Poda: lo que hay que saber y lo que no hay que hacer

Con la llegada del otoño comienza la época de esta práctica. Pero, antes de hacerlo sólo por cumplir con el calendario, hay que preguntarse qué objetivos se buscan y cómo hacerlo de la mejor manera. Dos ingenieros agrónomos, responden todas las dudas.

Los meses de otoño e invierno son el momento ideal para realizar la poda en árboles porque en esta época se produce un descenso en el metabolismo de las plantas, y el impacto de cortar una parte de su estructura leñosa es menor. Pero antes, debemos despejar todos los interrogantes sobre esta práctica para no cometer errores y dañar las especies.
Generalmente, todos los años pasan por nuestras casa ofreciendo este servicio, pero no todos realizan la práctica de forma adecuada, y como consecuencia terminan los árboles mutilados.


Es necesario que cuidemos nuestro arbolado urbano y para ello debemos asegurarnos, que la poda se realice correctamente además de tomar conciencia de la necesidad y función que cumplen los árboles para el medio ambiente.
En esta oportunidad, RÍO NEGRO consultó a los expertos profesionales Soledad Eugeni, Ingeniera Agrónoma, Asesora Técnica, y al Ingeniero Agrónomo Sergio Ziaurriz, de la Agencia de Extensión Rural, de INTA Villa Regina, que en forma conjunta unieron conocimientos con el objetivo de despejar las dudas y evitar errores comunes sobre esta práctica.
Mucha gente cree que los árboles y especialmente los arbustos deben se podados todos los años. Este mal hábito perturba el normal desarrollo de las plantas y la capacidad de los vegetales de reponer rápidamente las partes amputadas ha hecho que abusemos de estas prácticas, a costa de su salud y consecuentemente de la nuestra porque si perjudicamos a las plantas, estamos perjudicando nuestra calidad de vida.

Pero antes que nada: ¿qué entendemos por poda?

La poda es una práctica que implica la eliminación de algunas partes del árbol, o arbusto, con diferentes finalidades u objetivos. ”Según sus propósitos se puede realizar en cualquier época del año, pero se debe definir bien cuál es su objetivo”, afirma contundente la ingeniera agrónoma Soledad Eugeni. Y agrega: “en nuestra región vinculamos directamente esta práctica a la época invernal, tanto por nuestra cultura de economía regional, con la característica poda de los frutales de pepita y carozo, como también por la época de poda habilitada por el municipio de los árboles de nuestras veredas, en el periodo del 01 de junio al 31 de julio de cada año. Pero también hay que saber que se pueden realizar podas en primavera, verano y otoño teniendo bien en claro qué es lo queremos lograr en la planta finalmente. En el caso de la poda de los árboles de los espacios públicos, como las veredas, siempre hay que pedir autorización al municipio”, dice.
“Se hace preferentemente en invierno porque es un momento donde las especies, sobre todo las caducifolias se encuentran en estado de latencia, o dormición, previo al rebrote de primavera. Es el momento del año en el que los árboles se encuentran en reposo vegetativo”, especifica Eugeni.


Es en este período, en el que se dan determinadas características que evitan causarle un gran daño a los árboles:
• Las reservas de alimento son altas, lo que favorece una buena cicatrización.
• La savia circula lentamente, lo que evitaría el derrame de ésta.
• La corteza es muy dura y evita el desgarre de la misma.
• En el caso de las caducifolias – árboles que pierden sus hojas en otoño e invierno- puede observarse mucho mejor la forma y disposición de las ramas facilitando la operación.


En términos generales podemos diferenciar esta práctica en 3 tipos:

1.- Poda de formación: Es la poda que se realiza en la temprana edad del ejemplar, en el vivero, para brindarle las mejores condiciones para que exprese su morfología propia, con una estructura equilibrada y fuerte.


2.- Poda de mantenimiento: El principal objetivo es mantener el vigor y la sanidad de la planta, estimulando el rebrote y reemplazo de estructuras dañadas o envejecidas, respetando la forma natural de esa especie.
3.- Poda de rejuvenecimiento: Esta poda suele ser más intensa en cuanto a la cantidad de material removido, ya que la finalidad suele ser mitigar daños provocados por tormentas o heladas, reacondicionar plantas abandonadas o asilvestradas, y el motivo más frecuente es minimizar nuestros errores en la elección y ubicación de una determinada especie.
La ingeniera Soledad Eugeni señala que los métodos de poda tradicionales que se emplean en fruticultura parten de otras premisas y tienen otros objetivos, por lo que no se pueden aplicar en la poda de las plantas ornamentales y/o forestales.
“En el caso de los frutales, la poda tiene como propósito lograr estructuras vegetativas y reproductivas que permitan su entrada en producción en el menor plazo posible; obtener cosechas regulares todos los años y producir máxima calidad y cantidad de fruta, por lo tanto, claramente el objetivo es otro”, indica la profesional.

