A un valle de Neuquén lo rodea el agua, pero el riego no le alcanza: «Es un techo para el desarrollo»
El sistema de bombeo que abastece a Picún Leufú fue inaugurado hace 30 años. Tenía por objetivo llegar a 400 hectáreas, pero hoy debe cubrir a más de 1.000. Los productores dicen que el crecimiento de la zona está limitado. Mientras que la Provincia asegura que las obras van en camino y que hay que cuidar el agua.
Rodeado por el río Limay, el embalse Ezequiel Ramos Mexía y un arroyo que se suele secar en verano pero que tiene caudal el resto del año, el valle de Picún Leufú no encuentra todavía solución para su sistema de riego. El reclamo no es nuevo y resurgió durante las últimas semanas, con el aumento de las temperaturas y la demanda de agua.
Diario RÍO NEGRO consultó el tema con la subsecretaría de Producción de la provincia. También con el presidente de la comisión de riego de la margen derecha del valle, Pablo Suárez. Esa organización representa a unos 140 productores.
La situación motivó una reunión la semana pasada en la que participaron funcionarios del Gobierno provincial y el municipio, además de los regantes. Allí se definieron algunas líneas de trabajo para controlar la distribución de agua en sintonía con el contexto de sequía que atraviesa la región. Sin embargo, para una parte de los chacareros, no fue suficiente.
El valle que se formó alrededor de la localidad que es cabecera del departamento del mismo nombre y debió ser trasladada por la construcción de El Chocón se abastece de un sistema llamado La Picacita, que se inauguró hace 28 años y toma agua del Limay, unos 25 kilómetros río arriba.
Antes de llegar a la zona cultivada, el liquido es impulsado por un juego de cuatro bombas. Actualmente, explicó Suárez, solo hay dos en funcionamiento, cuando para regar eficientemente se necesitarían al menos tres.

«Es como que le han puesto un techo a nuestra zona, así es difícil ver una posibilidad real de desarrollo» dijo el referente local, quien posee una chacra donde produce alfalfa, hortalizas y desde hace un tiempo, frutillas.
Sin caudal de agua suficiente, asegura que las posibilidades de expansión son limitadas. Mencionó que, por la escasez, los chacareros no pueden poner nuevas hectáreas en producción, ya que su riego no está garantizado.
«No estamos haciendo este pedido para un solo productor, es para todos. Y si se beneficia uno, se benefician todos, cada uno con su capacidad operativa y su manejo del campo», agregó.
El panorama podría empeorar durante los próximos meses, cuando llegue el verano y la demanda de humedad para los cultivos se incremente.
La Picacita fue puesto en marcha a fines de la década de 1990, durante el último gobierno de Felipe Sapag. Si bien se ideó para regar alrededor de 400 hectáreas, hoy cubre a un sector que ya supera las 1.000 hectáreas sistematizadas.
Para el productor picunense, el trabajo que hace falta «no es muy costoso», a diferencia de otras inversiones que se hicieron «pero no sirvieron para mucho». En concreto, dijo que se necesitaría un «segundo caño impulsor» para encender una tercera bomba «en los momentos críticos». «Bueno, estamos en uno de esos momentos», remarcó.
«El diálogo sigue»: la palabra de Provincia
En un comunicado difundido esta semana, el Gobierno hizo referencia al último encuentro con los regantes donde también participó el INTA. Habló de un «acompañamiento» a las organizaciones de productores «para mejorar la distribución del agua de riego en el sistema de bombeo La Picacita».
Entre las medidas a implementar en el corto plazo, se mencionó el seguimiento de los turnados, el monitoreo de los canales de riego y el análisis de la superficie bajo riego.
Marcelo Zúñiga, subsecretario de Producción de Neuquén, explicó que el diálogo entre las partes continúa pese a la existencia de cuestionamientos.
Sobre la cuestión del bombeo, detalló que el sistema entra en funcionamiento cuando el arroyo Picún Leufú se queda sin agua. Esto ocurre generalmente entre diciembre y enero, pero este año, a causa de la escasez de precipitaciones en la cordillera, se dio en octubre, aumentando la presión sobre los canales.

Según explicó, ese esquema abastece a un tercio de las hectáreas que conforman el valle, mientras que el resto utiliza riego por gravedad. Ese flujo ingresa desde el río Limay, sin necesidad de utilizar bombas.
«Hay 1.600 hectáreas que se riegan por gravedad, mientras que tenemos unas 975 que sí utilizan las bombas cuando el arroyo se seca, por lo que no tenemos un faltante de agua general».
De acuerdo al funcionario, el sistema está bombeando hoy un metro cúbico por segundo, que «no es para todo el valle», sino para la zona que necesita de las bombas para «elevar» el agua que se toma desde el río.
Indicó que se está realizando un reacondicionamiento secuencial del sistema, proceso que comenzó con la reparación de las bombas, la recuperación de un transformador que hacía años que no se arreglaba y la licitación de un desarenador.
«La idea es seguir haciendo obras complementarias y no descartamos activar una bomba más, pero mientras tanto, tenemos que ajustar el manejo de agua a la disponibilidad que tenemos», comentó.
La próxima reunión fue fijada para el martes 11 de noviembre. Zúñiga adelantó que participará y que probablemente también lo haga el secretario de Producción e Industria, Diego García Rambeaud, además de las áreas de Recursos Hídricos, Regionalización y la intendencia local.
El proyecto que piden los productores
Suárez cuestionó la falta de «decisión política» para darle una resolución al tema. «En el medio nos ponen un corset, porque no podemos expandirnos ni pensar en posibilidades de desarrollo«.
Según dijo, con un segundo caño impulsor se podrían activar las cuatro bombas e ir rotándolas.

El representante de los regantes, quien también es productor, pidió además por el proyecto de La Picasa para regar por gravedad. «Haciendo una traza algo diferente y subiendo unos siete kilómetros más arriba de donde están las bombas de La Picacita, podríamos regar de otra manera«, señaló.
El actual Gobierno provincial, a cargo de Rolando Figueroa, definió al sector que va desde Picún Leufú hasta Piedra del Águila como una zona de alto potencial productivo, bajo la denominación de «Corredor del Viento». El plan, que incluiría el desarrollo de energías renovables, tiene entre sus finalidades la expansión de la superficie bajo riego.
«Parece que no entramos ahí. Nosotros buscamos otra perspectiva, no queremos quedarnos en este presente donde no podemos crecer», lamentó Suárez.
El valle comienza en la zona de Paso Aguerre, continúa por El Sauce y es en Picún Leufú donde adquiere su mayor dimensión. El cultivo que predomina es el de la alfalfa para enfardado, que se suele vender a los crianceros locales y los establecimientos ganaderos de la cordillera, que necesitan de rollos y fardos especialmente durante el invierno.
También se producen hortalizas y, en menor medida, otros cultivos que resultaron innovadores para la zona, como los nogales.
Rodeado por el río Limay, el embalse Ezequiel Ramos Mexía y un arroyo que se suele secar en verano pero que tiene caudal el resto del año, el valle de Picún Leufú no encuentra todavía solución para su sistema de riego. El reclamo no es nuevo y resurgió durante las últimas semanas, con el aumento de las temperaturas y la demanda de agua.
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