuerzo adicional para sobrellevarla.

Sin embargo, también hay otra realidad, la de personas como Diana, por ejemplo. Diana es docente de la Facultad de Lenguas de la Universidad Nacional del Comahue, que aproximadamente desde hace veinte años entrena en diferentes espacios geográficos de la ciudad de Gral. Roca: “Ya me acostumbré a andar sola. Si espero que alguien me acompañe no voy a salir nunca”. Se la suele ver entre las bardas, orientándose sin inconvenientes, sin temor a perderse o a que algo malo pueda ocurrirle. En otra etapa de su vida, se la podía ver trotando por el camino que conduce a la Termoeléctrica.

Para ella la soledad no es un problema. Pero para muchas personas lo es y la pandemia ha agudizado ese sentimiento provocando la necesidad de estar en contacto con los demás y también ha hecho resurgir la necesidad de contribuir o colaborar con quienes presentan alguna necesidad vital. Para quien siente la soledad como una carga, la sugerencia es acercarse a entidades o grupos conformados y averiguar si existe la posibilidad de integrarse. No hay que olvidar que somos seres sociales y siempre vamos a necesitar de los demás.


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