Pensar siempre es peligroso

Todas las inquisiciones se hicieron en nombre del Bien. Se esgrime una buena causa para perseguir a los que piensan distinto. Y desgraciadamente está volviendo a suceder hoy.

Quizá sea cierto que lo que sucede en Las Vegas queda en Las Vegas, pero lo que sucede en EE.UU. termina esparciéndose por todo el mundo. Hace 30 años, cuando comenzó la primera ola de militancia políticamente correcta en los campus universitarios norteamericanos, los que estaban informados de la novedad lo tomaron en broma: parecía algo tan ridículo, tan contrario al espíritu de libertad que venía recorriendo el mundo que la mayoría creyó que era algo pasajero e intrascendente.

Pero diez años más tarde, ya sobre el comienzo del nuevo milenio, nadie se reía de la avanzada totalitaria. Ahora lo políticamente correcto se ha convertido en una religión fanática. Y en una de sus más recientes batallas, los militantes “antipatriarcales” van por Camille Paglia: piden a su universidad que la expulse por expresar “ideas peligrosas” y que en su cargo se nombre una profesora afroamericana queer transgénero.

Camille Paglia ha venido enseñando en la Facultad de las Artes en la Universidad de Filadelfia desde comienzo de los 80. No solo es una de las profesoras más antiguas de la institución, sino que posiblemente sea la más prestigiosa en el campo de las artes y las humanidades.

También es la más conocida fuera del mundillo universitario: casi todos sus libros han sido best-sellers y sus columnas en los medios son seguidos por cientos de miles de lectores. Sin embargo, ahora una facción importante de los alumnos de la escuela de arte quiere que la despidan por expresar opiniones “erróneas” sobre cuestiones de sexo, identidad de género y agresión sexual.

Paglia no comulga con las posiciones de las feministas de la última ola ni con la teoría de género ni con la militancia queer. Ella no acepta lo que la teoría antipatriarcal ve como obvio: que todos los varones (en especial los heterosexuales) son seres malignos que deberían ser, como mínimo, “reprogramados” o “deconstruidos” para funcionar correctamente.

Paglia se opuso a que las universidades tengan tribunales morales que juzguen la vida íntima de los estudiantes y profesores. Reclamó que todos los delitos sexuales sean tratados por los tribunales judiciales, fuera de la universidad. Estas posiciones son intolerables para los militantes políticamente correctos.

Para ellos la simple denuncia de un abuso es suficiente como prueba para proceder a castigar a la persona denunciada. Y todo se considera abuso hoy en los campus universitarios: por ejemplo, es un abuso grave preguntarle a un estudiante de origen asiático de qué país procede su familia (porque se supone que esa pregunta le desconoce al interrogado su carácter de ser tan norteamericano como los demás).

En ese contexto, para los militantes queer, transgénero y feministas radicales, Paglia es el demonio. La consideran realmente nociva; alguien que hay que destruir. Desde el macartismo que no había en EE.UU. un movimiento totalitario tan arraigado como la militancia políticamente correcta que quiere “purificar” de “ideas erróneas y peligrosas” las universidades (y todos los ámbitos públicos).

En los 60, los 70 y los 80 eran los estudiantes los que encabezaban el movimiento a favor de la libertad de expresión, de la búsqueda de nuevos placeres y de la experimentación existencial. Y eran algunos de los profesores los que se oponían. Ahora, es al revés.

Desde el macartismo que no había en EE.UU. un movimiento totalitario tan arraigado como la militancia políticamente correcta que quiere “purificar” de “ideas erróneas y peligrosas” las universidades (y todos los ámbitos públicos).

Por el momento, en el caso de Paglia, las autoridades universitarias han actuado con cautela, criticando que se quiera expulsar a una profesora porque no se coincide con su punto de vista. Pero la presión estudiantil es constante y está entorpeciendo la vida diaria de la universidad. Cada vez que Paglia da una conferencia o se presenta en un debate hay manifestaciones en contra de ella y se producen tumultos.

Recomiendo ver en Youtube el largo video (dura 105 minutos), con subtitulados en castellano, en el que conversan Camille Paglia con Jordan Peterson. En esta charla Peterson y Paglia critican a los que los atacan y dan cuenta del proceso que llevó a esta situación de intolerancia.

El caso Paglia es apenas una grano de arena en el desierto, pero muestra muy claramente cómo opera hoy la nueva censura moral. Se presentan como militantes progresistas, pero las ideas que sostienen son similares a las de los totalitarismos de derecha, que también comenzaron combatiendo -con estas mismas palabras- “las ideas peligrosas” y terminaron exterminando a los portadores de esas ideas.

Todas las inquisiciones se hicieron en nombre del Bien. Siempre se esgrime una buena causa para perseguir a los que piensan distinto. Esto ya ha sucedido innumerables veces. Y desgraciadamente está volviendo a suceder ahora.

Como bien dijo Oscar Wilde antes de ir preso: “pensar siempre es peligroso”.


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