Un peligroso tramo de la Ruta 22 despierta temor y reclamos

Entre Chichinales y Chimpay la vía nacional presenta un estado deplorable que torna un riesgo usarla. “Está para matarse”, aseguró un vecino de Chelforó que nunca la vio en tan mal estado.

Son aproximadamente 50 kilómetros de un tramo que comienza al este de Chichinales y concluye antes de Chimpay. Quien transite por estos días en este sector de la Ruta 22 tendrá que armarse de paciencia y concentración, ya que el asfalto presenta sectores muy peligrosos, con ondulaciones pronunciadas, desniveles entre las manos norte y sur de la vía por reparaciones a medio terminar, y traicioneros rebordes en el pavimento que hacen pensar dos veces antes de bajar a la banquina.


En el medio de este sector deteriorado de la ruta está Chelforó, la pequeña localidad en la que comienza el Valle Medio que tiene otro problema no menor: la velocidad con la que pasan los vehículos por la vía nacional, incluso a pocos metros de la escuela primaria 97.


Dante, uno de los vecinos que vive esta realidad a diario, se quejó por lo deteriorada de la ruta en esta zona y “por los camiones que pasan a más de 80 km/h por el pueblo, pero a mí es un peligro. Tendrían que pasar a una velocidad de 60 km/h, como máximo”.


“Esta partecita (señala al sector que pasa por el pueblo) está buena, pero te pones a caminarla y está destrozada”, señaló el vecino de Chelforó, quien remarca que es un tema preocupante entre los habitantes de la pequeña localidad.


Claudio es otro vecino usa todos los días la Ruta 22. “Andar todos los días en la ruta es andar con mucha precaución por el mal estado del asfalto y porque en muchos sectores se han iniciado obras y quedaron a medio terminar”, señaló Claudio, otro habitante de Chelforó que diariamente usa la Ruta 22.
“Quedaron calzadas desparejas por tramos”, precisa Claudio.

Ruta nacional con «jorobas de camello»



El habitante de Chelforó usa una curiosa metáfora para ejemplificar cómo está la ruta 22 en algunos sectores a causa del calor y el peso de los camiones. “Se hizo como la joroba de un camello en el medio de la ruta”, describió, y señaló que muchas veces la parte baja de los autos tocan en las ondulaciones que tiene la ruta.

Obras a medio terminar entre Chelforó y Chimpay. (Foto: Andrés Maripe)


Claudio remarca que el tramo más complicado es el que va de Chelforó a Chimpay. Pero para él también el sector entre Chelforó 7 y Chichinales “es un desastre”.


Las banquinas también presentan un importante desnivel respecto al aslfato, señala el vecino. “En una emergencia vos te tenés que tirar la banquina y correr riesgo de terminar con las ruedas para arriba. Y cuando querés hacer un sobrepaso es peor todavía”, indicó, y mencionó la “joroba” que presenta el asfalto y los desniveles de los paños a medio reparar como muy peligrosos.

Altas temperaturas y peso de los camiones



A la hora de explicar las causas del estado de la Ruta 22 en este tramo aparte se mencionan las altas temperaturas de este verano, que hacen que el asfalto ceda más. Además el peso de los camiones, a veces excesivo, que van desde el Alto Valle hasta los puertos de Río Negro y la provincia de Buenos Aires, se conjugan para deteriorar la vía nacional.


“Acá en Chelforó no hay reductores de velocidad”, que pidió que aunque sea se pinten líneas blancas perpendiculares con leves desniveles para que actúen como reductores.

Rubén Arruza, vecino de Chelforó, nunca en su vida vio la Ruta 22 tan rota en ese tramo. (Foto: Andrés Maripe)


Rubén Arruza es un comerciante de Chelforó que toda su vida vivió en el pueblo, donde tiene una despensa. “Nunca en la vida estuvo así”, responde con vehemencia cuando se le pregunta por el mal estado de la Ruta 22. Y aseguró que en el actual estado la vía nacional “está para matarse”.


A cada rato llega gente a la gomería porque los autos tocan o se “muerden” las cubiertas, señala el comerciante. Su hijo Andrés, que tiene la mencionada gomería y venta de cubiertas junto a la despensa de Rubén, confirma lo que dice el vecino. Él transita por la ruta con un carro de importantes dimensiones que se hamaca entre los desniveles de la ruta nacional.


Andrés Arruza también comenta como una muestra de la desidia que se palpa en este tramo de la Ruta 22, que hace unos días una camioneta golpeó con un espejo el cartel que marcada como velocidad máxima los 60 km/h y no lo volvieron a colocar.


“No puede ser que pasen a 130 km/h enfrente de una escuela”, se queja.
“No hay que esperar a que pasen las desgracias”, remarca.

Bajar a la banquina tiene estos obstáculos (Foto: Andrés Maripe)


Su hijo Andrés aporta otro dato no menor. La interconexión de la Ruta 22 con la ruta que va a Santa Rosa, otra ruta nacional, cruza el río Colorado en Gobernador Duval, pero el puente nuevo nunca se habilitó.

“Se robaron los materiales”, se quejó indignado y cuenta que para ir a Santa Rosa debe ir hasta Río Colorado porque después del puente hay un tramo que era de asfalto y prácticamente ahora es de tierra y no se puede transitar. También remarca lo que sucede en la rotonda de Choele Choel, que quedó a medio terminar. “Agarrás para cualquier lado y es un desastre”, concluye.

Un sector con cada vez más tránsito: ¿y llega el impacto del petróleo?


El tramo de la Ruta Nacional 22 que va desde el Alto Valle hasta Choele Choel tiene cada vez más tránsito pesado.


A los camiones que históricamente sacan la producción del Alto Valle hacia el puerto de San Antonio Este o los mercados de la provincia de Buenos Aires, ahora se suma un incipiente movimiento relacionado con el petróleo.

Ondulaciones en la Ruta 22, cerca de Chelforó.(Foto: Andrés Maripe)


Es que a pocos kilómetros de Chelforó pasará el oleoducto Vaca Muerta Sur, que terminará su recorrido en el puerto de Punta Colorada.


Las camionetas petroleras ya circulan por la zona y se espera que con el paso de los meses los camiones relacionadas con la obra también usen la Ruta 22. Por ahora pasó por Chelforó parte de la maquinaria pesada que comenzó con los movimientos de suelo en Sierra Grande, a cargo de una empresa con base en Añelo.


En esta época del año el tránsito por este sector también está saturado por el paso de los turistas que van hacia la cordillera de Río Negro y Neuquén, y los que viajan desde del oeste hacia Las Grutas o la costa bonaerense.


La combinación del transporte pesado y los vehículos vinculados al turismo obligan a extremar las precauciones para evitar accidentes. En esto último, el estado de la ruta no ayuda.


Son aproximadamente 50 kilómetros de un tramo que comienza al este de Chichinales y concluye antes de Chimpay. Quien transite por estos días en este sector de la Ruta 22 tendrá que armarse de paciencia y concentración, ya que el asfalto presenta sectores muy peligrosos, con ondulaciones pronunciadas, desniveles entre las manos norte y sur de la vía por reparaciones a medio terminar, y traicioneros rebordes en el pavimento que hacen pensar dos veces antes de bajar a la banquina.

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