Pequeño mundo

Por Marcelo Antonio Angriman


El ejemplo de Podoroska puede ser inspirador. Un espejo de cómo la actitud y la confianza sostenidas en convicciones, sin presiones familiares, permiten superar escollos.


En su libro “Pequeño mundo”, Herman Hesse juega con los personajes y despunta el aspecto interior del ser humano. Una novela colorida que bajo el ropaje de historias revela los valores íntimos de sus protagonistas.

Un recorrido que nos trae a la realidad de estos días, con una pandemia que roza puertas y desafía la introspección.

Por ello recibir buenas nuevas de dos de los nuestros desde Roland Garros es una brisa de aire fresco en medio tanto sopor.

Dos de apellidos raros, de esos que tenemos que ver cómo se escriben y que refuerzan la generosa historia de Argentina en materia de inmigración.

No es el porte, la altura, el saque o la potencia las virtudes que distinguen a Nadia Podoroska o a Diego Schwartzman. Las cualidades, que los han llevado a las semifinales del abierto francés, son otras.

En el caso del Peque, con más rodaje en los circuitos internacionales de elite, su tenacidad, incansables piernas y renovada confianza le han permitido arribar por vez primera al selecto grupo de los top ten.

El espaldarazo que le han dado las victorias recientes frente a Nadal y Shapovalov en Roma, sumada al épico triunfo sobre Dominic Thiem -reciente ganador del Abierto de los Estados Unidos- tras más cinco horas en el court del Philippe Chatrier por 7-6, 5-7, 6-7, 7-6 y 6-2, llevan a pensar que si cuida su físico podrá estar en el candelero de un tenis masculino en proceso de recambio.

Mucho menos conocida es la historia de la “rusorosarina” Nadia Podoroska, quien había dejado una seña de su coraje en la memorable remontada de la final de los Panamericanos de Lima 2019 frente a Caroline Dolehide. Allí en el tie break del tercer set venció por 7-6 luego de sobreponerse a un 0-4 abajo.

Solo sabíamos hasta ese entonces, de su clasificación para Tokyo 2021 y sus deseos de representar al país, alternando torneos de segundo orden.

A partir de allí en forma silenciosa comenzó un largo camino desde el puesto 287 en el ranking de la WTA hasta aproximadamente el top 70 en que se posicionara luego del open galo.

Podoroska de 23 años se inició en el tenis probándose por diferentes clubes de su ciudad natal, pero nadie le prestaba atención por su baja estatura. Dicen quienes la conocieron que: “No quedaba porque era chiquita, pero los padres no la presionaban, solo querían que juegue”.

Al respecto la propia Nadia reflexiona: “Cuando era chica tenía tantas ansias por estar donde estoy hoy que me perjudicó. El éxito me ha llegado porque dejé de buscarlo”.

El camino de la rosarina ha sido escarpado. Consciente de su falta de recursos ha debido instalarse en Alicante para estar más cerca de los torneos puntuables de la ITF -ni siquiera de la WTA-, que son prácticamente inexistentes en Latinoamérica.

Su gesta en París (tres triunfos en la qualy y llegar a la semifinal tras vencer a Elina Svitolina por 6-2, 6-4) le ha reportado tantos ingresos omo en toda su carrera anterior. Un recorrido a puro pulmón, con sus profes de siempre Juan Pablo Guzmán y Emiliano Redondi, quienes se turnan en su seguimiento para abaratar costos.

Pero el costado más atractivo del momento de Podoroska está en su entrenamiento mental, a cargo de Pedro Merani. Según sus propias palabras: “El budismo zen me ayuda a dejar la queja y mirar lo positivo. Me ha dado lecciones para sacar el contexto, quitar las excusas. En lugar de mirar la queja, lo negativo, me voy a lo positivo, a aprovechar las oportunidades. Estoy tranquila porque sé lo que tengo que hacer”.

El ejemplo de Nadia -de haber llegado hasta aquí- puede ser inspirador para otras deportistas y sus padres. Un espejo de cómo la actitud y la confianza sostenidas en convicciones, sin presiones familiares, permiten superar escollos.

Una gragea de optimismo, en tiempos donde una enfermedad ha hecho del mundo un pañuelo.

Una muestra de que las transformaciones son posibles, cuando cambiamos primero nuestro pequeño mundo.

* Abogado, Prof. Nac. de Educación Física, docente universitario. angrimanmarcelo@gmail.com


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