Petróleo en caída

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La caída vertiginosa que viene mostrando el precio del petróleo (aproximadamente el 40% en los últimos meses) tiene orígenes y efectos diversos que son la primera lectura que suele repetirse. La explicación de que Arabia Saudita (el primer productor mundial) enfrenta una guerra de precios con Estados Unidos, dado que este último llega a su autoabastecimiento debido a sus importantes reservas de petróleo no convencional (fractura hidráulica), es una evidencia concreta.

Arabia Saudita, aliado sostenido de EE. UU., compite por su porción de mercado el cual ha estado direccionado en las últimas décadas al abastecimiento del país del Norte, como segundo destino actual después de China. La eventual independencia de Estados Unidos y la posibilidad actual de transformarse en un exportador de crudo inquietan a la medieval monarquía saudita, que pudo incluso enfrentarse a la propia Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), a la que pertenece, oponiéndose a una reducción de la producción diaria para mantener bajo el precio del barril. Su gran capacidad financiera y bajos costos de extracción le posibilitan aguantar la disminución de ingresos y torpedear a sus competidores de no convencional en EE. UU. Y es que con valores de alrededor de 70 dólares el barril no se hace sostenible mantener el impulso del no convencional en Norteamérica, pese a las mejoras tecnológicas que reducen los costos de extracción. Por otro lado, las relaciones políticas entre Estados Unidos y el reino saudita vienen deteriorándose a raíz de los oscuros antecedentes que los vinculan en torno al atentado de las Torres Gemelas, cuestión que se investiga en una “oscurecida” comisión del Congreso norteamericano (”Investigación conjunta sobre las actividades de inteligencia antes y después de los ataques del 11 de septiembre de 2001” -sic-).

El impacto económico sobre las empresas de no convencionales frente a este escenario es preocupante, ya que han sido fuertemente financiadas por el sistema bancario. El alto endeudamiento que evidencian pone en riesgo de quiebra a muchos operadores del sector. Esa deuda corporativa está representada en títulos colocados en el mercado, construyendo un enorme sistema de especulación en Wall Street que representa aproximadamente 1,3 billones de dólares, constituyendo una burbuja que por estas horas muestra señales de debilidad. Como dato adicional, es dable considerar que sólo en el primer trimestre del 2014 las empresas de fractura hidráulica dejaron una pérdida de 110.000 millones de dólares (petrole.blog.lemonde.fr), algo similar a lo ocurrido en 2012/13. Como antecedente a recordar y en tanto la insostenibilidad de los precios que muestra Wall Street cada día, que contrasta con el desarrollo de la economía real de Estados Unidos, la crisis de los precios del petróleo de 1986 terminó mal para muchas empresas de ese país. En aquella época Arabia Saudita decidió que el precio del petróleo cayera más del 60% en pocos meses, lo que llevó a menos de 10 dólares el barril, hundiendo la producción y afectando al sector en EE. UU. Así durante casi 25 años descendió la producción del crudo y Arabia Saudita recuperó su liderazgo. Como consecuencia de esos sucesos, en 1987 se produjo un desplome de la bolsa de Wall Street y esa historia hoy debe ser muy tenida en cuenta, en tanto lo insustancial de los valores bursátiles actuales.

Es lógica de manual que, cuando se incorpora oferta barata al mercado, el mismo se termine desplomando disminuyendo sus valores.

Por otro lado existen intereses y objetivos estratégicos que se mezclan en el conflicto, por ejemplo el interés de afectar los ingresos de divisas de Rusia, Irán y Venezuela, países cuyo ingreso por hidrocarburos es muy alto, dependiendo de él para llevar a cabo sus procesos de desarrollo, que por cierto confrontan con los de Estados Unidos y sus aliados. El jefe de servicio de inteligencia exterior de Rusia acusó a EE. UU. y a las instituciones financieras de atacar la moneda rusa (el rublo, que se ha depreciado) y el precio del petróleo, pretendiendo derrocar a su presidente Vladimir Putin.

Y es que por un lado se intenta ahogar a esos países con una reducción severa del precio, imponiendo Estados Unidos y Europa sanciones a Rusia que afectan los proyectos de empresas occidentales, las que pierden miles de millones de dólares, confrontando con sus propios gobiernos. Por otro lado EE. UU. reactiva la industria con la tecnología del fracking, genera nuevos empleos y dinamiza su economía, pero simultáneamente detona la actividad de las empresas confrontando con Arabia Saudita por el negocio sin una política coherente sobre el asunto.

En tanto, en la Argentina todos claman por mantener un valor inexistente de u$s 83: los gobernadores de las provincias productoras para no afectar sus ingresos por regalías; YPF para mantener la viabilidad del negocio de la fractura hidráulica, abierto a las empresas extranjeras. No sucede los mismo que en los países vecinos, donde el descenso del precio ya ha llegado a los surtidores; aquí los consumidores sostienen el negocio, a pesar de la caída de ventas existente por la menor actividad económica.

Por último, una pregunta para pensar: ¿qué pasaría si China, hoy el principal destino del petróleo saudita, estuviese negociando la compra del crudo en su moneda nacional -el yuan- dando un golpe mortal al petrodólar?

DARÍO TROPEANO

Abogado. Docente de la Facultad de Economía de la UNC

DARÍO TROPEANO


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