Entonces ¿Cuánto podar?


La cantidad de material vegetal que podemos remover dependerá de la finalidad de ese árbol o arbusto. Hay que tener muy en claro qué queremos que nos brinde ese ejemplar ( sombra, flores, frutos), y también dependerá del tamaño, la especie y la edad.
También es importante saber que un árbol se puede recuperar más rápidamente cuando es sometido a varios cortes de ramas pequeñas, que cuando se lo somete al corte de una sola rama de gran tamaño.

Consecuencias de una poda incorrecta y drástica

Cuando se le ha quitado al árbol una de sus partes fundamentales para vivir, éste se defiende para poder sobrevivir a esa remoción intentando recuperar sus ramas y hojas, y de esta manera con la llegada de la primavera rebrota vigorosamente utilizando sus sustancias de reserva.


Con las sucesivas podas drásticas, conocidas como “mutilación”, el árbol intenta recuperarse y brotar a expensas de sus reservas. “Esto genera un agotamiento de sus reservas limitando además la fotosíntesis, lo que significa menos alimento”, explica la ingeniera y agrega: “menos alimento se traduce en no poder mantener su copa, su tronco y sus raíces, con un estado de debilitamiento haciendo cada vez más vulnerable al ataque de plagas y/o enfermedades sin ningún beneficio para la planta”.

Qué debemos considerar antes de cortar:

Sergio Ziaurriz señala que la práctica de poda se puede realizar desde que caen las hojas hasta cuando se hinchan las yemas. “En plantas de vereda, primero se considera podar las ramas más bajas, que puedan molestar a los transeúntes, luego aquellas ramas que interfieran con el cableado y posteriormente, las que se encuentren mal ubicadas, es decir las ramas hacia las viviendas o la calle”, explica Sergio Ziaurriz.
Según Ziaurriz, en términos generales, las leguminosas arbóreas (acacias, sófora) no cicatrizan las heridas de poda, sobre todo aquellos cortes grandes, pero si deben realizarse es necesario pintar con pintura blanca para techos. Lo mismo para el ciruelo morado. El resto de las especies como fresnos, plátanos, no tienen mayores problemas.
“Para asegurarnos de que la poda sea correcta, antes de realizarla debemos tener en cuenta que la planta debe respetar el espacio asignado, Es decir, la planta tiene que crecer, pero se debe dejar espacio para el paso de las personas, si se trata de plantas de veredas”, afirma Ziaurriz.
Por otro lado, el Municipio de Roca, por ejemplo, brinda a través de su página y folletos explicativos consejos sobre la realización de poda anual en especies de arboleda urbana.

Un acer, ideal para veredas


Según las Normativas de Plantación Municipal de Roca – Ordenanza N°4915/20, que no varía mucho al resto de las ciudades, se aconseja que al realizar la plantación se tengan en cuenta algunas normas.
La distancia de la línea de plantación desde el cordón cuneta no deberá ser menor a 80 cm. La distancia desde la línea medianera de lotes hasta la línea de plantación no deberá ser menor a 2 m. El cuello de la planta en el hoyo de plantación deberá ubicarse a una profundidad de 20 a 30 cm por debajo del nivel de la vereda, para evitar raíces y superficiales que ocasionen daños a la vereda. La taza o cazuela deberá tener un tamaño mínimo de 80 cm x 80 cm x 10 cm de profundidad y las distancias entre árbol y árbol no deberán ser menores a 4 metros.
En cuanto al tronco o fuste debe tener como mínimo una longitud de 2,2 metros libre de ramas, altura a partir de la cuál comienzan las ramificaciones o copa. Evitar plantaciones en esquinas u ochavas, que entorpezcan la visión al tránsito vehicular.


Con estas indicaciones se busca que las especies se mantengan en condiciones óptimas para su mejor desarrollo y puedan cumplir su función ambiental como el crecimiento relativamente rápido, la tolerancia a la contaminación ambiental, raíces no invasivas ni gemíferas, la copa frondosa tipo vaso y porte arbóreo.
También hay que tener en cuenta que las especies seleccionadas se adapten a las condiciones climáticas de la región.
Y además, deben soportar además las reducidas precipitaciones, alta evapotranspiración estival, los vientos intensos, los fríos rigurosos, el granizo, los suelos heterogéneos o salinos, plagas locales o introducidas, entre otras características de nuestra zona. Para eso se debne elegir especies de porte más bien mediano, con tronco alto, sin rebrotes basales y no pertenecer al grupo alergógeno. Resistentes a eventuales daños por vandalismo y la tolerancia a escasez de riego y a agua ligeramente salina o de mala calidad. Por eso se debe tener en cuenta los consejos de cada ordenanza municipal para evitar inconvenientes futuros y terminar con determinaciones drásticas para la vida de las especies, como consecuencia de una mala elección.


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