Para los inversores, una Argentina muy difícil

COLUMNISTAS

Los países, según sean sus distintas políticas y conductas, pueden atraer o espantar a los inversores, sean ellos propios o extranjeros. Pero ocurre que no están jamás solos en el mundo. Compiten siempre por inversiones que son escasas y que naturalmente tienen opciones alternativas donde aterrizar.

De allí que tratar de determinar cómo está la imagen de un país frente a la comunidad inversora en algún momento en particular es siempre importante; muy especialmente para quienes tienen la responsabilidad principal de fomentar las inversiones, o sea los gobernantes. Recordando siempre, además, lo que es obvio: esto es que sin inversiones genuinas no hay crecimiento sino postergación. Así de simple. Y así de grave. Ésa es la primera lección, y quizás más importante, que viene desde la ciencia económica en el particular capítulo del desarrollo.

El Grupo TMF publica todos los años los resultados de una encuesta mundial que especifica cuáles son los países más fáciles para invertir y, además, cuáles los más difíciles para los inversores. Los más y los menos atractivos, entonces.

La Argentina es hoy el país del mundo -según esa encuesta- donde peor se trata a los inversores. El más difícil de todos, entonces. El menos simpático o atrayente. Es donde hay más trabas que incentivos. Donde hasta lo simple puede transformarse en una odisea, porque el Estado ha asumido un rol absurdo y grotesco: el de enemigo de las empresas. Por oposición al de colaborador o amigo. Donde -dejando de lado el “arte” de cacarear- todos son obstáculos, papeleos, burocracia, sospechas, juicios, amenazas, intimidaciones, atropellos, etc. Una pena, pero es así. Estamos en esa lamentable posición por segundo año consecutivo, según TMF.

Luego viene Brasil, salpicado por una ola de corrupción escandalosa. Atrás aparece Bolivia, seguido de los Emiratos Árabes, donde todo es siempre muy complicado. Tras ellos está, sorpresivamente, Corea del Sur, que desalienta tremendamente aquellas inversiones extranjeras que no se hacen en asociación con empresas locales.

La heterogénea y no placentera lista de los diez países menos atractivos para las inversiones se completa este año con México, Polonia, Paraguay, Indonesia y Tailandia. En cada caso, por razones y motivaciones distintas.

Pero lo grave es estar “al tope mismo” de esa incómoda la lista y no darse siquiera cuenta de por qué, qué es lo que efectivamente nos está pasando. Mal que nos pese.

Hay, no obstante, esperanza. Pronto, con el cambio de nuestras “elites” políticas que ya se aproxima, habrá una oportunidad de cambiar que no debemos desaprovechar.

GUSTAVO CHOPITEA

Analista del Grupo Agenda Internacional

GUSTAVO CHOPITEA


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